“La larga marcha” de Stephen King: la distopía que se pone en movimiento

La inquietante novela cobra vida en una película que promete sacudir el cine distópico.

Por fin sucede. Tras décadas de rumores, guiones encajonados y directores que iban y venían, La larga marcha, una de las obras más crudas y psicológicas de Stephen King (escrita bajo el seudónimo de Richard Bachman), llegará a la gran pantalla en septiembre de 2025. Y no lo hará en silencio. La dirección corre por cuenta de Francis Lawrence, el mismo que convirtió a Katniss Everdeen en un ícono mundial en Los juegos del hambre. Pero esta vez, no hay flechas ni revoluciones: solo pasos, fatiga y muerte.

La premisa de La larga marcha es simple y aterradora. En una sociedad autoritaria donde el espectáculo y la crueldad conviven con naturalidad, cien adolescentes son seleccionados para participar en una competencia nacional de resistencia. Deben caminar (sin detenerse, sin bajar de las 4 millas por hora) hasta que solo quede uno. Tres advertencias por lentitud o pausa y la sanción es letal. ¿El premio? Todo lo que deseen por el resto de su vida. Suena tentador, hasta que entendemos que la “larga marcha” es más una ejecución televisada que un concurso.

Aunque la novela fue publicada en 1979, su crítica al autoritarismo, la banalización del sufrimiento y la fascinación por los espectáculos extremos suena más vigente que nunca. Es un reflejo distorsionado (pero reconocible) de nuestro presente. Francis Lawrence parece entender esto a la perfección y ha apostado por una ambientación atemporal: un mundo que combina tecnología futurista con estética retro, tan incómoda como fascinante.

El elenco está repleto de talento joven y prometedor. Cooper Hoffman, aclamado por su papel en Licorice Pizza, encarna a Ray Garraty, el protagonista que empieza la marcha con esperanza y termina enfrentando sus peores demonios. Lo acompañan Charlie Plummer, Roman Griffin Davis (Jojo Rabbit), David Jonsson y otros rostros emergentes que, según Judy Greer (quien también forma parte del reparto), “no solo actúan: se dejan la piel y casi literalmente, los pies en cada escena”.

Ah, y sí: Mark Hamill también está en el reparto. Pero esta vez no hay sables de luz, solo una línea recta y el constante eco de botas sobre asfalto.

Desde que George A. Romero quiso adaptarla en los 80, el camino de La larga marcha hacia el cine fue casi tan tortuoso como el de sus protagonistas. Cambios de estudio, desacuerdos sobre el tono, dudas sobre si el público estaba “preparado” para una historia tan oscura. Todo eso quedó atrás cuando Lionsgate apostó con fuerza y se embarcó en el rodaje en Winnipeg, Canadá, durante el verano de 2024.

El guión de JT Mollner ha recibido elogios por su fidelidad a la novela, pero también por su valentía al no edulcorar nada. Stephen King, que exigió una clasificación R, ha dado su visto bueno: “No es una historia amable. Y no debería serlo”.

En una era donde las distopías parecen haber agotado su impacto, La larga marcha llega como una bocanada de asfixia necesaria. No busca entretener con efectos ni ofrecer esperanza. Quiere incomodar, hacer pensar y quizás, dejarte con las piernas temblando.

Porque al final, esa es la verdadera metáfora de la historia: todos estamos caminando, cada día, sin saber cuánto más podremos seguir. Y algunos, como en la marcha, ni siquiera eligieron estar ahí.

Prepárate para marchar. O para mirar, si es que te atreves.

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