La prensa en el Uruguay: un vínculo histórico y necesario

El rol de la prensa no es ser complaciente ni opositor, sino ser libre y responsable.

A partir del siglo XIX, los periódicos cumplieron en nuestro país un rol fundamental en la formación de la opinión pública y en la consolidación de la vida democrática.

Figuras como José Pedro Varela, José Batlle y Ordóñez, o Carlos Quijano, por mencionar solo algunos ejemplos, utilizaron a la prensa no solo como vehículo de ideas, sino también como herramienta de fiscalización y debate ciudadano. La prensa escrita también fue, en buena medida, el escenario donde se forjaron grandes proyectos políticos y sociales del país.

Con la llegada de la modernidad mediática, ese vínculo se transformó, pero mantuvo su esencia: el deber y el derecho de informar con rigor y profesionalismo. En tiempos de dictadura, muchos medios y periodistas pagaron un precio alto por defender la libertad de expresión, lo que reafirmó el valor de la prensa independiente como pilar de la institucionalidad democrática.

Hoy, en el siglo XXI, el desafío adopta nuevas formas. La digitalización multiplicó las fuentes de información. En este contexto, la independencia periodística sigue siendo una condición necesaria para el ejercicio pleno de la democracia.

El rol de la prensa no es ser complaciente ni opositor, sino ser libre y responsable. Su tarea consiste en preguntar, contrastar y exponer con honestidad intelectual, aún cuando eso incomode al poder.

Los políticos, en tanto, tienen la obligación de respetar ese trabajo. La transparencia y la rendición de cuentas no debilitan a la política: la fortalecen, porque generan confianza social.

Los medios digitales escritos en Uruguay

El surgimiento de los medios digitales escritos responde a una transformación global en las formas de producir, distribuir y consumir información. A partir de la expansión de Internet en la década de 2000 y, sobre todo, con el crecimiento de las redes sociales y de los dispositivos móviles, se generó un nuevo ecosistema de la información.

Los medios digitales nacieron en muchos casos, como alternativas a los formatos tradicionales —prensa escrita, radio y televisión—, ofreciendo una cobertura mucho más ágil, con menores costos y mayor capacidad de actualización constante. En Uruguay, este proceso se consolidó entre 2010 y 2020, con la aparición de portales informativos, medios digitales y versiones online de diarios históricos, aunque en algunos iniciaron en la década del 80. En el caso de los medios escritos, la nueva era significó un desafío formidable: no pasaba solo por sustituir a las ruidosas Remington por silenciosos ordenadores. Había que mutar un formato tradicional de organización por otro modelo basado en reglas de juego diferentes donde la inmediatez y la interacción con las audiencias se tornaron decisivas. Pese a la resistencia inicial, hubo medios –no todos y no todos al mismo tiempo- que asumieron el riesgo, invirtieron en equipos, tecnología y capacitación.

Portales como Diario La R cumplen una función doble: por un lado, democratizan el acceso a la información y por el otro, enfrentan el desafío de sostener la calidad periodística en un contexto de fuerte competencia y modelos de negocio aún en desarrollo.  No quiero dejar de mencionar a la publicidad digital que ha acompañado a todo este proceso, que ha ido en aumento y a esta altura representa la mayor inversión publicitaria global.

Prensa y política: una relación necesaria y tensa

El vínculo entre la prensa y los actores políticos se sustentan en un equilibrio delicado: proximidad informativa, pero distancia crítica. Cito al periodista argentino Joaquín Morales Solá quien sostiene que el rol del periodismo es el ser crítico del poder, no ser oficialista ni opositor, y debe enfocarse en informar a la sociedad de forma clara, verificando la información y manteniendo la independencia.

Es decir, la prensa necesita acceder a la información pública y a las fuentes políticas para cumplir su función social, pero sin subordinarse a los intereses de quienes detentan el poder o la información.

En una democracia, la prensa independiente actúa como contrapoder, fiscaliza la gestión pública, verifica discursos y aporta transparencia al debate ciudadano. Y también denuncia, investiga, opina, analiza. Su independencia no implica neutralidad sino autonomía editorial: la capacidad de informar con rigor y pluralismo, sin presiones económicas, partidarias o institucionales.

Para los políticos, el relacionamiento con la prensa debería basarse en el reconocimiento del derecho a la información y en la rendición de cuentas. Los dirigentes no son dueños del mensaje. La información nos pertenece a todos, a la ciudadanía.

En Uruguay, donde existe una larga tradición de libertad de expresión, el desafío pasa por preservar esa independencia en el entorno digital, donde la polarización, la desinformación y las noticias falsas pueden distorsionar el diálogo entre prensa y política.

Lo ideal a mi modo de ver sería un vínculo institucional y respetuoso y en ese marco la prensa y los políticos se desenvuelven con transparencia, entendiendo que el periodismo no es un adversario, sino un componente esencial de la salud democrática.

Comparte esta nota:

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Últimos artículos de Nacionales