La costa atlántica de Uruguay, con sus paisajes deslumbrantes y ecosistemas marinos vibrantes, es un tesoro invaluable que no solo contribuye a la riqueza natural del país, sino que también sustenta la economía y la cultura de sus comunidades costeras. Sin embargo, esta riqueza está amenazada por la depredación de su fauna íctica, un fenómeno que exige atención y acción inmediata. La responsabilidad de proteger estos recursos recae en todos nosotros: ciudadanos, autoridades y sectores productivos.
La fauna íctica de Uruguay, que incluye una diversidad de especies de peces y otros organismos marinos, es fundamental para la salud de los ecosistemas acuáticos. Estas especies desempeñan un papel crucial en el equilibrio ecológico, actuando como indicadores de la salud del medio ambiente y contribuyendo a la biodiversidad del océano. Sin embargo, factores como la sobreexplotación, la contaminación y la destrucción de hábitats han puesto en peligro a muchas de estas especies, lo que podría tener consecuencias devastadoras no solo para la vida marina, sino también para la economía local que depende de la pesca.
La pesca, uno de los pilares de la economía uruguaya, enfrenta un dilema crítico. Por un lado, la actividad pesquera es esencial para la subsistencia de muchas familias y comunidades; por otro, la falta de regulaciones adecuadas y la pesca indiscriminada amenazan la sostenibilidad de las poblaciones de peces. Es fundamental que se implementen políticas de pesca responsables que incluyan límites de captura, temporadas de veda y la protección de áreas críticas para la reproducción y el desarrollo de las especies.
La educación y la concienciación son herramientas clave en esta lucha. Es vital que los pescadores, así como la población en general, comprendan la importancia de las prácticas sostenibles. La promoción de técnicas de pesca que minimicen el impacto ambiental, como el uso de artes de pesca selectivas y la pesca responsable, puede contribuir a la conservación de la fauna íctica. Además, la colaboración entre los pescadores y las autoridades puede generar un sentido de responsabilidad compartida, donde la conservación y el bienestar económico coexistan.
Otro aspecto crítico es la protección de los hábitats marinos. La contaminación por plásticos, productos químicos y desechos industriales sigue siendo una amenaza latente para la fauna íctica. La implementación de políticas efectivas para reducir la contaminación y la creación de áreas marinas protegidas son pasos necesarios para salvaguardar estos ecosistemas. Estas áreas no solo ayudarían a restaurar las poblaciones de peces, sino que también servirían como refugios para otras especies marinas, promoviendo la biodiversidad.
La comunidad internacional también tiene un papel que desempeñar en la protección de la fauna íctica de Uruguay. La colaboración con organizaciones ambientales y otros países puede facilitar el intercambio de conocimientos y recursos, así como la implementación de iniciativas que fortalezcan la conservación. A través de tratados y convenios internacionales, Uruguay puede reforzar su compromiso de proteger su rica biodiversidad marina y posicionarse como un líder en la conservación de los océanos.
La responsabilidad de Uruguay en proteger su fauna íctica de la depredación en su costa atlántica es un desafío que requiere un enfoque integral y colaborativo. La unión de esfuerzos entre el gobierno, las comunidades locales, los sectores productivos y la sociedad civil es esencial para garantizar un futuro sostenible para nuestros océanos. La riqueza de la fauna íctica no solo es un patrimonio natural, sino también un legado que debemos preservar para las generaciones venideras. Es hora de actuar con determinación y compromiso, porque la salud de nuestros océanos y el bienestar de nuestras comunidades dependen de ello. La protección de la fauna íctica es una responsabilidad compartida que nos llama a todos a ser guardianes de nuestro entorno marino.
Si continuamos arrojando el saneamiento al mar de poco van a servir las medidas de proteccion Las mortandad de almejas y de otros mamiferos como lobos en la costa atlantica lo demueztran
El CURE de la UDELAR de Rocha va a hacer un simposio sobre el tema desde el 17 de febrero Esperamos que asistan el Ministerio de Ambiente y las Intendencias
demuestran
Hablan de la fauna icticola marina y ponen una foto de un Pintado, pez de agua dulce!!!
Y ahora viene la exploracion sismica. Para muestra dejó un botón.
El Informe Ambiental Resumen (IAR) de la solicitud de la Autorización Ambiental Previa presentada por PGS Exploration UK Ltd. presenta carencias importantes en la identificación de impactos sobre el ecosistema en general y sobre la fauna marina en particular y por ende sobre las actividades económicas relacionadas, particularmente la actividad vinculada al sector pesquero y turístico. Estas limitaciones resultan en subestimación de los impactos, ya sea por carencias en el análisis de las especies afectadas, algunas de ellas de gran importancia en la cadena trófica, como la anchoíta o por debilidades o sesgos en el análisis de la severidad, frecuencia y la distribución espacial-temporal de dichos impactos.
En el IAR existen también errores difíciles de comprender para un documento de esta importancia, denotando desconocimiento del medio geográfico y geopolítico en donde se desarrollará la actividad y sobre el que repercutirán sus impactos, sean estos positivos o negativos. Es así como en los mapas de los cuadros de páginas 12 y 18, así como en el texto de dichos cuadros no se tiene en cuenta las normas internacionales y nacionales que definen la extensión del Mar Territorial. Es necesario recordar que la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, en su Sección 2, Artículo 3 establece que “Todo Estado tiene derecho a establecer la anchura de su mar territorial hasta un límite que no exceda de 12 millas marinas medidas a partir de líneas de base…”. En 1998, la Ley 17.033, en su artículo 1 fija en doce millas marinas la anchura del mar territorial de la República, medida a partir de las líneas de base.
Teniendo en cuenta lo anterior, existe una evidente confusión en el IAR en cuanto a la terminología empleada, dando lugar en la página 70 a la afirmación de que “El APSS se ubica dentro del mar territorial uruguayo en la ZCPAU, definida en el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo en 1973 como forma de ordenar la navegación de buques de las banderas uruguayas y argentinas, definiendo límites, derechos y obligaciones en aguas del Río de la Plata y Océano Atlántico de uso común.” Este tipo de errores o imprecisiones quita seriedad al análisis realizado, máxime teniendo en cuenta que la prospección sísmica se realizará en aguas de manejo compartido con la República Argentina y donde las afectaciones pueden darse sobre recursos vivos de administración conjunta en la ZCPAU.
Con relación a los efectos de la actividad a desarrollar, un trabajo de Popper y Hawkins, citado en el mismo informe, concluye que existen importantes lagunas en la comprensión de los efectos de estos sonidos y, especialmente, de su efecto sobre las poblaciones animales y los ecosistemas acuáticos. Señalan además que gran parte de la literatura es de calidad limitada y existe falta de información sobre las respuestas al movimiento de partículas, así como también a la presión sonora. Textualmente los autores expresan “Es evidente que hay tantas lagunas de información que es casi imposible llegar a conclusiones claras sobre la naturaleza y los niveles de sonido antropogénico que tienen el potencial de causar cambios en el comportamiento animal, o incluso daño físico.” y concluyen que el ruido sísmico de los cañones de aire debe considerarse un grave contaminante ambiental marino. Esto reafirma la necesidad de que exista mayor responsabilidad de las empresas que realizan la actividad en la realización de las investigaciones y estudios necesarios que permitan asegurar la minimización de los daños en el corto, mediano y largo plazo, así como cuantificar de manera adecuada las compensaciones necesarias a los trabajadores y empresas de los diferentes sectores que puedan ser afectados.
En base a lo expuesto entendemos que las medidas de evaluación, prevención y mitigación de impactos son insuficientes y no ofrecen garantías que permitan prevenir y atenuar de manera razonable los impactos que sobre la fauna marina, el ecosistema que la contiene y los sectores afectados (pesca, turismo) tendrían las actividades de prospección sísmica planteadas.
Vamos rumbo a la depredación global del entorno natural a menos que se reduzca la población humana en breve. Ya hemos logrado extinguir varias especies y no parece tener solución.