En los últimos años, las fronteras sudamericanas han dejado de ser simples puntos de control físico para convertirse en espacios de gestión digital avanzada. La tecnología, antes vista como un complemento, se ha transformado en el eje estratégico de los sistemas aduaneros de la región. Desde la inteligencia artificial hasta la trazabilidad blockchain, los países del Cono Sur están rediseñando la manera en que circulan las mercancías, se previene el contrabando y se garantiza la transparencia comercial.
Uruguay, Brasil, Chile, Argentina y Perú han comenzado una modernización integral de sus aduanas, impulsada por el crecimiento del comercio electrónico y la necesidad de reducir los tiempos logísticos sin comprometer la seguridad.
En Uruguay, la Dirección Nacional de Aduanas (DNA) incorporó sistemas de análisis de riesgo automatizado que permiten cruzar información en tiempo real con bases de datos internacionales. Esto facilita detectar operaciones sospechosas, subfacturación o movimientos irregulares sin necesidad de inspeccionar físicamente cada carga.
“El uso de algoritmos predictivos nos permite identificar patrones anómalos con una eficiencia que sería imposible manualmente”, explicó un técnico del área de Tecnología Aduanera. “La meta es pasar de una aduana reactiva a una aduana inteligente”.
El volumen de información que manejan las aduanas modernas es inmenso. Cada día se registran millones de datos sobre contenedores, manifiestos de carga, certificados sanitarios y declaraciones electrónicas. A través de herramientas de Big Data, estos datos se procesan para detectar fraudes, mejorar la trazabilidad y anticipar riesgos de evasión o contrabando.
En Chile y Brasil, por ejemplo, los sistemas de control incorporan modelos de aprendizaje automático que cruzan datos de empresas, rutas y productos, generando alertas automáticas cuando un embarque se desvía de los parámetros habituales.
Una de las innovaciones más prometedoras es el uso de tecnología blockchain para asegurar la trazabilidad documental de las cargas.
Uruguay y Paraguay han iniciado pruebas piloto junto con la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración) para implementar certificados de origen digitales y sellos electrónicos inviolables, que reduzcan el riesgo de falsificaciones y agilicen el comercio intrarregional.
“Con blockchain, cada documento queda registrado en una cadena descentralizada, imposible de alterar. Esto brinda confianza tanto a las aduanas como a los operadores privados”, señaló un especialista en logística digital del Mercosur.
En los puntos fronterizos terrestres y portuarios, la tecnología visual está revolucionando el control físico.
En puertos como Montevideo, Santos y Valparaíso, los escáneres 3D de contenedores permiten inspeccionar cargas completas sin abrirlas, reduciendo tiempos y costos.
Además, drones equipados con cámaras térmicas se utilizan para patrullaje en zonas de difícil acceso, especialmente en pasos informales o zonas de contrabando.
El desarrollo de sistemas de visión artificial entrenados con inteligencia artificial permite incluso identificar materiales o mercancías peligrosas mediante análisis de imágenes, aumentando la eficacia del control sin requerir intervención humana directa.
Más allá de la tecnología, el desafío es la interconexión entre los sistemas aduaneros de los países sudamericanos.
El proyecto “Aduanas 4.0 del Mercosur”, impulsado desde 2023, busca crear una plataforma interoperable regional que permita compartir información en tiempo real sobre cargas, infracciones y rutas logísticas. La automatización de tareas reduce la necesidad de personal en frontera, y la dependencia tecnológica obliga a inversiones sostenidas en ciberseguridad y capacitación. “Los controles digitales no sustituyen al ser humano, lo complementan. Pero exigen profesionales con nuevas competencias: analistas de datos, expertos en ciberseguridad y auditores digitales”, destacó la especialista uruguaya en comercio exterior, Natalia Bentancor. La tendencia es clara: Sudamérica avanza hacia una aduana digital, predictiva y cooperativa, en la que la tecnología no solo agiliza el comercio, sino que fortalece el control estatal y la transparencia pública.
Mientras el mundo redefine sus cadenas logísticas, la región enfrenta el reto de equilibrar agilidad, seguridad y soberanía, asegurando que la revolución tecnológica en las fronteras beneficie a todos los actores del sistema.

