Los niños del exilio: un viaje que fue parte del inicio de la apertura democrática

Camilo Casariego, uno de los protagonistas del retorno del exilio uruguayo en diciembre de 1983, cuenta su experiencia.

Camilo Casariego, entrevistado por la TV española en lo que fue su retorno, hace 41 años.

En el marco de un nuevo aniversario de aquel histórico evento, Camilo Casariego, uno de los niños protagonistas del retorno del exilio uruguayo en diciembre de 1983, reflexionó sobre su experiencia en diálogo con Diario La R.

La llegada de los 154 niños, niñas y adolescentes al Aeropuerto de Carrasco, organizada por el Comité Internacional Pro Retorno del Exilio Uruguayo, significó más que un reencuentro familiar. Según Casariego, aquel evento tuvo una dimensión política y social que solo con el tiempo comenzó a comprender: “En el momento no nos dábamos cuenta de la dimensión política que tenía. Viéndolo ahora, entendemos que el recibimiento no era solo para nosotros, sino para lo que representábamos: el retorno del exilio”. El vuelo, financiado por el gobierno español a través de la compañía Iberia, aterrizó el 26 de diciembre de 1983 en Montevideo, donde una multitud esperó con emoción a los pasajeros. “Desde el aeropuerto hasta la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay (AEBU) en la Ciudad Vieja, fue una fiesta. Nos abrazaban, nos besaban, era como el recibimiento a campeones del mundo”, recordó Casariego.

La emoción del regreso contrastaba con los temores de aquellos días. Casariego, entonces un preadolescente de 13 años, destacó la conciencia que tenían sobre el contexto político: “Sabíamos que no éramos bienvenidos por la dictadura. Mis padres me hablaban de un Uruguay al que no se podía volver porque estaban los milicos. Incluso en el avión, todo era un relajo hasta que aterrizamos; ahí se hizo un silencio absoluto”. Para muchos, la visita de estos niños fue uno de los hitos que marcó el inicio del fin de la dictadura. Casariego lo confirma: “Ese año fue clave, con varios mojones. Pero sin duda, nuestra llegada fue uno. Recuerdo haberle dicho a mi padre, que estaba en Italia, ‘la dictadura se acabó’, porque en la calle todos cantaban ‘se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar’”.

El reencuentro con familiares y el calor del pueblo uruguayo hicieron de esa experiencia algo inolvidable. Sin embargo, no todo fue alegría inmediata para todos. Casariego, quien venía a visitar a su madre presa, compartió: “Siempre era un bajón verla en esas condiciones. Pero en ese viaje, con el recibimiento de la gente, todo cambió. Fue una fiesta”. 41 años después, la memoria de aquella visita destaca como un símbolo de esperanza, resistencia y transición hacia la democracia en Uruguay.

El viaje

El 26 de diciembre de 1983 llegaron a Uruguay 154 niños, niñas y adolescentes, hijos de exiliados y presos políticos de la dictadura, provenientes de distintos países europeos. Su retorno fue organizado para reencontrarse con familiares y tuvo un impacto político y social significativo. Desde el aeropuerto de Carrasco, una multitudinaria caravana de más de 100 vehículos los acompañó por la rambla hasta la sede de la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay (AEBU), donde se centralizaron las actividades durante dos semanas. En paralelo, en la esquina de 18 de Julio y Duvimioso Terra, José Germán Araujo mantenía una huelga de hambre desde el 18 de diciembre, protestando contra la clausura de CX 30 La Radio, desde donde desafió continuamente al régimen militar. El vuelo DC-10 Costa del Sol de Iberia aterrizó en Carrasco a las 11:25 del día siguiente a Navidad. En la terraza del aeropuerto, una multitud recibía a los niños y adolescentes al grito de “¡Uruguay, Uruguay!”. Tras el descenso, subieron a ómnibus Leyland que formarían parte de una lenta caravana hacia AEBU. A lo largo del trayecto por la rambla, cientos de personas se agolpaban para saludarlos, tocarlos y abrazarlos, en un gesto de calidez y esperanza que convirtió el viaje en una experiencia inolvidable. Los jóvenes que regresaron en régimen de visita se habían reunido previamente en Madrid. La mayoría residía en España, pero también había quienes venían de Italia, Suecia, Holanda, Francia, Austria, la República Democrática Alemana y la Unión Soviética. La dictadura impuso estrictas condiciones para el viaje, especialmente para las niñas, quienes debían vestir trajes por debajo de las rodillas, evitar prendas rojas y abstenerse de abrazarse, en un intento por controlar los detalles más simbólicos del reencuentro.

1 Comment

  1. Un evento memorable. Obvio,los fachos enojados. Pero ya menos visibles porque se terminaba la dictadura y muchos se estaban reciclando rápidamente como demócratas…

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