Los patos, los nuevos héroes de los arrozales en China

Controladores de plagas, fertilizantes vivientes y aliados ecológicos en los campos de arroz de China.

En un rincón verde del sureste de China, mientras el sol se asoma entre montañas y arrozales, una escena insólita se repite cada mañana: cientos de patos marchan con entusiasmo hacia los campos inundados. No es una caminata al azar. Son trabajadores con pico y patas, enviados a cumplir una misión agrícola muy específica: proteger los cultivos sin dañar el medio ambiente.

Esta práctica, aunque parece curiosa, en realidad es una técnica agrícola milenaria que ha resurgido con fuerza en la era moderna de la sostenibilidad. Los patos no solo combaten plagas, sino que también fertilizan la tierra, oxigenan el agua y por si fuera poco, ofrecen carne y huevos como valor agregado en definitiva son multiusos.

Los agricultores chinos, especialmente en las provincias de Zhejiang, Fujian y Hunan, han redescubierto este método natural, también conocido como «agricultura integrada pato-arroz». La idea es simple pero brillante: los patos se sueltan en los arrozales poco después de la siembra. Allí se alimentan de insectos, larvas, caracoles y malezas que amenazan al arroz, sin dañar las plantas. No necesitan químicos ni intervención humana. Solo su instinto natural.

Además, al caminar constantemente sobre el terreno, los patos airean el agua y remueven el lodo, previniendo el crecimiento de algas dañinas y mejorando la salud del cultivo. Y por supuesto, sus excrementos se transforman en un fertilizante orgánico rico en nitrógeno y fósforo.

Pero la función de los patos no termina ahí. Su presencia constante ahuyenta a otras aves que podrían comerse el grano maduro. Y al final del ciclo, muchos agricultores optan por criar a algunos de estos patos para comercializar su carne o huevos, cerrando así un ciclo productivo, ecológico y rentable.

Incluso hay escuelas rurales que utilizan este sistema como herramienta educativa, enseñando a niños sobre sostenibilidad, biodiversidad y respeto al entorno desde una edad temprana.

El uso de patos en la agricultura no solo ha llamado la atención en China. Países como Japón, Vietnam, Bangladesh y Corea del Sur también han adoptado el sistema con gran éxito. Incluso en Europa y América Latina ha comenzado a generar interés, especialmente entre cooperativas ecológicas y granjas regenerativas. Los científicos respaldan esta práctica, afirmando que puede aumentar el rendimiento de los cultivos y reducir los costos de producción. Además, es una alternativa valiosa frente al uso excesivo de agroquímicos, que han generado preocupación por sus efectos en la salud humana y el ambiente.

Lejos de ser una curiosidad rural, los patos en los arrozales representan una lección de sabiduría ancestral con mirada hacia el futuro: una agricultura que trabaja con la naturaleza, y no contra ella. En tiempos donde el planeta clama por prácticas más limpias y responsables, tal vez la respuesta no esté en una máquina nueva, sino en un amigo emplumado que solo necesita agua, sol y una oportunidad.

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