Diario la R accedió a entrevistar a Luis “Toto” Caputo luego del triunfo en las elecciones de medio término en Argentina. Actual ministro de Economía de la República Argentina desde diciembre de 2023, representa la continuidad de una visión financiera orientada a la estabilidad macroeconómica a través de disciplina fiscal y apertura a los mercados internacionales. Su trayectoria, que articula experiencia privada y gestión pública, lo convierte en una figura paradigmática del vínculo entre política y finanzas globales. En esta entrevista se abordan sus fundamentos teóricos, los desafíos estructurales de la economía argentina y su lectura del papel del Estado en un contexto de reformas liberales.
– Usted es una figura recurrente en la política económica argentina, tanto durante la administración de Mauricio Macri como ahora bajo el gobierno de Javier Milei. ¿Qué elementos de su formación y experiencia profesional considera determinantes para afrontar este nuevo ciclo?
– Me formé en Economía en la Universidad de Buenos Aires y trabajé buena parte de mi vida en el sistema financiero internacional, en instituciones como JP Morgan y Deutsche Bank. Ese recorrido me permitió conocer de cerca cómo se construye la confianza y cómo operan los flujos globales de capital. Cuando volví a la función pública lo hice con la convicción de que Argentina necesitaba integrarse de manera racional al mundo financiero, y no vivir de espaldas a él.
– El gobierno de Javier Milei promueve un programa de ajuste estructural y reducción del Estado. ¿Cómo interpreta usted ese proceso desde el punto de vista económico?
– El ajuste no es un fin en sí mismo, sino un medio para ordenar un Estado que históricamente ha gastado por encima de sus posibilidades. Ningún país puede desarrollarse sobre la base de déficits permanentes. Nuestro objetivo es lograr equilibrio fiscal real, con transparencia en las cuentas y un Estado que concentre recursos en lo esencial: educación, seguridad y salud. El resto debe ser función del sector privado.
– Se le conoce como “el hombre de los mercados”. ¿Cómo se traduce esa lógica en la práctica política?
– Los mercados no son enemigos del país; son actores que observan comportamientos, señales y credibilidad. Cuando las reglas son claras y los compromisos se cumplen, el financiamiento aparece. Si el Estado cambia las reglas cada dos años, la confianza se destruye. La tarea del ministro es reconstruir esa previsibilidad.
¿Qué factores identifica como los mayores riesgos para la economía argentina en esta etapa?
– Los principales riesgos son tres: la falta de gobernabilidad política para sostener reformas profundas, la resistencia de ciertos sectores a perder privilegios y la desconfianza en el sistema financiero. Si logramos estabilizar expectativas y mantener disciplina fiscal, el resto se acomoda.
– ¿Cómo concilia la ortodoxia económica con la necesidad de legitimidad democrática?
– Gobernar con seriedad implica decir la verdad. No se puede prometer crecimiento inmediato cuando el punto de partida es la crisis. El sinceramiento económico puede ser impopular, pero es el único camino hacia un futuro sostenible. La legitimidad se construye con resultados, no con relatos.
– ¿Cómo imagina el futuro económico de Argentina bajo su gestión?
– Si mantenemos el rumbo, 2026 puede ser un año de recuperación real. El país tiene recursos, energía y capital humano. Lo que faltaba era consistencia en las políticas. Si logramos consolidar equilibrio fiscal, una moneda estable y reglas claras, Argentina puede volver a ser un actor confiable en el mundo.

