«Mi papá fue sargento en el 300 Carlos»

Historias Desobedientes es un colectivo conformado por hijas e hijos de represores de la dictadura militar que rechazan los crímenes de sus padres.

Este colectivo nace en Argentina 6 años atrás y se expande rápidamente a Chile, Brasil, Paraguay Guatemala y Uruguay. Actualmente incluso existe un grupo en formación en Alemania integrado mayormente por nietos de Nazis que condenan el genocidio perpetuado por sus abuelos. En Uruguay Historias Desobedientes nace en 2020 de la mano de Irma y Ana Laura Gutiérrez, dos hermanas hijas de Armando Gutiérrez, Sargento ya fallecido que revistó en el centro de detención y torturas que funcionó en el galpón n° 4 del Servicio de Material y Armamento del Ejército (SMA), más conocido como «300 Carlos» o «Infierno Grande».

Diario La R conversó con Irma Gutiérrez, quien nos comenta que el grupo en Uruguay ya cuenta con 11 miembros. «Ya teníamos conocimiento de que existía el colectivo pero nos animamos a iniciar Historias Desobedientes Uruguay hace un año y medio» comentó la hoy activista por los Derechos Humanos y la memoria.

Irma relata que todo comenzó con «charlas con los colectivos de Argentina y Chile hace un año y medio pero salimos públicamente en el mes de noviembre de 2020» y define al colectivo como de «hijas, hijos y familiares de represores que estamos en contra de lo que hicieron nuestros familiares en la dictadura». «Nosotros tenemos la posición de que lo que hicieron fue represión por parte del Estado, ellos son responsables y estamos en la posición contraria de todo lo que sucedió en esa época» explicó.

En cuanto a las actividades del grupo en Uruguay Irma cuenta que lo que hacen es trabajar por verdad, memoria y justicia. «Actualmente estamos muy en contacto con los colectivos de Derechos Humanos» afirmó.

Otra de las actividades que han desarrollado en su corta vida como colectivo es la edición de libros a través de un taller de expresión literaria que han conformado: «hemos hecho construcciones colectivas e individuales y una de las escrituras que yo hice aparece en el libro que se llama Desobediencia debida. Libro que se publicó en Argentina y está próximo a llegar a Uruguay» nos dice.

A su vez Historias Desobedientes Uruguay ha coordinado con grupos como Familiares de Detenidos Desaparecidos, y forma parte de la comisión Sitio de Memoria de La Tablada. También tiene un estrecho lazo con la organización Jóvenes por la memoria. «Estamos trabajando para que se sepa qué es lo que pasó y que eso quede como acervo histórico» afirmó.

El proceso

Las historias de familiares de represores son muy diversas pero en todas se da un proceso que se traduce en un quiebre. «El primer paso cuando entrás al colectivo es quebrar con todo lo aprendido y todo lo que te inculcaron en la infancia tu propia familia. A veces es complejo, en el caso de mi hermana y el mío por suerte pudimos hacer este camino juntas» relató Irma a la R.

Irma agrega que para recorrer ese proceso «uno tiene que poner al familiar, que en general tiene en un pedestal y bajarlo de ahí para luego decir no, esta persona no es tan buena o quizás fue buena conmigo pero en realidad fue terrible con un montón de personas».

Nos cuenta que el proceso de su hermana «comenzó en la adolescencia militando en el gremio del liceo pero que en realidad darse cuenta de que su padre había estado en tal o cual lado fue a los 26 años».

En el caso de Irma la ruptura se dio a partir de su militancia feminista: «sufrí violencia basada en género y sobreviví a un intento de femicidio» nos cuenta y asegura que a partir de ahí conoció el feminismo y «de la mano del feminismo» a las expresas políticas. «Eso me hizo cuestionarme un montón de cosas. No solo propias sino también de mi familia y de lo que me rodeaba. Eso me hizo hacer un quiebre, primero con la educación que tuvo mi padre para conmigo y junto con eso también vino el no poder dejar de identificarme con las mujeres que fueron torturadas en la dictadura. No me podía considerar feminista si no me cuestionaba todo eso que habían pasado» explicó y afirmó que «la violencia en la dictadura hacia las mujeres tuvo un sesgo atravesado por el machismo». Irma cuenta que ese fue su camino a la ruptura y que cuando comenzaron sus cuestionamientos la verdad le «explotó en los ojos».

«Mi papá fue Sargento, estuvo en el 300 Carlos «Infierno Grande» y es terrible darse cuenta de que ese lugar a donde yo iba en la infancia era un centro de tortura. Nosotros hicimos hace poco la recorrida de la mano de las personas que fueron torturadas allí y fue terrible» comentó.

Irma recuerda que el centro de detención y torturas en donde trabajaba su padre era un espacio muy visitado por ambas hermanas: «toda mi infancia íbamos a las fiestas infantiles, los días del niño y de reyes, a veces el médico nos atendía en el cuartel mismo de mi padre» dijo. Las Desobedientes además de romper con un familiar también deben enfrentar su discurso político inculcado durante su infancia y juventud: «tenía una idea de que había existido una dictadura pero mi padre tenía ese discurso de que estaban luchando contra los comunistas y yo ni siquiera me lo tomaba en serio. No me importaba» afirmó la entrevistada.

«Por ahí están los huesitos»

En lo referido a su memoria personal Irma advierte que sus recuerdos pueden llegar a ser de gran valor para las investigaciones que buscan esclarecer los hechos del llamado pasado reciente.

Es en ese marco es que retoma un episodio de su infancia que le quedó marcado en la memoria. «Recuerdo una vez que fuimos al cuartel a una inauguración de la plaza de armas del SMA. Estando allí mi padre señala como para un costado donde hay una cancha y dice a otra persona «por ahí están los huesitos». Me acuerdo de esa situación porque la tengo muy claramente grabada y aunque el comentario no era para mí, me estaba mirando cuando lo realizó» recuerda Irma.

Sobre la posibilidad de que esos «huesitos» puedan ser los restos de un detenido desaparecido Irma contó a La R que comunicó la información con la locación del hecho incluida a los antropólogos del Museo de la Memoria: «ellos me ayudaron a poner en orden un poco los recuerdos» dice Irma Gutiérrez y agrega que los antropólogos lo consideran de gran interés porque «nunca tuvieron a nadie que tuviese recuerdos desde ahí adentro» y aseguró que «algunos más tengo».

De todas maneras Irma llama a la cautela ya que según le han advertido «muchos de esos comentarios no siempre llegan a una información real».

Sobre el vínculo con su padre Irma nos cuenta que en su caso se trató de un padre violento, distante y poco afectivo. «Mi padre era un hombre ausente, estaba presencialmente pero no era buen padre, no era amoroso. Era una presencia en la casa que no aportaba nada» nos dice Irma y agrega que «si bien tuvimos una relación decente, lo era porque cada uno sabía la función que cumplía. El día que se rompió esa función todo se sacudió». Ana Laura Gutiérrez hermana menor de Irma llegó en su momento a increpar al padre pero según nos cuenta Irma «chocaba como con una pared».

Garantías de no repetición

Irma, quien hoy estudia trabajo social, ve su historia con una perspectiva diferente y busca no reproducir con su hija, que hoy tiene 13 años, la violencia que vivió en su casa durante su infancia. «Hoy lo veo desde los estudios de lo social» nos dice, «cuando venís de un medio violento tendés a repetir la violencia a menos que te la cuestiones» explicó y afirmó que que su llegada al colectivo de Historias Desobedientes tiene que ver con esa búsqueda de no reproducción de la violencia familiar: «Parte de todo mi camino para llegar a este lugar viene de que yo no quería que la vida de mi hija fuera con la violencia que yo había vivido toda mi vida y que estaba empezando a repetir» aseguró.

Desde esa perspectiva Irma sostiene que analiza la conducta de sus padres y entiende que «hicieron lo que pudieron» aunque reafirma: «no los justifico ni tampoco los perdono pero era lo que tenían y lo que pudieron hacer». Hoy su hija adolescente la acompaña a actividades como las visitas al Museo de la Memoria o a la Cárcel de Cabildo (en donde se proyecta un Sitio de la Memoria) y según nos comenta Irma, se puede ver un gran salto generacional: «Los adultos deberíamos prestarle más atención a esa generación» nos dice.

El camino recorrido por Irma y las Desobedientes tiene desafíos que la activista define como «complejos». Irma nos relata que «ponerte en esta posición te hace sentir culpable de una culpa que no es tuya pero la sentís igual». Irma nos dice que al mismo tiempo el recibimiento de las organizaciones de Derechos Humanos fue «conmovedor» y agrega que se sintieron muy bien recibidas: «nos recibieron con los brazos abiertos y de una manera tan amorosa que no me entra en el pecho» dijo.

En referencia a las personas que pueden encontrarse en una situación similar a la de ella pero que no han dado el paso hacia el quiebre con el relato familiar, Irma nos dice que «es un camino duro y no es fácil poner en tela de juicio la familia que te educó, pero hay dos resultados posibles: Ponés en tela de juicio a quien te educó y resulta ser mejor de lo que esperabas y estás ganando pero si termina siendo peor de lo que esperabas estás aprendiendo» concluyó Irma Gutiérrez en diálogo con Diario La R.

2 Comentarios

  1. es una actitud muy leal y valiente las de estas mujeres que lograron enfrentar su familia en busca de la verdad y la justicia tienen una conciencia humana que conmueven

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