El Gobierno de la primera ministra británica, Liz Truss, fue objeto de críticas después de que se negara a descartar apagones en el país.
El Operador del Sistema Eléctrico de la Red Nacional (ESO) calcula que algunas partes del Reino Unido podrían quedarse sin electricidad por al menos 3 horas diarias en pleno invierno.
Refiriéndose a la advertencia de apagón emitida por ESO el 6 de octubre, el secretario del Clima, Ed Miliband, explicó que el documento muestra la «vulnerabilidad del Reino Unido como país, como consecuencia directa de una década de política energética conservadora fallida».
«Prohibir la energía eólica en tierra, recortar la inversión en eficiencia energética, paralizar la energía nuclear y cerrar los almacenes de gas llevaron a facturas más altas y a la dependencia de las importaciones de gas. Sin embargo, los conservadores siguen sin aprender las lecciones», argumentó Miliband.
Por su parte, el líder de los liberales demócratas, Ed Davey, instó a convocar al Comité de Emergencia Cobra para hacer frente a la posibilidad de apagones. Dijo que «si no se actúa ahora, millones de personas podrían verse sumidas en apagones continuos, mientras los precios de la gasolina y el gasóleo de calefacción se descontrolan aún más».
La perspectiva de los apagones también alarmó al Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS), cuya fuente anónima citada por el diario Daily Mail afirmó que «el clima frío puede traer consigo un aumento de los problemas respiratorios y de las caídas, afectando a menudo a las personas más vulnerables, incluidas las que no pueden mantener sus hogares calientes». La fuente añadió que «los cortes de electricidad no harían más que empeorar la situación, aumentando la presión sobre el NHS en un momento en el que ya está muy presionado».
Los grupos sanitarios británicos se hicieron eco de esta afirmación y advirtieron de que los posibles apagones suponen un riesgo para los miles de adultos y niños cuya atención depende de máquinas que salvan vidas. Andy Fletcher, director ejecutivo de Together for Short Lives, declaró a The Guardian que «para los niños gravemente enfermos, un apagón de tres horas podría privarles de equipos vitales para salvar sus vidas, como ventiladores, oxígeno y control de temperatura». Según él, «las familias se verían obligadas a decidir si internan a su hijo en el hospital, lo que sería extremadamente perturbador y angustioso».