Palacio de Verano: Modernidad y tradición

Una construcción que ha sobrevivido a los siglos y sigue siendo un misterio en la historia imperial de China.

Aunque el mejor tiempo para visitar El Palacio de Verano es entre abril y mayo, no existía fuerza que me alejara, comenzando el invierno, de visitarlo por primera vez; las oportunidades se aprovechan, y si estoy en China en esta época del año, pues adelante.

Unos 20 km lo separan del centro de la ciudad de Beijing, 300 hectáreas de un paisaje montañoso con grandes palacios históricos que dialogan en un ambiente natural, místico y tranquilo, a las afueras de la ciudad. En todo el mundo es conocido por su arquitectura, símbolo de los jardines imperiales tradicionales, y fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.

Desde principios de los años 1100, varios emperadores reconocieron la localidad como un excelente sitio para el recreo y la caza por su belleza natural. Se construyeron templos y jardines, y cambió muchas veces de nombres. En los años que duró la Dinastía Qing (1640 y 1910 aproximadamente), el emperador Qianlong, unificó las edificaciones, llevando el sitio a su máxima expresión. Para celebrar el celebrar el 60 cumpleaños de su madre, ordenó su expansión masiva. El Lago Kunming (es una construcción artificial y tiene forma de melocotón, representando la longevidad de la cultura tradicional china), la Colina de la Longevidad y los paisajes en los alrededores datan de esa época. Desde ese entonces El Palacio de verano fue un lugar para el descanso y el recreo de los emperadores y sus numerosas cortes, que escapaban del calor de la Ciudad Prohibida, su residencia permanente en el centro de Beijing.

Durante la Segunda Guerra del Opio, las fuerzas aliadas anglo-francesas avanzaron sobre Beijing. En 1860, las tropas británicas y francesas saquearon el jardín, robando innumerables tesoros de arte, sedas, porcelanas y joyas. Un incendio que duró tres días y tres noches redujo la mayor parte de los edificios a cenizas. Esta acción fue un castigo al emperador Xianfeng por haber torturado y ejecutado a emisarios europeos.

Durante 28 años estuvo en ruinas, hasta que la poderosa emperatriz viuda Cixi, decidió reconstruirlo, aunque varias fuentes apuntan a que se utilizó el dinero destinado a la modernizar el ejército y la flota china. Lo que vemos en la actualidad es esa reconstrucción. Cixi cambió el nombre, ordenó la fabricación del Barco de Mármol (objeto inservible para navegar, pero que demostraba el imperio bajo su poder), la Gran Galería o Gran Corredor (728 metros de pasillo techado con pinturas que recreaban la época, con el objetivo de que la emperatriz pudiera atravesar las instalaciones sin importar las inclemencias del tiempo) y el Palacio de la Benevolencia y la Longevidad para atender asuntos de estado.

A esas construcciones se les puede añadir el Puente de los Diecisiete Arcos, réplica del puente Marco Polo, que une la orilla del lago Kunming con la isla de Nanhu, en el medio del lago. Tiene una longitud de 150 metros y una anchura de ocho metros. Está decorado con 540 leones esculpidos en diferentes posturas. La mayoría de los edificios que forman el Palacio están situados entre el lago Kunming y la Colina de la Longevidad. Hay residencias, teatros, pagodas, puertas, muelles y otras diversas construcciones. Uno de los pabellones, sirvió de cárcel durante más de 10 años, al Emperador Guangxu, nieto de Cixi, después de protagonizar un intento de reforma en 1898 que no fue del agrado de su abuela.

Con el paso de la China Imperial a la Republicana, el deterioro del recinto se acrecentó. Sin emperadores, los antiguos empleados de palacio procedieron a la progresiva venta de materiales y riquezas. El palacio se abrió al público por primera vez como un parque en 1914. Luego del establecimiento de la República Popular se iniciaron proyectos de restauración y conservación continua.

Hoy, el Palacio de Verano es un testimonio de la ingeniería, el arte y la resiliencia de la cultura china. Todo tipo de visitantes, nacionales y de varias latitudes pueden acceder a estas instalaciones, incluso a través de los espacios inclusivos para discapacidades físicas. En verano y primavera, con un cielo azul y colores floreados, en el invierno con el blanco hielo de las aguas y el cielo haciéndose uno solo, este Palacio es una joya arquitectónica y paisajística.

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