Personalizar los ejercicios pueden potenciar sus beneficios en el bienestar humano

Las ciencias del deporte demuestran que cada persona responde de manera diferente a los efectos del ejercicio

La salud cardiovascular es uno de los aspectos más importantes de la salud general, y la actividad física juega un papel fundamental en su mantenimiento. La actividad física en la prevención, tratamiento y rehabilitación de enfermedades cardiovasculares, así como la necesidad de inculcar el hábito desde edades tempranas, es un aspecto importante para llevar una vida saludable.

Los beneficios del ejercicio sobre la salud son múltiples, y la ciencia nos muestra prácticamente cada semana nuevos descubrimientos acerca de sus bondades. De hecho, cada vez más sociedades científicas consideran al ejercicio como una verdadera medicina por sus efectos positivos en la gran mayoría de órganos y sistemas, y por su impacto tanto en la prevención como el tratamiento de la mayoría de enfermedades crónicas no transmisibles del siglo XXI.

Sin embargo, se ha observado que la respuesta de cada persona a los efectos del ejercicio es muy variable, y hay personas que viven unos cambios muy grandes tras pocas sesiones o semanas de entrenamiento, mientras que otras no responden tanto a la actividad física.

Este enfoque busca mejorar significativamente la eficacia de los tratamientos médicos y reducir los efectos secundarios, al proporcionar intervenciones más personalizadas y específicas para cada individuo. En este nuevo paradigma, el ejercicio juega un papel fundamental, especialmente en aquellos programas dirigidos a la prevención y el tratamiento de enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico, la hipertensión, el alzhéimer, la osteoporosis o algunos tipos de cáncer.

Las ciencias de la actividad física y del deporte han experimentado un crecimiento exponencial en las últimas dos décadas, y actualmente hay una gran evidencia científica sobre cómo combinar las variables que definen un programa de ejercicio: la frecuencia, el tipo, el tiempo, el volumen o cantidad total de ejercicio, así como la progresión del programa de entrenamiento. En la actualidad, la ciencia está replanteando que hay que tener en cuenta también la hora a la que se hace el ejercicio para tratar de optimizar sus efectos.

Tradicionalmente, se ha pensado que hacer ejercicio por la mañana y en ayunas favorece la pérdida de peso, lo que contrasta con los resultados científicos más recientes que indican que la capacidad para quemar grasa durante el ejercicio parece ser mayor cuándo se hace por la tarde, especialmente en hombres.

Además, se ha mostrado que hacer ejercicio por la tarde podría mejorar el control de la glucosa o la presión arterial en personas con obesidad, diabetes tipo 2, en personas con hipertensión o en aquellas que tienen síndrome metabólico.

Los resultados de un estudio del biobanco del Reino Unido que incluyó a más de 90.000 personas con un seguimiento medio de 7 años muestran que la intensidad puede ser un factor clave, y sugiere que las personas que más actividad física de intensidad, moderada o vigorosa hacen entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde presentan un menor riesgo de mortalidad por todas las causas y de enfermedad cardiovascular, comparados con aquellas personas que hacen la mayor parte de su actividad entre las 5 y las 11 de la mañana.

La buena noticia es que este estudio también muestra, de forma inequívoca, que hacer actividad física de intensidad, moderada o vigorosa en cualquier momento del día se asocia con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, enfermedad cardiovascular y cáncer comparado con no hacer nada. Por otro lado, los resultados de un estudio del mismo biobanco del Reino Unido indican que la actividad física que se realiza como parte de la vida diaria, principalmente por la mañana, se asocia a un menor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.

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