Plef: el arte que no se borra y la lucha que sigue viva en las calles de Montevideo

Felipe Cabral, conocido como Plef, fue mucho más que un grafitero. Fue la llama que hoy sigue viva a través del arte, la memoria colectiva y una batalla contra la impunidad.

En la ciudad de Montevideo, donde el cemento convive con el mar y los muros son lienzos improvisados, una firma comenzó a repetirse con fuerza: Plef. Letras redondas, colores intensos, trazos enérgicos. Ese rasgo, breve pero potente, pertenecía a Felipe Cabral, un joven artista urbano, músico y activista que encontró en el arte callejero no solo una forma de expresión, sino una herramienta para comunicar, incomodar y transformar.

El 16 de febrero de 2019, a plena luz del día, Felipe fue asesinado de un disparo mientras registraba con su cámara un grafiti que había realizado horas antes. Tenía solo 30 años. La noticia sacudió a la sociedad uruguaya, pero sobre todo al mundo del arte y la cultura urbana. Su crimen (hasta hoy impune) abrió un debate profundo sobre la criminalización del arte callejero, los límites de la propiedad privada y el valor simbólico del espacio público.

Plef no fue un artista convencional. No expuso en galerías, ni firmó contratos con marcas. Su territorio era la calle, y su audiencia, cualquiera que pasara frente a un muro pintado. Su obra combinaba mensajes sociales, crítica política, ironía y sensibilidad. No buscaba solo embellecer el entorno: lo quería demandar. Su trabajo era incómodo para algunos, inspirador para otros. Pero siempre, auténtico.

Además del grafiti, Felipe era músico. Participaba en colectivos de rap como Magia Negra Squad, donde sus letras, igual que sus murales, hablaban de desigualdad, identidad, derechos y resistencia. Su seudónimo, “Plef”, era simplemente su nombre al revés, como un gesto divertido pero también simbólico: mirar lo cotidiano desde otra perspectiva.

El asesinato de Plef no solo cortó su vida; también encendió una ola de indignación. Aunque se identificó a un sospechoso, un vecino que vivía junto a la casa abandonada donde Felipe pintó su último mural, la investigación nunca prosperó. El sospechoso falleció meses después, sin ser procesado. La causa fue archivada. Y así, el crimen quedó sin justicia.

Sin embargo, la historia no terminó ahí. Lo que sí prosperó (y aún crece) es el legado cultural y político de Plef. Su muerte fue un punto de inflexión. Lo que antes era arte efímero se convirtió en símbolo permanente. Su firma, sus personajes, sus colores, comenzaron a reproducirse por decenas de manos en muros de todo Montevideo y otras ciudades del país. El nombre “Plef” dejó de ser solo suyo para transformarse en una consigna.

Hoy, seis años después, el rostro y los trazos de Plef siguen vivos en las calles. Múltiples artistas han replicado su estilo como homenaje, pero también como acto político. Porque en Uruguay, donde el arte callejero aún es penalizado en algunos casos, mantener su obra presente es una forma de denuncia y de resistencia. Sus murales son hoy altares simbólicos. En ellos se lee: “Plef vive”, “Justicia”, “No fue accidente”.

Su historia ha sido recuperada por músicos, cineastas, escritores y académicos. En 2024, el reconocido cantautor Fernando Cabrera lanzó una canción titulada “Felipe Plef”, donde pone en palabras el dolor por la impunidad y el valor de su legado. Asimismo, museos y colectivos culturales han organizado muestras que revisan no solo su obra, sino también el debate que generó su asesinato.

El caso de Plef no se limita a un crimen sin resolver. Representa una conversación urgente sobre el arte en el espacio público, el derecho a la ciudad, la función social de la cultura y la responsabilidad del Estado frente a la violencia y la impunidad.

Porque en las ciudades donde los artistas son silenciados, los muros terminan hablando por ellos.

 

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3 Comentarios

  1. Esperemos justicia por Plef.

    No es arte.

    Ojalá borren toda esa basura de Plef y los demás rayones de los infradotados que enchastran la ciudad.

    Esperemos que el MI empiece a aplicar el codigo de faltas y la IM aplique multas por aquello de las ‘ventana rotas’.

    Si a vos autora te gusta este estropicio a la ciudad, que agredan una casa pintada y restaurada con esfuerzo, tenés que poner abajo de la nota la dirección tu casa para que vayan los infradotados a hacer ‘arte’.

    No escribas arrogandote representación de los demás.

  2. No jodan con lo de Plef, que además de no ser arte sino mamarrachos, era totalmente irrespetuoso y atrevido. La propiedad privada es de uno, y la propiedad pública es de todos. Quién se creía ese personaje para agarrarla para expresar lo que a él le gustara?

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