Ante un tumor, lo más importante es acabar con absolutamente todas las células cancerosas para evitar que haya un rebrote. Por ello, el arsenal de armas contra el cáncer está siempre en aumento. En la actualidad hay muchos tipos de tratamiento para el cáncer; algunas personas con cáncer solo reciben uno de estos tipos de tratamiento, mientras que otros reciben una combinación de métodos, como cirugía con quimioterapia o con radioterapia. Pero más allá de este escenario, lo más importante es detectar el cáncer a tiempo y combatirlo con la misma rapidez.
Con el pasar de los años, los métodos han evolucionado e inclusive se han vuelto menos invasivos y más prácticos para el paciente. Uno de ellos es la protonterapia o terapia con protones, una nueva modalidad de radioterapia externa de mayor precisión que aporta mejor distribución de la dosis; por lo tanto, al presentar menor radiación de los tejidos sanos, genera menor riesgo de efectos radioinducidos innecesarios.
Su aplicación supone un gran avance clínico, basado en el beneficio dosimétrico, que es superior para protones comparado con cualquier otra modalidad de radioterapia de alta precisión disponible. Los protones depositan su energía en capas sucesivas en el tumor de manera muy veloz, consiguen su destrucción y la reparación por tejido normal cicatricial. Los esfuerzos tecnológicos se mueven hacia tratar de lograr la adquisición de imágenes y protonterapia a tiempo real. De este modo, en el futuro se espera poder detectar e irradiar el tumor al mismo tiempo, maximizando los efectos de la terapia y minimizando el daño a otros tejidos. Pero cabe señalar que estos métodos ya comenzaron a incorporar la inteligencia artificial, y podría ser clave para conseguir reducir los tiempos de efectividad al mínimo posible y, así, acabar con el cáncer a base de protones.