Los seres humanos somos naturalmente reservorio de virus y bacterias, algunas de ellas son necesarias para el bienestar humano, otras nos podrían dañar si invaden parte del cuerpo, ya sea por efectos externos, factores predisponentes o de riesgo propios de cada persona.
En este caso, para la “meningitis meningocócica” los médicos aseguran que es causada por la bacteria Neisseria meningitidis.
Cuando alguien tiene meningitis meningocócica, las bacterias infectan el tejido que cubre el cerebro y la médula espinal, y causan inflamación.
Las enfermedades que se pueden desarrollar a partir de la Neisseria meningitidis son: meningitis, meningococcemia cuando la infección se da en la sangre (puede derivar en púrpura y en la afectación de órganos vitales) y en menor frecuencia artritis, neumonía, pericarditis, endocarditis, conjuntivitis, entre otras infecciones.
La trasmisión de la bacteria se da a través de las gotitas que eliminamos al toser o estornudar, besar y en menor medida, al compartir objetos que contengan secreciones respiratorias y de garganta (saliva) por lo que, generalmente, es necesario un contacto cercano estrecho y prolongado (convivientes, compañeros de aula, entre otros.), especialmente en ambientes escasamente ventilados.
Un bajo porcentaje de las personas que son expuestas a esta bacteria desarrolla una enfermedad, el período de incubación promedio es de uno a diez días.
La población especialmente vulnerable son los menores de 5 años así como los adultos mayores y aquellas personas que tienen otras enfermedades que comprometan su inmunidad. Otros factores de riesgo son la exposición al humo de tabaco y asplenia (ausencia de bazo).
El Ministerio de Salud Pública, aseguró que en nuestro país todos los años hay un promedio de entre 20 y 30 casos de infecciones por Neisseria meningitidis. Pero hoy en día, tenemos un total de nueve casos activos y cuatro muertes confirmadas, además el ministerio informa que los casos no tiene relación entre ellos, es decir, sin nexo epidemiológico, y que se deben a distintos serogrupos sin el predominio de ninguno de ellos exclusivamente.
En Uruguay se dispone de tratamientos antimicrobianos que permiten la buena evolución de esta enfermedad, aunque en algunas oportunidades se dan cuadros que evolucionan rápidamente a púrpura fulminante.
Los síntomas más comunes incluyen: fiebre, dolor de cabeza, rigidez del cuello. A menudo hay síntomas adicionales, como: náuseas, vómitos, fotofobia (mayor sensibilidad de los ojos a la luz) y estado mental alterado (confusión).
En caso de presentar algunos síntomas, es esencial hacer la consulta médica a tiempo y sin automedicarse de manera de simplificar su detección y diagnóstico, por lo que se exhorta a la población a hacer la consulta inmediata ante un cuadro febril de cualquier tipo, evitar deambular con síntomas respiratorios, especialmente si se convive o comparte con personas que tengan factores de riesgo, y a ventilar habitualmente los ambientes.