¿Cuál es el impacto de las empresas en el ambiente?
Lo cierto es que desde hace un tiempo importante, básicamente desde la vigencia de la Ley de Impacto Ambiental con el decreto reglamentario del año 2005, todas las actividades que tengan algún impacto sobre el ambiente están controladas por la autoridad ambiental, antes era la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), ahora el Ministerio de Ambiente (MA).
Entonces, hay una serie de proyectos que están definidos en dicho decreto reglamentario que establece la necesidad de que las empresas pasen por una evaluación de impacto ambiental. Ahí básicamente los proyectos se califican según su impacto en A, B, C, o alta complejidad. En base a eso se establecen también cuales son las medidas de mitigación que se le deben exigir si tienen impacto importante sobre el ambiente.
En términos generales se puede decir que Uruguay no tiene grandes problemas generados por impactos ambientales de las empresas. No tiene grandes problemas de ese tipo, quizás también porque no tiene un gran desarrollo industrial. Al no tener grandes y potentes industrias y mucho menos complejas, no hay una afectación que uno pueda advertir sobre el ambiente.
¿Qué ha pasado a lo largo de los años?
Después a lo largo de los años, las empresas han hecho ajustes. A ellasse les da una Autorización Previa (AP) ambiental, donde empiezan a construir. Luego, se les da una AP de operación que debe ser renovada cada tres años. Cada vez que hay que renovar se analiza la empresa y para volverla a dárselas hay que ajustar la misma a la normativa del momento y las exigencias.
Desde ese lado, creo que Uruguay no está mal. En la parte de control, que es bien importante, estamos bastante bien. Tenemos un 92 por ciento de los efluentes industriales controlados en tiempo real por el MA. Hoy todo lo que se vuelca o todo lo que surge de líquido o gas es monitoreado por nosotros.
¿Qué se les exige a las empresas nacionales para cuidar el ambiente?
Uruguay tiene estándares bastante elevados sobre todo lo que ha sido por la incorporación del proceso celulósico. Hay dos cosas que han marcado un poco la vanguardia en decisiones en materia ambiental. Una estar a la altura de lo que es la primera línea en control ambiental de plantas celulosas de las más grandes del mundo como hay en Uruguay. Eso ha hecho que el MA tenga que ponerse al día y manejar muchísimas información, pero también se ha puesto al corriente de los parámetros internacionales permitidos por el primer mundo.
En lo que tiene que ver con la Cuenca del Santa Lucía, por ejemplo, por ser prioritaria y por estar allí la reserva más grande de agua dulce para abastecer de agua potable a Montevideo y el Área Metropolitana, en 2012 con la incorporación del Plan, se han tomado parámetros también del primer mundo. Allí las exigencias son importantes.
Lo cierto es que para cada actividad hay niveles y condiciones determinados que las empresas deben cumplir, ya que sin ellas no pueden operar.
¿Hay diferencias entre una empresa nacional medianamente chica y una multinacional que está instalada en el país?
En principio, la normativa no es diferente según el tamaño de la empresa. Lo que sí nosotros hemos advertido es que en muchos casos tenemos dificultades para que las empresas puedan cumplir con las exigencias ambientales.
Allí hay un trabajo para hacer porque indudablemente la gestión ambiental supone costos y esosa veces son difíciles de observar, ya que hay empresas que están con complicaciones desde el punto de vista económico-financiero. Esa es una realidad.
Esto rota según la situación, pero hoy tenemos un problema con las curtiembres, por ejemplo, porque el negocio del cuero cayó. Entonces, eso hace que las empresas no estén en condiciones de solventar las inversiones en materia de tratamiento de los afluentes y los tratamientos que hay que hacer en esta materia. Entonces, la realidad es que allí buscamos mecanismos de forma tal de poder ayudar a las empresas.
Después, una cosa es una empresa multinacional que sus aportes e inversiones y otra cosa es un frigorífico chico, donde nosotros buscamos el modo de poder de repente ayudar a financiar las obras de las plantas de tratamiento de afluentes con algún fideicomiso en el ámbito del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU).
Entonces, buscamos generar mecanismos de incentivos de buenas prácticas que puedan mejorar las tasas de interés o acceso a determinado tipo de financiación,porque la empresa chica no quede por el camino, pero tampoco dejar de exigir.
¿Cómo viene la implementación de la economía circular en las empresas?
Por ejemplo: todo lo que tiene que ver con el Plan Nacional de Gestión de Residuos.El 23 de febrero fue un día importante porque recibimos el nuevo Plan de envases de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU).
El Plan anterior apenas recuperaba el cuatro por ciento de los envases y con este Plan ellos ajustan nuestras exigencias que surgieron de unas resoluciones que firmamos en abril del año pasado. La recuperación de los mismos aspira a ser del 30 por ciento en el 2023 y el 50 por ciento en el 2025.
El Plan Nacional de Residuos tiene eje en el modelo de economía circular y a su vez no solo en gestión de residuos, sino también en el repensar nuestra propia vida, en que lo que para uno es residuo para otro es recurso, pero esto trasciende el ámbito mismo de los residuos.
¿Están estudiándose algunas nuevas normas a implementar en lo referido a impacto ambiental y economía circular?
Siempre hay cosas para hacer. Creo que la normativa nacional es bastante buena. Tenemos un cuerpo normativo potente. Creo que el gran desafío es cumplir con eso que existe, lo que no quita que podamos trabajar en algunas cosas.
LA CLAVE:
“Tenemos que trabajar en generar algún tipo de incentivo desde el punto de vista tributario, incorporar a los beneficios de la ley de inversiones todo lo que tenga que ver con ambiente y beneficios en los proyectos de economía circular. Creo que hay una serie de gestiones que pueden ir en la línea de lo que ya existe, pero tratando de profundizar los cambios”
Adrián Peña – Ministro de Ambiente