¿Quién se queda con las mascotas en un divorcio?

Casi el 50% de los propietarios estaría dispuesto a aceptar una custodia compartida de su mascota tras una separación

La disolución de una relación matrimonial siempre es complicada por muchos factores. Más allá del final del amor que los unía, culminar con un contrato requiere ciertos acuerdos de las partes y en su mayoría es muy difícil dejar satisfechos a los involucrados. Muchos hablan de la custodia de los hijos, repartición de bienes y hasta pagos o indemnizaciones. Pero en el mundo actual pocas personas se preguntan: ¿quién se queda con la mascota?.

En un último registro alarmante, refleja que 92.344 parejas decidieron poner fin a su matrimonio en España. En este contexto, y según recoge el informe Transformación y crisis de la institución matrimonial en ese país europeo, el 50% de los matrimonios nacionales terminan en separación.

Los perros y otros animales de compañía se han hecho un hueco muy grande en nuestras casas y en nuestras vidas. Son un miembro más de la familia. Por ello, a lo largo de los últimos años, la pregunta de qué pasa con la mascota tras un divorcio fue difícil de abordar, porque en muchos lugares la ley todavía no se ha adaptado a la realidad social que generan las mascotas.

Países desarrollados de Europa en la actualidad ya cuentan con leyes que reconocen a los animales como seres vivos dotados de sensibilidad y se cuida de los mismos en el proceso de divorcio, casi como si de niños se tratase. Lo que marca un antes y un después en el trato que le damos a nuestras mascotas y lo convierte en una responsabilidad mucho mayor.

Aunque legalmente en ninguna parte del mundo se habla de custodia, es cierto que en la práctica sí se parece sobremanera a la situación que viven los niños menores, por lo que el concepto se usa abiertamente. Cuando se toma la decisión de iniciar un divorcio, hay que decidir cómo van a quedar las cosas que atañen a ambas partes. Por ello, hay que decidir qué va a pasar con las mascotas, se toma la decisión de quién cuidará al animal en general y pagará lo necesario para su mantenimiento.

Incluso se puede establecer un régimen de visitas o una custodia compartida, en la que cada uno de los puntos anteriores se reparta entre ambas. Si hay menores en la familia, su opinión y conexión con el animal también habrá de ser tenido en cuenta.

La diferencia primordial entre la custodia de hijos y la de mascotas es que en el segundo caso la persona que decide desentenderse de su cuidado podrá desvincularse al completo, es decir, no quedarían responsabilidades para con la mascota. Con los hijos, esto no es posible, ya que el progenitor que no tiene la custodia, sigue ostentando la patria potestad y teniendo una serie de responsabilidades y obligaciones para con su hijo.

¿Cómo se ven afectadas las mascotas?

En cuanto a las mascotas que se ven afectadas, por lidiar con la carga emocional que supone una ruptura. Es obvio que los perros no tienen la capacidad de notar una separación, pero es indiscutible que lo que sí sienten son los cambios en las rutinas, en los hábitos del día a día y especialmente la angustia de sus propietarios a lo largo de este proceso, pues no debemos olvidar que son animales sociales, muy empáticos y que nos muestran un amor incondicional. Por lo tanto, lo que reciba y perciba de su propietario en este proceso también afectará a la reacción que el animal adopte.

Ellos rápidamente empatizan con las emociones de sus dueños y muchas veces las rupturas están marcadas por emociones negativas (discusiones, tensión, malhumor, entre otros), lo cual afecta e inconscientemente hacemos partícipe a nuestro perro.

Esta situaciones son estresantes para ellos, sobre todo por el cambio a un nuevo hogar, las rutinas alteradas o la pérdida de uno o más miembros de la familia, pueden derivar en alteraciones en el comportamiento de nuestro perro o gato, ya que puede estar confundido y algo ansioso, dado que tiene que habituarse a esa nueva vida de la que le hacemos partícipe a través de notables y repentinos cambios de conducta, hábitos y comportamientos.

Frente a estos cambios, se debe priorizar la necesidad de pensar en el bienestar del animal, incluso antes de que se produzca la ruptura con nuestra pareja. Y, en caso de que los cambios de conducta surjan durante el proceso, hay que acudir inmediatamente a buscar ayuda profesional, puesto que, si la tratamos al inicio, será más fácil modificar dicha conducta que cuando ya se cronifica.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Últimos artículos de Sociedad