El cooperativismo de vivienda en nuestro país ocupa, desde hace años, un lugar destacado y reconocido. En poco más de medio siglo de existencia se calcula que casi el ocho por ciento de la población uruguaya vive en cooperativas. Un número que habla por sí solo de la incidencia y penetración del sistema en la sociedad toda, y de la importancia que ha tenido para sectores medios bajos y bajos en el acceso a una vivienda digna.
Sin embargo, no siempre ha contado con el respaldo y el impulso necesario. De hecho venimos de cinco años donde se recortó el presupuesto, se atrasaron los sorteos de préstamos y las escrituras correspondientes durmieron en los escritorios más de la cuenta. Estas situaciones provocaron esperas desmedidas, inestabilidad en los padrones sociales y la postergación de lo planificado, durante mucho tiempo, por esos colectivos y quienes los integran. El impacto repercutió en la economía cotidiana de cada familia cooperativista.
La actual administración desde el inicio ha manifestado voluntad de diálogo para resolver los nudos problemáticos. Convocó, por ejemplo, a la COAVI (Comisión Asesora de Vivienda) y COAOT (Comisión Asesora de Ordenamiento Territorial) luego de diez años, con el objetivo -tal cual lo establece la ley- de contar con aportes de distintos actores involucrados en el tema para la elaboración del Plan Quinquenal. Un mecanismo participativo fundamental que se reclamó durante el quinquenio anterior y que nunca se implementó por parte de los titulares del MVOT pertenecientes al gobierno de Luis Lacalle Pou.
El documento final que circula en estos días incluye buena parte de las propuestas realizadas por las federaciones cooperativas, algunas de ellas significativas para revertir los problemas generados de un tiempo a esta parte. Las mismas van desde la revisión y adecuación de normativas (especialmente la reglamentación 2008), fortalecimiento de la cartera de tierras, el estudio a fondo para la exoneración del IVA en la compra de materiales, hasta instalar espacios permanentes de análisis y propuestas con las federaciones en procura de fortalecer al sistema.
Lo anterior es un paso adelante, sin lugar a dudas, y un punto de partida para trabajar en los próximos cinco años. No obstante, cualquier idea, cualquier propuesta que pretenda revertir la realidad en materia de vivienda, debe contar con un elemento clave: el incremento presupuestal. Sin ello no habrá soluciones que inciden en el déficit habitacional existente. Durante las últimas décadas la inversión ha rondado el 0,5 % del PBI, una cifra que nos mantiene muy alejados de las metas que se fijan los gobiernos de turno y las necesidades reales de la población. De hecho, la fuerza política que ahora gobierna, desde el 2019 hablaba de duplicar por lo menos la inversión. Hoy, el documento de aportes surgido de la COAVI, lo incorpora como prioridad: “Se asumirá un incremento presupuestal sostenido, con el objetivo de duplicar los recursos para vivienda que puedan volcarse a atender los grupos de población en situación de mayor emergencia y la precariedad habitacional, así como distintos programas: cooperativas, MEVIR y nuevas alternativas.”
Nuestra Federación COVIPRO ha insistido en que, al menos, el 1% del PBI debe destinarse a la vivienda social, con recursos genuinos y permanentes. Y esta inversión debería ser la base para avanzar con una mirada a largo plazo, que apunte a disminuir drásticamente el déficit y que impacte en el stock existente. Durante meses estuvimos abocados a una campaña de firmas donde decenas de miles de uruguayos respaldaron el reclamo e hicieron posible que el tema se instalará mínimamente, en una campaña electoral que habló muy poco sobre la problemática. Creemos que el próximo Presupuesto Nacional debe contemplar de forma clara esta mirada, para que los hechos vayan en consonancia con el discurso y la preocupación existente.
De la misma forma, el sistema cooperativo debe ocupar el lugar que tiene y que todos reconocen, con recursos que atiendan una demanda ingente y acumulada. Si ha sido la solución más importante que tuvieron amplios sectores de la población en los últimos tiempos especialmente, el dinero que se le destina no puede divorciarse de lo que representa y significa. Desconocer este aspecto, debilita al sistema y jerarquiza en muchos casos soluciones habitacionales con un costo desorbitado para los sectores que las necesitan, condicionando así el acceso y la permanencia en el tiempo.