Un paseo por Omán

Uno de los paseos obligados es a la gran Mezquita del Sultán Qaaboos, un edificio en un terreno de 416.000 metros cuadrados, con 5 minaretes, en homenaje a los pilares islámicos.

Como no todo es futbol en la vida, aunque por estos días esta afirmación parece carecer de sentido, hicimos caso a una sugerencia de los líderes de De Toque y Toque, la agencia de viajes que nos trajo al Mundial de Catar 2022, Gustavo y Gastón, alias Guso y Tonga y entre el partido 2 y 3 de la celeste del alma, nos vinimos a Omán. Esos 2 tipos deben ser quizás o sin quizás, los que más saben en el país de turismo aventura, y se confirmó cuando llegamos al Sultanato de Omán, donde manda el Sultán, algo muy similar a un Rey, con título hereditario para su hijo varón, no para el caso de tener una niña, como fue el caso del anterior Sultán, quien fue sucedido por su primo, al no tener descendientes varones, muy poco inclusivo para los tiempos que corren.

Por supuesto la religión oficial es el Islam, con 5 pilares básicos, Alá es el único Dios, Mohamed , no Mahoma, es su profeta, los niños mayores de 10 años deben practicar el islamismo, cada fiel debe rezar 5 veces por día con su rostro orientado a la Meca, a la cual debe peregrinar por lo menos 1 vez en la vida, y todos los musulmanes deben donar el 10 por ciento de sus ahorros para los pobres. Casi todo compartible, como casi todas las religiones, el problema para mí son los que la practican, los radicales que las interpretan a su gusto y voluntad, generando los líos interreligiosos que todos conocemos.

Uno de los paseos obligados en Muskat, la capital omaní, es a la gran Mezquita del Sultán Qaaboos, un imponente edificio en un terreno de 416.000 metros cuadrados, con 5 minaretes, en homenaje a los pilares islámicos, y una gran bóveda central, que alberga al candelabro más grande del mundo, con 1.200.000 cristales y 16.000 lámparas de luz en el centro, y por debajo, en el piso, está la alfombra más grande del orbe según ellos, con 2.400 metros cuadrados de extensión. Pues bien, al entrar las damas deben tener su cabello cubierto, al igual que sus hombros y brazos, las mangas cortas no son admitidas, y los caballeros usan pantalón largo, por eso quien esto firma que fue de bermudas, tuvo que alquilar esa túnica de la foto, que contra mis expectativas, es super cómoda y muy fresca, así que los árabes la tienen re clara para cuidarse del calor que hace acá, 35 grados en invierno.

Otra de las cosas que me llamaron la atención es que no hay autos sucios, todos están impecables, aunque el parque automotriz no tiene el lujo que ostentan en Dubai o Catar, donde en el banderazo previo a marchar tristemente con Portugal, la custodia era un patrullero Bentley, me declaré culpable para que me llevaran a dar una vueltita, pero muy amablemente el policía catarí se negó rotundamente.

Como les decía los autos están como recién salidos de fábrica, y la razón es que si la policía omaní los ve sucios por la calle, los multa, aunque usted no lo crea, con unos 1000 mangos yoruguas. Les juro que es así.

Lo otro son los miles de banderas que pululan por doquier, blanca, roja y verde con 2 espadas entrelazadas en el campo rojo, por donde vaya ud, amigo lector, se topará con una bandera de Omán, así que si se decide a emigrar al Sultanato, para vivir decentemente puede hacer 2 cosas, una fábrica de banderas o un lavadero de autos.

Será hasta la próxima, ya sabiendo que pasó con la selección, si clasificamos, ojalá así sea y contra quién vamos, espero que no sea Brasil.

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