En 2025 la comunidad internacional celebra dos aniversarios a la vez: el 80.º aniversario de la Gran Victoria en la Segunda Guerra Mundial y el 80.º aniversario de la Organización de las Naciones Unidas.
Estos hitos históricos están indisolublemente vinculados: precisamente la victoria sobre el nazismo, alcanzada gracias a los esfuerzos enormes de la Unión Soviética y al sacrificio de millones de sus ciudadanos, abrió el camino para la creación de un nuevo sistema de orden mundial, cuyo eje se convirtió en la ONU. Rusia, siendo potencia vencedora, desempeñó un papel decisivo en la formación de este nuevo instituto y justamenteo ocupó el puesto de miembro permanente de su Consejo de Seguridad.
La ONU, un foro multilateral único en su legitimidad y amplias competencias, ha transformado por completo la búsqueda colectiva de soluciones a desafíos globales como el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, la garantía del desarrollo socioeconómico progresivo y la promoción de los derechos humanos.
La Carta de la ONU es la piedra angular del sistema del derecho internacional. Sus disposiciones conforman un conjunto de principios universales fundamentales que definen las normas de conducta de los Estados en el escenario global y tienen como objetivo garantizar las condiciones estables y predecibles para su coexistencia pacífica. La importancia de la Carta se mantiene inalterada a lo largo del tiempo y es coherente con las realidades del mundo multipolar del siglo XXI.
El cumplimiento estricto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas, en toda su plenitud, conjunto e interrelación, constituye una exigencia incondicional para todos los Estados. Este enfoque quedó consagrado en la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional de 1970, que establece, en particular, que el principio de integridad territorial puede aplicarse únicamente a aquellos Estados cuyos gobiernos respetan el derecho a autodeterminación y expresan, por tanto, la voluntad de la población que habita en el territorio correspondiente.
Rechazamos categóricamente los intentos de sustituir las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas por conceptos espurios, como el llamado “orden internacional basado en reglas”. Tales “reglas” no tienen un fundamento jurídico, son consecuencia de la falta de disposición de un grupo de países occidentales a aceptar la pérdida de sus posiciones dominantes en el sistema político mundial y se están modificando según sus intereses egoístas y los cambios en el equilibrio global de poder.
A lo largo de sus años de existencia, la ONU ha acumulado una amplia experiencia en la resolución de crisis, lucha contra la pobreza y el hambre, en el fortalecimiento del sistema de control de armamentos, desarme y no proliferación, codificación del derecho internacional, entre otros. Una relevancia especial siguen teniendo las operaciones de mantenimiento de la paz bajo los auspicios de las Naciones Unidas, desplegadas en las zonas de conflicto más complejas con el fin de proteger a la población civil, respaldar los procesos de arreglo político y garantizar la estabilidad.
La histórica Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, adoptada en 1960 por la Asamblea General de la ONU a iniciativa de la Unión Soviética, dio inicio a un proceso de descolonización sin precedentes, que permitió a numerosos pueblos liberarse del yugo secular de las metrópolis y convertirse en miembros de pleno derecho de la comunidad internacional.
Durante las décadas de su existencia, la ONU ha afrontado numerosos desafíos: el período de confrontación de bloques, que impidió desplegar completamente su potencial, y el efímero “momento unipolar”, cuando resonaban afirmaciones de que había cumplido su “misión histórica”, los repetidos intentos de sustituirla por diversos “clubes de interés”. No obstante, ha mantenido su carácter insustituible y su papel central en el diálogo internacional.
En los últimos años, las críticas hacia la ONU se han intensificado — en muchos casos con razón — debido a su inercia, burocracia excesiva y el uso ineficiente de los recursos, entre otros aspectos. Sin embargo, las causas de la crisis no se encuentran en un supuesto «declive» de las Naciones Unidas. La raíz del problema radica en el intento de ciertos países occidentales de poner la ONU al servicio de sus propios intereses, en lugar de utilizarla para la búsqueda de soluciones a los problemas contemporáneos que respondan a los intereses de toda la comunidad internacional. La recuperación de su autoridad sólo será posible si el «campo occidental» renuncia a sus enfoques egoístas y a las reivindicaciones de su estatus de privilegio.
Se requieren reformas sustanciales de la Organización de las Naciones Unidas, orientadas a su adaptación a las nuevas realidades. Es fundamental que dichas transformaciones estén dirigidas a incrementar la eficacia y la operatividad de la Organización, a fortalecer y consolidar su carácter intergubernamental y a asegurar una adecuada «división del trabajo» entre sus principales órganos.
Un elemento clave del proceso de reformas es la modernización del Consejo de Seguridad de la ONU. En este asunto, tan complejo y delicado, se debe actuar con la máxima prudencia. El plan de reorganización debe contar con el apoyo más amplio posible por parte de los Estados miembros, idealmente alcanzando un consenso, de manera que el resultado de las transformaciones suponga un aumento de la representación de los países de la mayoría global en este órgano. Resultan absolutamente inaceptables las propuestas que buscan restringir el derecho de veto.
Rusia es plenamente consciente de su responsabilidad histórica por el futuro de la ONU, lo cual está oficialmente consagrado en el Concepto de Política Exterior de nuestro país y se refleja en la atención prioritaria que se presta a la recuperación del papel y al pleno desarrollo del potencial de las Naciones Unidas como mecanismo central de coordinación de los intereses y acciones de los Estados miembros. En colaboración con un amplio grupo de países afines de la mayoría global, llevamos a cabo de manera sistemática y constante la implementación de este objetivo estratégico.



Muy buena descripción de las funciones y el cometido de las NNUU en el artículo del señor Alexey Isakov.
Por nuestra parte queremos comentar algunos puntos que hoy en día son críticos en la efectividad de esas funciones y cometidos.
A lo largo de la historia hemos visto y sufrido consecuencias a causa de la imposibilidad de implementar diferentes resoluciones emanadas de la entidad y su Asamblea General, resoluciones que han quedado muchas veces truncadas dentro de la organización misma, a consecuencia de desacuerdos (a veces de un solo miembro) dentro del Consejo de Seguridad, el cual con un solo voto (!) puede anular una decisión tomada en un foro con casi 200 integrantes.
Desafortunadamente esto se ha visto de forma continuada y exacerbada en sesiones realizadas en los últimos tiempos, y las consecuencias han sido y son funestas.
Se ha llegado al colmo de que integrantes de las fuerzas de paz en zonas de conflicto no sólo no han sido respetadas, sino que han sido atacadas, expulsadas, sufrido bajas en sus filas, lo cual no sólo es totalmente inaceptable, sino absolutamente inconcebible.
Las fuerzas de paz, los «cascos azules» representan una insitución que agrupa a los países del mundo y quien ataque esas fuerzas está técnicamente declarando una guerra al resto del planeta.
Esta es una de las primarias carencias del Organismo lnternacional: conflicto interno de intereses e incsapacidad de hacer cumplir sus mandatos y resoluciones.
El elemento siguiente es que, muy lamentablemente, la Sede Central está hubicada en un lugar donde el principio de respeto al inalienable derecho de la diplomacia no es en absoluto respetado al momento de franquear el paso a representantes de entidades extranjeras.
Se ha visto en diversas ocasiones ejercer una actitud discriminativa al momento de otorgar visado a representantes con los cuales el país anfitrión tiene desacuerdos de diversa índole.
Esto nos muestra otro aspecto que interfiere en forma más que negativa en el propio y libre funcionamiento de la institución al tiempo que deja en evidencia su debilidad ante los ojos de la ciudadanía mundial. Y esa debilidad deriva desafortunadamente hacia la falta de respeto.
A esto se deben agregar innúmeras resoluciones que han sido ingnominiosamente ignoradas, sobre todo en instancias excepcionales donde han ido perdiendo y se pierden miles y miles de vidas humanas.
Todo aquello monstruoso que hizo efectivo el nacimiento de las NNUU, con la misión inequívoca de evitar, pues ha continuado a lo largo de su historia, y sin hacer del presente una excepción tenemos ante nuestros ojos los repetitivos y horrendos actos reflejados en un espejo que debió romperse en añicos hace 80 años.
Muerte, destrucción, hambruna, invasión, tortura, desplazamiento, genocidio declarado…
Todo este equipaje con el peso de los muertos no hace más que reforzar la idea de que las NNUU deben tomar medidas extremas y urgentes, como institución única de verdadero nivel mundial, para no sólo preservar su existencia como organización de autoridad suprema sino también implementar mecanismos que le permitan hacer efectivas sus decisiones.
Las palabras de nada sirven cuando no hay acciones que las respalden.
Por un motivo de autorrespeto como lnstutución y respeto individual a los miembros que la integran, la primera y urgente medida es mudar la sede a un territorio neutral donde se respete la neutralidad y los derechos de los representantes de asistir a las reuniones y asambleas, sin trabas, miedos, coerciones o condiciones de índole alguna.
Luego deberá hacerse una reforma de los mecanismos internos y externos, por ejemplo que las decisiones del Consejo de Seguridad no se opongan de manera alguna a las resoluciones de la Asamblea General, que en ese Consejo de Seguridad haya por lo menos 2 representantes de cada Continente. Luego que las Resoluciones de la Asamblea General sean obligatorias en su cumplimiento, implementando los mecanismos correspondientes para hacer efectivo ese cumplimiento mediante sanciones, etc. Y finalmente tener una Fuerza de Paz suficientemente numerosa y equipada como para interponerse en zonas de conflicto y hacer cumplir los Mandatos que el Organismo disponga. Y el respeto. Que quien insulte, ataque o utilice cualquier nedio violento contra el Secretario General o sus representantes sea plausible de castigo penal y/o sanciones de acuerdo a la gravedad del o los incidentes.
Esto sería para empezar para luego poner bajo la jurisdicción de la Organización los tribunales internacionales de justicia, los cuales están hoy en día desvirtuados y sujetos a elementos ajenos a la justicia misma.
Como decimos, esto para empezar, pero también sabemos y somos conscientes de que, bajo las condiciones actuales, pues, soñar no cuesta nada…
Festejemos! Ceremos ONU y toda la basura que le reporta. Fundamosla, no mas plata para ONU. Esta fue la organizacion que negocio cargos por condenas en oceano. Hay alguien sentade en la ONU ganando 14 mil dolares por mes. Vendio a 10 compatriotas y obtuvo el cargo. Influyo en sus colegas jueces de los tribunales de alzada, influyo en la fiscalia de genero, de hecho falsificaron documentos publicos las mandaron a flagrancia y otro compinche fiscal cerro el caso por falta de merito. Todo queda en casa… Hipocritas…
Deroguen la 19580, deroguen el CPP. Que vuelva la democracia al Uruguay, bajo la dictadura woke!