Muchas páginas se han escrito sobre la solidaridad, como valor, como principio como verbo. Sin embargo, no pocas veces se confunde la solidaridad con la caridad, con una relación vertical donde no hay otro, sino uno mismo que busca y espera lo que le corresponde por se solidario. En general, la solidaridad parece tener más fotos en redes que películas de vidas que lograron modificar.
Hablar de Cuba, ya es de por si un sinónimo de solidaridad. Eso es reconocido por propios y ajenos. En Uruguay se cumplen 15 años de labora de la Brigada Médica Cubana. Luego de que quedará inaugurado el Hospital de Ojos José Martí, comenzaría esa Brigada a desplegar solidaridad.
No es poco ni esta tan de moda compartir el conocimiento, más bien en nuestro tiempo eso es un activo sustantivo para lograr maximizar las ganancias cuando son empresas y lograr absorber espacios de poder cuando de personas y/o grupos se trata.
Hagamos un poco de historia, para dar cuenta de lo anterior. Martí, era un impulsor de Nuestra America, de poder vernos y sentirnos como parte del mismo proyecto. El propio Martí nos enseña que «El patriotismo no es más que amor» y «Patria es humanidad». Apenas triunfa la revolución, en 1960 y ante un escenario complejo, donde muchos médicos abandonan el país, Cuba resuelve enviar una primer Brigada Médica a Chile.
Es en 1963 que comienza formalmente el proceso de las Brigadas Médicas, cuando se envía a Argelia un grupo de 55 personas integrantes del Sistema de Salud Cubano a realizar tareas durante un año. Ya de eso pasaron 60 años!.
Desde ese entonces podemos mencionar la Operación Milagro, donde miles y miles de personas de distintos países se han operado en Cuba para recuperar la visión. Pero también debemos mencionar la Escuela Latinoamericana de Medicina En Uruguay, este milagro cumple 15 años. Lo recuerdo perfectamente pues me toco estar bastante cerca, primero por trabajo y luego por familia.
No es poca cosa que 100 mil personas en Uruguay se hayan operado. Inicialmente con viajes a Cuba donde se realizaba todo el proceso necesario para las operaciones. Operaciones que en nuestro país algunos sectores médicos cobraban cifras tan altas que el resultado era que lo/as pobres perdieran la visión. Cuantos abuelos y abuelas teníamos que no podían ver y no podían pagarse la operación, quedando casi sin autonomía para moverse. Y no hace tanto tiempo, hace apenas unos años. Fue con esta oportunidad, con esta solidaridad cubana que pudimos comenzar a revertirlo.
Luego el Hospital de Ojos y las operaciones aquí. Seguro que todos tenemos en Uruguay algún familiar o algún amigo que se operó. Es mucha gente para un país como el nuestro. La mirada, la posibilidad de andar, de ver crecer a hijos y nietos eso fue lo que posibilitó esta Brigada que aún sigue.
No fue todo maravillas, recuerdo perfectamente los ataques sufridos, los gritos en el cielo por algunas sociedades médicas por socializar el conocimiento y la técnica. Lo enfurecido que estaban porque queda al descubierto la forma en que mercantilizaban el acto médico, un acto que debiera ser de amor y desde una ética de la responsabilidad.
Los primeros pacientes iban en avión a cuba a operarse. Hasta 2007 fueron 32 vuelos que llevaron a más de 2000 personas. Imposible no pensar en estos “vuelos de la vida” que nos permitía la solidaridad cubana. Imposible no contrastarlos con “los vuelos de la muerte” que impulsó el plan cóndor y que aún hoy no sabemos demasiado.
Que estemos festejando el año 15 de este abrazo solidario es, sobre todo, festejar el reconocimiento. La cantidad de madres y abuelos que pudieron reconocer en la mirada a sus nietos, reconocerse a sí mismos en los espejos, reconocer el barrio con una nueva oportunidad para mirarlo. Compartir es siempre compartir tiempo y conocimiento. Cuando lo hacemos, aprendemos más y se nos alarga la vida. Porque no hay forma de transitar la vida que no sea compartiendo.
Al final, mencionar que me tocó vivir de cerca, con mi madre esta travesía de la operación en el Hospital de Ojos José Martí en Montevideo. Momentos tensos que fueron caminados con la confianza y la cercanía. Porque también la medicina puede ser cercana, para que la entendamos, para reivindicar que en definitiva se trata de nosotros.
Además del cuidado necesario, antes, durante y después, pudimos festejar. Festejamos con lágrimas que ahora, desde esos ojos iba a poder ver y sobre todo ser vista. Porque claramente el reconocimiento no es solo ver lo que nos rodea, sino sentirnos vistos, eso nos hace humanos. Estas cosas son posibles cuando un pueblo elige poner la vida y el cuidado por sobre el capital y la propiedad. Es ese el anhelo más grande que puede tener una sociedad, saberse infinita porque reparte solidaridad, tiempo y conocimiento para proteger las vidas.
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