Al tiempo que una delegación de Kiev y una de Moscú se sentaban en una mesa de diálogo en Bielorrusia, junto a la frontera ucrania, las fuerzas enviadas por el presidente Vladímir Putin han lanzado un duro ataque contra Járkov, la segunda ciudad de Ucrania. Los intensos bombardeos y ataques de artillería este lunes contra una zona residencial de la ciudad del este, sitiada desde hace días, han causado al menos diez muertos y decenas de heridos, según las autoridades ucranias. Las imágenes de Járkov, de mayoría de habla rusa y con una importante tradición educativa desde la época del imperio ruso y soviético, mostraban edificios bombardeados, cadáveres tendidos sobre charcos de sangre y columnas de humo negro.
La ofensiva del presidente ruso para “desnazificar” Ucrania y “proteger” a la ciudadanía ha causado ya cientos de muertos y medio millón de refugiados. La invasión rusa, que el Ejército ucranio está logrando contener por ahora en las ciudades más importantes del país, pero que, a juzgar por el bombardeo en Járkov, se está intensificando, ha consagrado el giro de Ucrania hacia Occidente: este lunes, el presidente, Volodímir Zelenski, en traje militar, ha firmado la solicitud de entrada en la Unión Europea. “Es un momento histórico”, ha dicho el líder ucranio.
El final de una primera reunión (de cinco horas) entre las partes en suelo de Bielorrusia, en la región de Gomel, en el quinto día de invasión, ha coincidido también con la reanudación de los bombardeos a Kiev. La capital había estado en relativa tranquilidad durante el día. Ucrania tenía poca esperanza en las conversaciones para llegar a un alto el fuego, pero ha visto como un pequeño logro que, tras días de negativa, el Kremlin, cada vez más aislado la comunidad internacional, ahogado por las sanciones y con el rublo en caída libre, se haya sentado a la mesa sin condiciones. Las negociaciones, que continuarán en los próximos días, de momento no han revelado ningún logro concreto, y han sido “extremadamente difíciles”, ha dicho el asesor presidencial ucranio Myjailo Podolyak, que ha definido a la delegación rusa como “extremadamente parcial”.
Ucrania, que envió como jefe de la delegación negociadora al ministro de Defensa, Oleksiy Reznikov, que llegó a bordo de un helicóptero polaco, exige la retirada total de Rusia y la restauración territorial de Ucrania. Moscú, que envió al exministro de Cultura Vladímir Medinsky, exige que se tengan en cuenta “incondicionalmente” sus demandas de seguridad, según le comunicó Putin al presidente francés, Emmanuel Macron, este lunes en una conversación de 90 minutos, afirmó el Kremlin. Rusia exige el reconocimiento de Crimea —que Moscú se anexionó en 2014 con un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional— como territorio ruso y que Ucrania adopte el estatus de país neutral, lo que implicaría abandonar sus perspectivas de acceso a la OTAN en el futuro.
Las negociaciones son las primeras desde que Putin lanzó el mayor ataque contra un país europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Las perspectivas, sin embargo, sumando las exigencias de Rusia de que el Gobierno de Zelenski renuncie, no tienen buen color.
El ministro de Defensa del Reino Unido ha advertido de que Rusia tiene preparadas largas columnas de blindados y vehículos con logística a pocos kilómetros de la frontera y listos para sumarse a la ofensiva y apoyar a sus tropas sobre el terreno. Putin tiene la mayor parte de sus fuerzas terrestres a más de 30 kilómetros al norte de Kiev, que sigue estando en la mira de Moscú, que quiere extremar la ofensiva contra la capital, de 2,8 millones de habitantes, para forzar a Zelenski a capitular.
Tras cinco días de dura ofensiva, Rusia no ha logrado hacerse con ninguna ciudad importante, pero sí ha hecho importantes avances en el flanco sur. Las fuerzas de Putin han capturado la ciudad de Berdiansk, en el Mar de Azov, según ha confirmado el Gobierno ucranio. Además, está agudizando los ataques contra Mariupol, una geoestratégica ciudad del sur. Su captura puede facilitar a Putin la construcción de un corredor entre la península ucrania de Crimea y la región del Donbás, un proyecto que desde la anexión ilegal de Crimea el Kremlin siempre ha deseado. Ahora podría elevar sus aspiraciones y ampliarlo para controlar toda la costa del mar Negro, incluida la ciudad de Odesa. Además, Moscú ha vuelto a lanzar ataques contra infraestructuras críticas —aeropuertos, sistema de defensa aérea, gasoducto y oleoductos—, en un intento de hundir la línea de flotación ucrania.
Durante la jornada, Putin ha cambiado de jugada y se ha aplicado en bombardear zonas civiles. En Járkov, dos barrios residenciales han sufrido duros ataques de lanzamisiles. La cifra de muertos, ha advertido el gobernador de Járkov, Oleh Synehubov, puede elevarse porque la intensidad y la continuidad de los bombardeos está complicando que los equipos de rescate y primeros auxilios lleguen a la zona afectada. “Lo que está pasando aquí es un crimen de guerra”, dijo.
Maria Avdeeva, una analista ucrania que vive en Járkov, cuenta que los bombardeos han sido muy intensos. Avdeeva estaba en la calle, con un grupo de medios, cuando uno de los bombardeos ha alcanzado un área residencial de la ciudad. “Fue terrible”, explica por teléfono. “Estábamos en espacio abierto sin ningún sitio para esconderse. Los ataques han seguido durante 15 minutos. Esa área residencial, con apartamentos y tiendas, sin instalaciones militares que pudieran ser objetivo de esos ataques”, comenta Avdeeva, que ve la ofensiva contra Járkov, a 30 kilómetros de la frontera rusa, como una demostración de Putin de que puede atacar a civiles y no le temblará el pulso en hacerlo.
Al Kremlin no ha parecido importarle la marea de sanciones internacionales a sus empresas, personas y bancos rusos —el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, mantuvo este lunes una nueva conversación con los aliados para analizar la situación—. Moscú ha respondido a las represalias que han cerrado el espacio aéreo europeo a las aerolíneas rusas y a los aviones privados que suelen utilizar los empresarios de la órbita del Kremlin. Ha cerrado su propio espacio aéreo a las aerolíneas de la mayoría de los países europeos, incluidos todos los de la UE. Rusia, además, ha amenazado a la UE con más represalias. “Habrá una dura respuesta a las acciones de la UE. Rusia continuará asegurando el logro de los intereses nacionales vitales, independientemente de las sanciones o su amenaza”, ha dicho el Ministerio de Exteriores ruso en un comunicado en el que ha amenazado también con duras represalias a los ciudadanos de la UE y a las entidades involucradas en la entrega de armas, combustible y suministros de defensa a Ucrania.
Roman Abramóvich ha emergido como uno de los miembros de la delegación rusa encargados de intermediar en las negociaciones con Kiev que se han iniciado este lunes en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia. Dos días después de anunciar que dejaba la dirección del Chelsea, el dueño del club de fútbol más rico de Londres, este magnate de las materias primas asegura que dedica sus esfuerzos a poner fin a la invasión de Ucrania ordenada por Vladímir Putin. “Está intentando ayudar”, declaró un portavoz del empresario al diario Financial Times.
Abramóvich, según esta fuente, fue contactado por los ucranios “con la intención de encontrar una solución pacífica”. Miembro de la Duma por un breve periodo en 2000, además de gobernador de la provincia rusa de Chukotka hasta 2008, este ruso judío de 55 años con pasaporte israelí se convirtió en una celebridad cuando compró el Chelsea en 2003. Para entonces, ya había hecho su fortuna comprando compañías petroleras públicas y revendiéndolas al Kremlin.
David Arakhamia, líder del partido del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en el Parlamento, confirmó que Abramóvich había sido invitado para formar parte de las conversaciones. “Juega un rol muy positivo en este proceso”, declaró Arakhamia. El Kremlin no se ha pronunciado al respecto.
El productor cinematográfico ucranio Alexander Rodnyansky, amigo del empresario, explicó al Financial Times que miembros del Gobierno ucranio contactaron a Abramóvich a través de sus contactos con la comunidad judía rusoparlante del país. “Los ucranios han estado buscando alguien que pueda ayudar a encontrar una solución pacífica y Roman fue la persona que se ofreció a movilizar apoyos”, dijo Rodnyansky.
La aparición de Abramóvich en el conflicto se produce después de que el sábado anunciara públicamente que dejaba la dirección del Chelsea, en una maniobra que pretendía evitar potenciales sanciones del Gobierno británico por sus relaciones con Putin. El domingo, el Chelsea emitió el primer comunicado de condena a la invasión: “La situación en Ucrania es horrible y devastadora. Los pensamientos del Chelsea están con todos en Ucrania. Todos en el club estamos rezando por la paz”.
La hija de Abramóvich, Sofía, compartió un controvertido post de Instagram la semana pasada: “Putin quiere una guerra con Ucrania. La mayor y más exitosa mentira de la propaganda del Kremlin es decir que la mayoría de los rusos respaldan a Putin”.