La novela Rayuela de Julio Cortázar está cumpliendo 60 años. En ella el autor rompe con la concepción tradicional de la narrativa al introducir en ella elementos lúdicos e innovaciones de muy diverso talante. Por ello, fue rápidamente valorada como una novela maestra del boom latinoamericano. Pero ¿Qué hizo Cortázar de singular? ¿De qué manera logró influenciar en tal medida la escena literaria internacional con esta obra? ¿De qué recursos literarios se valió?
¿Cómo leer Rayuela?
El lector de Rayuela es recibido por una advertencia del autor antes del «primer» capítulo. En ella, Julio Cortázar propone un reto o, mejor, un juego. La novela puede ser leída, al menos, de dos maneras:
con una lectura lineal, como de costumbre, y solo de los capítulos 1 al 56, en cuyo caso apenas conoceremos «una historia»;
siguiendo el tablero de dirección propuesto por el autor, que inicia en el capítulo 73, es decir, a saltos de un fragmento al otro.
Esto significa que, aunque la novela tiene una estructura visible de tres partes (“Del lado de allá”; “Del lado de acá” y “De otros lados”), Julio Cortázar propone de entrada jugar con ella, saltar de un cuadro al otro, como si de un juego de rayuela se tratase. Pero ¿podría haber una tercera opción?
Estructura y sinopsis
Del lado de allá: La primera parte transcurre en París. El narrador expone la historia de la relación entre Horacio Oliveira, un intelectual argentino que trabaja como traductor, y la Maga (Lucía), uruguaya, madre del pequeño Rocamadour. Oliveira forma el Club de la Serpiente, un grupo de amigos intelectuales que se reúne a conversar sobre arte, literatura (especialmente sobre Morelli, un escritor ficticio al que todos veneran) y jazz.
La Maga, ajena a estas referencias intelectuales, es la única pieza que parece no calzar. La suerte del bebé Rocamadour precipita el fin de esta alianza forzosa y de la relación entre la Maga y Oliveira. En esta sección tiene lugar la primera crisis del personaje principal.
Del lado de acá: La segunda parte de la historia transcurre en Argentina, país al que Oliveira regresa después de separarse de la Maga y buscarla inútilmente en Montevideo, Uruguay. Ya en Buenos Aires, Oliveira se encuentra con Tráveler y Talita. La vida toma giros inesperados. Oliveira trabaja en un circo y, finalmente, en una clínica psiquiátrica. Una segunda crisis lo llevará a las puertas del suicidio.
De otros lados: En la tercera parte, llamada por el propio autor “ los capítulos prescindibles”, el narrador nos presenta no solamente la profundización de la historia y los datos que nos permiten comprender el relato. También es el lugar donde el narrador expone su teoría literaria y donde, de hecho, la pone en práctica. “De otros lados” es el corazón de Rayuela, donde todo adquiere sentido.
¿Una novela experimental?
La ruptura en Rayuela es múltiple, razón por la cual muchos la han calificado como una anti-novela. Lo más evidente es la ruptura de la linealidad de la lectura (de principio a fin). No se trata solo de que el relato contenga saltos atrás (analepsis) y saltos hacia adelante (prolepsis), cosa que ha existido en la narrativa desde siempre y que Cortázar hubiera podido resolver disponiendo los capítulos en el orden del tablero de dirección, uno tras otro.
La genialidad está en el desafío de hacer del lector una suerte de editor. El lector compone la lectura, organiza los fragmentos de un caleidoscopio. El libro mismo (como entidad física) se le presenta como material de juego, de indagación. Es un itinerario de pistas casi detectivesco, un juego interactivo. Cortázar nos propone un mapa para hallar un tesoro, y nuestra ambición lectora, nuestra avidez de otros mundos y otras aventuras, nos arroja con fe ciega a aceptar el desafío. Rayuela es un juego con premio de participación.
Como si de una prefiguración de Matrix se tratase, Cortázar actúa como un Morpheus que le presenta al lector dos opciones: la cápsula del olvido (la gran costumbre) y la cápsula que le dará acceso al mundo profundo de la matriz, en el que puede participar, al que le puede develar los mecanismos de la escritura, en el que puede sumergirse y crear.