Abuso, precariedad y falta de control. Crece la preocupación por el maltrato a adultos mayores en residenciales
Este problema se ha institucionalizado, normalizando acciones y omisiones que, en el marco de una relación de confianza, ocasionan daño o sufrimiento a los residentes. Estas manifestaciones no solo incluyen violencia física, sino también psicológica, económica, y el abandono.
En Uruguay existen más de 1.300 residenciales registrados, pero solo una fracción de ellos cumple con las normativas del Ministerio de Salud Pública (MSP). Sabino Montenegro, presidente de la Asociación Integra Residenciales y propietario del Hotel Residencial La Estancia, lidera una red de más de 100 residenciales que cumplen rigurosamente con todos los protocolos de habilitación.
Para formar parte de Integra Residenciales, cada centro debe contar con las habilitaciones correspondientes exigidas por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y el cuerpo de Bomberos.
Montenegro destaca la diferencia entre estos centros regulados y los no habilitados: «Sí hay un maltrato importante en los residenciales que no están habilitados. Uruguay tiene 1.300 residenciales, de los cuales 300 están habilitados y 1.000 no lo están. Es decir, estamos hablando de un 25% habilitados. Y ahí está el primer maltrato, porque permitimos que más de 4.500 personas vivan en condiciones precarias… sin las cuatro comidas, sin calefacción adecuada en invierno, sin condiciones edilicias mínimas para vivir bien».
Este “primer maltrato” surge de la tolerancia social hacia establecimientos que operan en la “zona gris”, ni clausurados ni regulados, donde no existen controles estatales efectivos. En estos lugares, una sola persona puede llegar a atender a 15 o 20 residentes, cubriendo todas las tareas de cuidado, limpieza y alimentación, lo que inevitablemente deriva en descuidos graves.
La situación empeora al saber que muchos otros operan sin habilitación o en condiciones precarias, dejando a los residentes en una situación de vulnerabilidad y expuestos a riesgos tanto sanitarios como de seguridad.
Montenegro subraya la urgencia de un “Fonasa de residenciales” para que el Estado subsidie la diferencia de costo entre una pensión mínima y el valor real de un centro habilitado, evitando así que los adultos mayores queden relegados a instalaciones de baja calidad.
«Garantizar el acceso a servicios adecuados»
Allison Kennedy, comunicadora, productora del programa Palabras Mayores y experta en Silver Marketing, indica que la violencia en estos entornos se ve en la falta de formación de algunos cuidadores y el uso controvertido de técnicas médicas, como la sujeción en pacientes con demencia. Es esencial que los residenciales cuenten con las habilitaciones correspondientes y que los cuidadores reciban una formación adecuada.
Kennedy señala que “(…) Es importante que cada individuo trabaje en su desarrollo personal y espiritual para detectar por qué le vienen esos ataques de ira o violencia y poder trabajar la causa desde un lugar más amoroso, erradicarla y poder seguir evolucionando desde el ser”.
Frente a esta realidad, es necesario garantizar el acceso a servicios adecuados, para implementar políticas públicas que protejan los derechos de las personas mayores, y asegurar una capacitación constante del personal para prevenir la violencia que continúan padeciendo las personas mayores en las casas de salud.
Un ejemplo destacado de innovación en la convivencia residencial proviene de Holanda, donde una residencia para personas mayores implementó un acuerdo intergeneracional, en el que estudiantes universitarios residen sin costo a cambio de dedicar tiempo y compañía a los adultos mayores. Esta experiencia contribuyó de manera significativa a reducir la sensación de soledad, mejorar el clima relacional y prevenir situaciones de conflicto o violencia.
Las valoraciones de los profesionales consultados aportan las siguientes opiniones
La violencia contra el adulto mayor es un fenómeno preocupante que afecta a una parte vulnerable de la población. Esta violencia puede manifestarse de diversas formas, incluyendo abuso físico, psicológico, financiero y negligencia. El aumento de la esperanza de vida ha llevado a un incremento en la población de adultos mayores, lo que a su vez ha revelado y amplificado la necesidad de abordar este problema desde múltiples ángulos.
Esa violencia puede ser provocada por diversos factores, incluidos el estrés en el hogar, problemas de salud mental de los cuidadores, el aislamiento social y la dependencia económica de la persona mayor. En muchos casos, los abusadores son familiares o cuidadores, lo que hace que la situación sea aún más compleja, ya que la víctima puede sentirse atrapada y temerosa de denunciar.
Las consecuencias de la violencia hacia los adultos mayores son graves y pueden incluir deterioro físico, emocional y psicológico. Muchos adultos mayores que sufren abusos experimentan efectos a largo plazo en su salud mental, como depresión y ansiedad. Además, la violencia puede llevar a un aumento en la morbilidad y mortalidad, exacerbando problemas de salud existentes y contribuyendo a un ciclo de dependencia y vulnerabilidad.
La prevención de la violencia contra los adultos mayores requiere un enfoque integral que involucre a la comunidad, los gobiernos y las organizaciones. Es esencial fomentar la concienciación sobre el tema, educar a los cuidadores y familiares sobre el cuidado adecuado de los mayores y proporcionar recursos para aquellos que están en riesgo. Las líneas de ayuda y los centros de atención a la violencia pueden ofrecer apoyo y asesoría a las víctimas.
Asimismo, es fundamental promover el envejecimiento activo y saludable, creando entornos que fomenten la dignidad y el respeto hacia los adultos mayores. Es crucial la capacitación de profesionales de la salud y del área social para identificar signos de abuso y proporcionar intervenciones adecuadas..
La violencia contra los adultos mayores es un problema social que exige atención urgente y acción colectiva. Proteger a nuestros mayores es una responsabilidad de toda la sociedad, y es imperativo crear un entorno donde se valore y respete la dignidad de cada individuo, independientemente de su edad. La educación, la concienciación y el apoyo comunitario son herramientas clave para erradicar este tipo de violencia y garantizar un envejecimiento seguro y digno para todos.
El desafío no es solo evitar el maltrato, sino construir entornos donde las personas mayores vivan con dignidad, respeto y sentido de pertenencia. Experiencias como la de Holanda demuestran que otra forma de convivir es posible, más solidaria, más humana, más justa.
Se podria probar con la intervención de Fonasa cono forma de control De cualquier manera hay que insistir como política de Estado que las personas mayores con salud deben mantenerse activas Quizás previendo alguna compensación económica El pais se ahorraria otros gastos en salud