América Latina ante los intereses globales dominantes

El 21 de julio de 2023 se publicó en la prensa internacional una fotografía en la que aparecen dos personajes. Uno de ellos es el señor Xi Jinping, Presidente de la República Popular China.

Charla con el Sr. Henry Kissinger, ex diplomático y tal vez, el hombre que más ha influido en la historia moderna del mundo, especialmente desde 1970 hasta el presente. 

Las dificultades que está teniendo Xi con Biden lo han hecho recurrir a un diálogo estratégico con el Sr. Kissinger, quien aún conserva una inmensa lucidez, aun cuando ya ha cumplido 100 años de edad.

En el libro titulado «China», el Sr. Kissinger examina la singularidad de ese país, las traumáticas relaciones con los paises occidentales en el siglo XIX, la crisis imperial, la revolución de Mao Tse Tung, el complejo juego de poder con la Unión Soviética y los Estados Unidos. Incluye ese libro un relato fascinante, en el que quien lo escribe es a la vez protagonista de una serie de encuentros, primero secretos y luego de conocimiento público, que desembocaron en el Comunicado de Shanghai de febrero de 1972, en donde se reconoció la exisencia de una sola China y a partir del cual Taiwan fue aceptado por Estados Unidos como una parte inalienable del territorio chino.

El encuentro de días pasados pone de relieve la importancia que le asigna el régimen de Pekín a figuras emblemáticas para superar el estancamiento en sus relaciones con los Estados Unidos. 

Como indican los corresponsales del New York Times D. Pierson, W. Wang y E. Wong, con la invitación a Kissinger, China apela a personajes a quienes siente más alineados con su posición debido a su creciente desconfianza, por no decir hartazgo, con el gobierno de Biden. 

Y el encuentro no estuvo exento de un fuerte simbolismo, pues el lugar escogido fue la Villa N° 5 de la Casa Pública de Huéspedes de Diaoyutai, que fue el edificio donde 50 años atrás el Sr. Henry Kissinger tuvo sus históricos diálogos con Zhou Enlai. 

En su libro sobre China, Kissinger examina la Realpolitik y el arte de la guerra de Sun Tzu. Expone la maraña de enemigos internos y externos contra los cuales tuvo que lidiar ese país a lo largo de su extensa historia y concluye que una lección fundamental que han aprendido los dirigentes chinos es que «…no todos los problemas tienen solución y que un énfasis excesivo en el dominio total de los acontecimientos específicos, puede alterar la armonía del universo». 

China nunca gozó de una seguridad absoluta y su destino fue siempre el de una seguridad relativa.

Que quiere decir ésto?

Que se trata de un modelo completamente distinto al que prevalece en Occidente, donde la tradición instalada valora el choque de fuerzas decisivo, poniendo de relieve las gestas heroicas. En cambio, el ideal chino hace hincapié en la sutileza, en la acción indirecta y en la paciente acumulación de ventajas relativas.

Trasladando este criterio al campo lúdico, resulta que en Occidente el juego de la guerra por excelencia es el ajedrez, a pesar de su origen asiático. Se lo ha cargado de una impronta occidental, inclusive en la asignacion de las imagenes de las piezas que remiten a un enfrentamiento fatal entre dos ejércitos y la victoria supone aniquilar a la figura suprema del enemigo: el rey.

Los chinos tienen otro juego: el Go. Tiene la peculiaridad que privilegia el rodeo estratégico y la victoria no es la muerte del enemigo, sino su control. Responde a la esencia del Sun Tzu. Busca la victoria por medio del conocimiento psicológico y el control del adversario, inmovilizándolo. 

China y Estados Unidos son hoy en día quienes detentan los principales núcleos del poder mundial. Rusia, en su guerra contra Ucrania pretende marcarle límites a Occidente, el cual actúa a través de la OTAN. Más alla del enorme peligro que entraña un enfrenamiento que puede escalar a dimensiones globales, esta guerra muestra a una Rusia con dificultades para controlar el frente interno y también serios problemas con el grupo de mercenarios llamado Wagner. Tales fisuras permiten especular acerca de la efectiva solidez del régimen de Putin. 

Cuando la Unión Soviética y Estados Unidos protagonizaron la guerra fria, América Latina pagó un inmenso tributo que significó el deterioro de la calidad de las instituciones de nuesros países, mayor estancamiento y atraso económico, la irrupción de enfrentamientos internos violentos, golpes de estado y un enorme sufrimiento para nuestros pueblos.

La disputa global de los chinos y los americanos por el control de los mercados y las materias primas tiene en nuestros países un escenario al cual no podemos sustraernos.

Pero es evidente que más allá del liderazgo histórico que los Estados Unidos ejercieron sobre esta región del mundo, la presencia de China como socio comercial pujante de la mayoría de nuestros paises, le confiere un carácter muy significativo.

Desde una perspectiva latinoamericana, la lectura de esa disputa debemos llevarla defendiendo nuestros intereses primarios, que son nuestras riquezas y nuestra autodeterminación, teniendo como meta fundamental el desarrollo y el bienestar de nuestros pueblos por encima de todo.