Arata Isozaki, el arquitecto del Palau Sant Jordi

Arata Isozaki, el autor del emblema olímpico barcelonés, el Palau Sant Jordi, ha muerto a los 91 años. Prolífico, ecléctico y por eso tan creativo como técnico, la obra de Isozaki es, en sí misma, una antología de la arquitectura construida en la segunda mitad del siglo XX. Nacido en Oita, en la isla de Kyushu, en 1931, Isozaki creció en un país arrasado y viajó por todo el mundo, literalmente por todo, antes de empezar a construir. Aprendió así no solo de la arquitectura tradicional, también de la vanguardia tecnológica y artística. Y esa mezcla de intereses fraguó en una obra que, con frecuencia, refleja más el tiempo que los lugares.

Autor prolífico, Isozaki cuenta con numerosas obras en Japón, como el Kyoto Concert Hall; en Estados Unidos, entre ellas la ampliación del Museo de Arte de Brooklyn en Nueva York y el edificio de oficinas Team Disney en Orlando; y varios países de Europa, especialmente España, como el Palau Sant Jordi en Barcelona.

Otros destacados edificios que diseñó son la Torre Allianz de Milán (Italia), el Museo Nacional de Civilización Egipcia en El Cairo y el Centro Nacional de Convenciones de Catar.

En Oita, la biblioteca de su ciudad natal es todavía un emblema del brutalismo que reconstruyó tantas ciudades tras la Segunda Guerra Mundial. Transmite orden, energía y robustez ante un futuro incierto que permitía, justo por eso, pocas dudas. La biblioteca le consiguió fama local y menos de una década después, en Kitakyushu levantó otra (1974) en la que demostró tener la mente puesta en el pop tecnológico que estaba levantando el nuevo Reino Unido. Pero Isozaki no era un Picasso de la arquitectura, alguien que aborda etapas experimentando con volúmenes, ambiciones, tipologías y materiales. Él era un ecléctico, un creador deslumbrado por la invención e incapaz de despreciar cualquier conocimiento.

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