No es solo el diploma lo que marca el final de la vida universitaria. Para una generación de jóvenes uruguayos, el verdadero cierre se celebra con una mochila al hombro, un pasaje en mano y un grupo de amigos rumbo al otro lado del mundo.
Según un relevamiento de Opción Consultores, nueve de cada diez estudiantes consideran que realizar un viaje al terminar la carrera es una excelente idea. Pero no se trata de un simple descanso: para muchos, es un rito de paso, una experiencia simbólica que marca el fin de una etapa y el comienzo de otra.
El entusiasmo es tal que uno de cada tres jóvenes asegura estar dispuesto a invertir en su propio viaje de egresados universitarios. Incluso quienes recién empiezan la carrera sueñan con ese viaje final como una meta colectiva que da sentido al esfuerzo académico.
Si bien no todas las facultades organizan un viaje de egresados formal, cada vez surgen más alternativas para quienes no quieren quedarse sin vivir esa experiencia.
Existen programas y propuestas independientes que combinan aventura, aprendizaje y camaradería, pensadas para quienes buscan cerrar su etapa universitaria de una forma distinta. Así, incluso sin un marco institucional, muchos jóvenes logran diseñar su propio viaje y convertirlo en un símbolo de libertad y comienzo.
La motivación principal no está en los paisajes, sino en lo que representan. Los estudiantes asocian el viaje con el crecimiento personal, la libertad y la sensación de conquista después de años de estudio. Más que unas vacaciones, buscan una experiencia transformadora.
Y aunque la economía aprieta, la creatividad no falta.
Las rifas siguen siendo la estrategia estrella para costear el sueño: seis de cada diez jóvenes viajarían si pudieran financiarlo de esa manera, y el 41% confía en cubrir todo el costo gracias a ese método clásico.
Atrás quedó el clásico “viaje a Brasil con los compañeros”. Hoy, el mapa se amplía. Asia emerge como el destino favorito de los universitarios uruguayos: 45% la elige por su espiritualidad, su diversidad cultural y sus paisajes que parecen de otro planeta.
Entre los países más codiciados, Tailandia lidera el ranking —seis de cada diez la eligen por su mezcla de playas paradisíacas, templos milenarios y una vida nocturna que nunca duerme. Le siguen Indonesia y Filipinas, esta última especialmente popular entre los más jóvenes por su aire aventurero y su carácter de destino “nuevo” por descubrir. El informe refleja una tendencia generacional clara: los jóvenes ya no buscan solo viajar, sino vivir algo que los transforme.
Quieren experiencias auténticas, destinos que desafíen lo conocido y les permitan reconectarse con ellos mismos.
En ese sentido, Asia ofrece exactamente lo que buscan: espiritualidad, exotismo, diversidad y, sobre todo, la promesa de empezar una nueva etapa con la mente —y el pasaporte— abiertos.


Hace falta tener mucha «tela» para tanto traje (o vestido)…