Carlos Tamayo: El guardián de los coches en Montevideo y los retos de la inseguridad

“La vida en la calle es una mezcla de desafíos y recompensas" señala.

En una soleada mañana en Montevideo, encontramos a Carlos Tamayo, un cuidador de coches con más de diez años de experiencia en las calles de la ciudad. Con su gorra azul y una sonrisa amigable, Carlos se ha convertido en un rostro familiar en el centro en la calle Colonia y Andes donde trabaja . Sin embargo, detrás de su actitud optimista, se esconden desafíos que surgen de un entorno marcado por la inseguridad.

Carlos comienza su jornada temprano. “Aproximadamente a las siete de la mañana ya estoy aquí”, comenta mientras señala un pequeño espacio en la acera frente a un concurrido edificio de oficinas comerciales. “La gente empieza a llegar a trabajar y yo tengo que estar listo para cuidar sus coches. Es un trabajo que requiere mucha responsabilidad”. Su día a día consiste en recibir a los conductores, asegurarse de que sus vehículos estén seguros y, en ocasiones, ofrecer una pequeña charla amistosa que alegra el tránsito matutino.

No obstante, a pesar de la rutina establecida, Carlos no puede ignorar la sombra de la inseguridad que pesa sobre su trabajo. “Es un tema complicado”, dice, mientras mira a su alrededor con un semblante serio. “En los últimos años, la inseguridad ha aumentado y eso afecta a todos: a los cuidadores de coches, a los comerciantes y, por supuesto, a los ciudadanos”.

Carlos menciona que la sensación de inseguridad ha crecido entre los conductores. “Muchos vienen preocupados, mirando a su alrededor, y eso se siente. Se nota en la forma en que interactúan conmigo. Algunos prefieren no dejar el coche en la calle, y no los culpo”. La falta de confianza en la seguridad de los vehículos estacionados genera un ambiente de desconfianza que afecta la dinámica de su trabajo.

A lo largo de su carrera, Carlos ha sido testigo de diversas situaciones. Recuerda un incidente en particular: “Una vez, un grupo de jóvenes intentó robar un coche justo frente a mí. Fue una experiencia aterradora. Gritamos, y ellos se fueron corriendo, pero la sensación de impotencia quedó. Ahí me di cuenta de que no solo cuido coches, sino que también debo cuidar a las personas que vienen”. Este tipo de experiencias, aunque no son cotidianas, han dejado una marca en Carlos. “La gente no lo ve, pero ser cuidador de coches no es solo estar parado todo el día. Es estar alerta, ser un testigo de lo que sucede a tu alrededor y, en ocasiones, ser un mediador en situaciones complicadas”.

Para enfrentar la inseguridad, Carlos ha desarrollado algunas estrategias. “Siempre trato de estar en un lugar visible y bien iluminado.También me comunico con otros cuidadores de la zona. Si vemos algo sospechoso, nos avisamos”. Sin embargo, reconoce que estas medidas son solo paliativos. “La verdadera solución debe venir de las autoridades. Necesitamos más patrullaje policial y programas que ayuden a la comunidad”.

La falta de recursos para mejorar la seguridad es un tema que preocupa a Carlos. “Los cuidadores de coches no tenemos un respaldo institucional. Dependemos de nuestra propia vigilancia y de la buena voluntad de los que pasan. Pero eso no siempre es suficiente”. A pesar de los desafíos, Carlos se siente orgulloso de su trabajo. “Es un empleo honesto, y aunque no es fácil, me gusta ayudar a la gente. Muchos de los conductores se convierten en amigos. Hay quienes vienen a dejar su coche y siempre tienen una sonrisa o una palabra amable para mí”. Esta conexión humana es lo que lo motiva a seguir trabajando en la calle, a pesar de la inseguridad.

“Que una persona confíe en mí para cuidar su coche es un gran honor”, dice con sinceridad. “Mi trabajo es un servicio, y creo que eso es valioso. Aunque a veces me sienta frustrado por la situación, siempre intento ver el lado positivo”.

Carlos sueña con un futuro donde la inseguridad no sea una preocupación constante. “Me gustaría ver más iniciativas comunitarias, más colaboración entre los cuidadores y las autoridades. Si trabajamos juntos, podemos crear un ambiente más seguro para todos”.

Su visión se extiende más allá de su trabajo individual. “La seguridad es responsabilidad de todos. Los cuidadores, los comerciantes, la policía y la comunidad en general. Si todos ponemos de nuestra parte, podemos hacer de Montevideo un lugar mejor”.

Al final de nuestra conversación, Carlos se despide con una sonrisa, pero no sin antes compartir una reflexión: “La vida en la calle es una mezcla de desafíos y recompensas. Cada día es una nueva oportunidad para hacer lo correcto y para construir relaciones. A pesar de la inseguridad, sigo aquí, porque creo que mi trabajo tiene valor y porque confío en que las cosas pueden mejorar”. Así, con su gorra azul y una determinación inquebrantable, Carlos Tamayo sigue siendo un guardián de los coches en Montevideo, enfrentando la inseguridad con una sonrisa y la esperanza de un futuro más seguro para todos.

1 Comment

  1. Es. importante la tarea de los cuidacoches que debe ser apoyado por la seguridad social y tener en cuenta que debe contarse entre los trabajos insalubres con un sistema especial de proteccion Habria que complementarlo con un sistema de vigilancia entre vecinos como Vecinos en alerta y camaras que es lo unico que ha demostrado efectividad

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