A pesar de que la viruela del mono tomara más protagonismo tras explotar en países como Portugal, España y el Reino Unido —donde los brotes no suelen ocurrir—, estos han estado ocurriendo en partes de África Central y Occidental durante años, con un número de víctimas más alto e investigadores africanos que advirtieron durante mucho tiempo sobre la posibilidad de que el virus se propague más ampliamente.
Según informa la revista científica Nature, antes de este año solo se habían observado unos pocos casos de viruela del mono fuera de África y todos ellos estaban vinculados a la importación de animales del continente o a viajeros que habían visitado la región. En algunas naciones africanas, por otro lado, estuvieron lidiando con brotes desde que los científicos identificaron el primer caso humano en la República Democrática del Congo en 1970; y aunque todavía no saben con precisión qué animales albergan naturalmente el virus, sí saben que circula entre muchas especies de roedores y puede transmitirse de animales a humanos.
Adesola Yinka-Ogunleye, epidemióloga del Centro de Control de Enfermedades de Nigeria en Abuja, explica que antes de 2017, año en el que un brote significativo en Nigeria contó más de 200 casos confirmados y 500 sospechosos, el virus parecía estar confinado a las áreas rurales, donde los cazadores entraban en contacto con los animales. Sin embargo, luego del 2017, ella y otros epidemiólogos advirtieron que el virus se estaba propagando de una manera desconocida: aparecía en entornos urbanos y las personas infectadas a veces tenían lesiones genitales, lo que sugiere que el virus podría propagarse a través del contacto sexual.
Ahora que el virus prolifera en las ciudades occidentales a través de lo que parece ser un contacto cercano con las parejas sexuales, «el mundo está pagando el precio de no haber respondido adecuadamente» en 2017, sostiene. En 1980, la OMS declaró erradicada la viruela y se puso fin a la vacunación contra el virus. Los investigadores demostraron que esta vacuna proporciona un 85% de protección contra la viruela del mono.
Por otro lado, los casos de viruela símica en el África subsahariana fueron en aumento durante años porque, al haberse erradicado la viruela original, los países dejaron de vacunar a las personas contra este virus estrechamente relacionado con el que causa la viruela del mono.
Como consecuencia de su erradicación, a la vez, los países ya no tienen grandes reservas de estas vacunas que serían útiles para abordar los brotes en África y ahora, a algunos funcionarios de salud les preocupa que se les siga dejando atrás, a juzgar por su experiencia con la inequidad de las vacunas durante la pandemia de COVID-19 (solo el 18,4 % de las personas en África fueron vacunadas contra el SARS-CoV-2). Incluso si los países africanos recibieran vacunas, los científicos creen que la inoculación por sí sola no erradicará la viruela del simio si no se destinan recursos a investigar el reservorio animal de la viruela del simio para poder diseñar medidas más precisas para frenar la propagación del virus.