Aunque es frecuente asociar el término de cirugía a procesos largos en los que se realizan grandes incisiones en nuestro cuerpo para solucionar algún problema de salud o lesión, lo cierto es que el campo de la medicina ha ido evolucionando, y mucho, con el paso de los años hasta el punto de dar a luz a técnicas en las que prácticamente no queda rastro del paso por el quirófano de un paciente.
La cirugía mínimamente invasiva es un proceso quirúrgico en el que el tamaño de las incisiones es muy pequeño, con todo lo que ello implica no solo en las marcas posteriores a la cirugía, sino también en el proceso postoperatorio para la recuperación. En una cirugía de invasión mínima, los cirujanos emplean diferentes métodos para operar en el cuerpo con menos daños que una cirugía abierta. En general, su implementación se asocia con menos dolor, una hospitalización más corta y menos complicaciones.
Esta técnica apareció en la década de los ochenta como una manera segura de satisfacer las necesidades quirúrgicas de muchas personas. En los últimos 20 años, muchos cirujanos comenzaron a preferir este tipo de cirugía, en vez de la cirugía abierta o tradicional. Desde entonces, el uso de la cirugía de invasión mínima se expandió en gran medida en muchas áreas quirúrgicas, como en la cirugía de colon y de pulmón.
Por ejemplo, la laparoscopia es una cirugía que se realiza a través de una o más incisiones, que son unos cortes pequeños, con sondas pequeñas y con cámaras e instrumentos quirúrgicos diminutos. Este fue uno de los primeros tipos de cirugía de invasión mínima. Otro tipo de cirugía mínimamente invasiva es la cirugía robótica. Proporciona una visión 3D amplificada del sitio de la cirugía y ayuda al cirujano a operar con precisión y control.
El avance continuo en la cirugía de invasión mínima hace que sea una buena opción para las personas con una gran variedad de afecciones. Si necesitas cirugía y piensas que podrían tratarse con este método, consulta con tu cirujano. Los cirujanos realizan muchas cirugías de invasión mínima en distintas partes del cuerpo, como: adrenalectomía, para extirpar una o ambas glándulas suprarrenales; cirugía cerebral; colectomía, para extirpar partes de un colon que no están sanas.
Además, en cirugía de vesícula, que también se conoce como colecistectomía, para aliviar el dolor que causan los cálculos biliares; cirugía cardíaca; reparación de hernia de hiato, que en ocasiones se la llama cirugía antirreflujo, para aliviar la enfermedad por reflujo gastroesofágico; extirpación de riñón, también llamada nefrectomía; trasplante de riñón; cirugía de la columna vertebral; y esplenectomía, para extirpar el bazo.
La cirugía de invasión mínima también puede utilizarse para cirugías más generales, como: cirugía para el cáncer, por ejemplo, para destruir un tumor; cirugía de colon y de recto; cirugía endovascular, para tratar o para reparar un aneurisma; cirugía gastroenterológica, que incluye el baipás gástrico. También en cirugía ginecológica; neurocirugía; ortopédicas, otorrinolaringología (oídos, nariz y garganta) y cirugía de cabeza y de cuello; cirugía torácica, como una cirugía toracoscópica asistida por video, para diagnosticar y tratar afecciones en el pecho; y urológicas.
Es importante resaltar que la cirugía mínimamente invasiva conlleva los mismos riesgos que cualquier cirugía convencional. Pueden presentarse complicaciones tales como infección, dolor residual y lesión de los nervios. Existen múltiples técnicas incluidas dentro del concepto mínimamente invasivo. Los procedimientos pueden ser percutáneos, asistidos por endoscopia o mínimamente abiertos.
En Uruguay, este método está abarcando cada vez más espacio dentro de la salud, ya sea en las mutualistas, salud pública o de forma privada. Muchos especialistas de nuestro país han comenzado a ofrecer esta herramienta a los pacientes que la requieran y en algunos casos espera que el Sistema Nacional Integrado de Salud nuclee estas cirugías para que no tenga costo por parte de los pacientes.