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El desafío de America Latina es evitar retrocesos en empleo, pobreza y desigualdad

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en su informe final del 2022, ha destacado los desafíos que la región presenta de cara al nuevo año en perspectivas sociales, marcado fuertemente por un contexto económico que no logra despegar y que aún arrastra los impactos de la pandemia, a lo que suma la inestabilidad geopolítica.

El pobre despeño económico de la región no es nuevo, lleva siete año de resultados insatisfactorios. El último período de bonanza es el recordado como el “superciclo”, cuando a mediados del 2014 el valor de las materias primas alcanzó su nivel más alto. 

Desde ese momento los países latinoamericanos han enfrentado dificultades en su economía que no les ha permitido sostener un crecimiento estable, los retrocesos se pueden ver en materia de empleo, pobreza y desigualdad, previos a la pandemia. Con la llegada del Covid 19 la inestabilidad se pronunció aún más destruyendo totalmente el escenario de bienestar que transitoriamente se había alcanzado en el contexto del “superciclo”.

Según las estimaciones de la CEPAL, esta realidad no se revertiría en el corto plazo, el reconocido por los economistas como “efecto rebote” del crecimiento posterior al parate de la pandemia, que elevó los niveles de crecimiento al 6.5% en el 2021, ha terminado. La actividad económica recorre caminos nuevamente muy pobres, el PIB cierra con una expansión 3.2% y las expectativas del 2023 caen a 1.4%.

En este estado de situación el mercado de trabajo viene teniendo dificultades, tanto en número como en la calidad del mismo, se estima que de cada 10 puestos de trabajo siete son informales y los puestos destruidos por la crisis sanitaria no han alcanzado el nivel previo. 

El informe enfatiza que se puede retroceder décadas, “Las proyecciones prevén que los mercados laborales de la región seguirán enfrentando un futuro complejo e incierto, caracterizado por una disminución del ritmo de crecimiento del número de ocupados, así como por un aumento de la desocupación y la informalidad laboral.”

El mencionado “efecto rebote” de las economías de la región no han vuelto a los niveles previos en materia social, la pobre y la indigencia se mantienen por debajo de los niveles pre pandemia. El crecimiento no ha logrado revertir los efectos de la emergencia sanitaria, la región sufrió una contracción del PIB mayor al 6% que agudizó las dificultades que se venían acumulando desde el año 2015.

La pobreza se ubicó en el entorno de 32,3% durante 2021, lo que supuso una reducción de 0,5 puntos porcentuales. La indigencia cayó del 0,2 %. hasta el 12,9%.Cepal indica que no se espera que los números mejoren en el 2023 y la pobreza se situaría en más de doscientos millones de personas, y la pobreza extrema o indigencia en 82 millones de personas.

Las cifras implican que 15 millones de personas adicionales en la pobreza con respecto a la situación previa a la pandemia y que el número de personas en pobreza extrema será 12 millones más alto que el registrado en 2019, un retroceso no visto en los últimos 25 años.

La incidencia no está distribuida de forma homogénea entre la población, afecta particularmente a la infancia y la adolescencia, más del 45% de los niños, niñas y adolescentes vive actualmente en situación de pobreza en América Latina.

La distribución del ingreso según el índice de Gini “disminuyó levemente” en relación al primer año de la pandemia, pero se mantienen los niveles observados desde el año 2017. La desigualdad de ingresos mejoró entre 2002 y 2017, pasando de 0,535 a 0,462, y desde entonces no ha registrado avances adicionales.

La situación general de América Latina enciende las alarmas, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó sobre la problemática de la inseguridad alimentaria y la malnutrición que dado el contexto se profundizará aún más.

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