El escritor de las utopías y Cuba

El autor uruguayo más importante del siglo XX, compartió una estrecha relación con Cuba y su pueblo.

En cierta ocasión, Roberto Fernández Retamar, poeta y ensayista cubano, reflexionaba sobre cuanto Mario Benedetti arriesgó su vida. Contaba el alivio que sentían los amigos y familiares del uruguayo, al saber que estaba en Cuba a buen recaudo. “Me dicen que está con ustedes, cosa que deseo de todo corazón –le escribió Julio Cortázar a Retamar el 6 de octubre de 1975–. Mario es uno de los hombres más valiosos de nuestro continente y, por tanto, siempre en peligro”.

Tan solo 4 meses después del triunfo revolucionario en Cuba, el líder histórico Fidel Castro, vislumbraba la necesidad de congregar el arte, la literatura y la intelectualidad latinoamericana. En abril de 1959 se fundó una institución, hogar de reconocidos exponentes del continente; así nació Casa de las Américas.

Por aquellos años, Mario Benedetti ya era un escritor reconocido, nombrado por los jóvenes, citado en cartas de amor… Poeta de esmerada escritura, sin brechas de complejidad, humildad y sencillez que conmueven aún. Utilizaba la poesía como arma que defendía su derecho de habitar en la Tierra, y de querer convertirla en un lugar mejor. “Libertad, una independencia superior que se sobrepone a las presiones del mercado, más que la prosa. El poeta escribe lo que le sale, lo que quiere decir, tenga éxito o no, tenga lectores o no, le caiga bien a la crítica o le caiga mal.”

En 1964, Haydeé Santamaría, fundadora y primera directora de Casa de las Américas, envía la primera misiva a Benedetti, invitándolo a ser jurado del Premio Literario del año siguiente, con “una sola limitación y obligación: premiar la obra de más calidad literaria”. Viaje que, por “circunstancias especiales” no pudo realizarse.  En la segunda carta, poco más de un año después (23 de julio de 1965), Haydeé reitera la invitación para el concurso de 1966, por considerar al escritor como “uno de los más altos representativos de las letras uruguayas” El 9 de septiembre de 1965 Benedetti acepta ser jurado y lamenta no haber podido concurrir en enero. Así se inicia la profunda relación entre la Casa (y por supuesto Cuba) y uno de sus colaboradores más sostenidos y fieles.

En enero de 1966 Benedetti arribó a Cuba. Durante el tiempo que permaneció en la isla fue jurado de novela, experiencia que compartió con Alejo Carpentier (reconocido escritor cubano), Manuel Rojas y Juan García Ponce. Este fue el primero de muchos viajes a la Mayor de las Antillas, de la cual le atraían muchas cuestiones, sin embargo, simpatizaba con el poder revolucionador y social cubano.

Bajo el título, “Soy un optimista vocacional”, fue publicado en 1997 en un Diario cubano una entrevista realizada al escritor, quizás fue esta una de las últimas visitas del autor. Letras a las que siempre es bueno volver, tal parece que Benedetti nos habla en ellas, y nos sigue impresionando…

“Cuba ha sido siempre una palabra muy importante para mí. Incluso antes de viajar a este país, la Revolución Cubana fue para muchos uruguayos una alerta, nos sacudió porque vimos la posibilidad de enfrentar de alguna manera esa presión que es política, económica, militar, cultural… de los EE.UU.

Trabajar en la Casa de las Américas, durante los años de exilio, fue un privilegio para mí porque es un organismo muy eficaz, donde los problemas se solucionan en equipo. Integré el Consejo de Dirección conformado por cubanos, excepto Manuel Galich, el guatemalteco, y aprendí desde adentro cómo funciona un organismo cultural en Cuba.

¿Cómo explica que su popularidad aumente entre los más jóvenes?

Que un viejo como yo pueda comunicarse con los jóvenes me parece lindo. La musicalización de algunos poemas pudo haber influido porque de esa manera llegan siempre a más gente. Y a veces quienes entraron a mi obra por la zona de la canción terminan invadiendo la de la poesía.

Su poesía no ha envejecido. Y usted, a estas alturas, ¿cómo asume la certeza de la muerte?

Mi próximo libro tiene una gran cantidad de poemas que se refieren a ese tema que ahora me obsesiona. A mis años no se puede decir como a los 18, a mí qué me importa la muerte. Hay que prepararse para ella.

¿Confía en la posible mejoría del mundo?

Cualquier mejoría parece imposible en este mundo de ahora al contemplar el panorama con una sola potencia que lo dirige todo, con una religión de consumismo que es el verdadero Dios que impera. Se habla mucho de la globalización económica y política y yo creo que hay otras dos a las que no se les presta atención: la globalización de la hipocresía y la globalización de la frivolidad y la banalidad.

Soy un optimista vocacional aunque cada vez me cueste más serlo. Si la humanidad sigue por el camino que le indican los decididores, según define Leotard, el filósofo, vamos directo al suicidio. Pero nunca pierdo las esperanzas, porque otras veces hemos estado al borde del abismo y hemos sabido agarrarnos por los pelos para salvarnos.”

Al poeta Mario Benedetti, uruguayo de nacimiento Cuba lo guarda en el corazón, Fidel Castro le otorgó personalmente la orden Félix Varela de Primer Grado, y tanto su poesía como su prosa, son referente en la enseñanza literaria de los jóvenes.

 

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