Alejados por la geografía, Uruguay y Cuba están unidos por la historia y el peso que la solidaridad le ha otorgado a los nexos construidos en el tiempo y en todo tipo de avatares.

El Milagro de la cooperación

Fidel insistió en que los problemas de la región eran “comunes” y por ende debían ser atendidos en conjunto.

Alejados por la geografía, Uruguay y Cuba están unidos por la historia y el peso que la solidaridad le ha otorgado a los nexos construidos en el tiempo y en todo tipo de avatares.

Sobresale en ello la impronta de José Martí, el apóstol y Héroe Nacional de la mayor de las Antillas.

Uruguay reconoce su rol como su cónsul en Nueva York entre 1887 y 1892, y su desempeño como delegado uruguayo en la Conferencia Monetaria Internacional en 1891.

Renunció a su cargo diplomático en marzo de 1892 para dedicarse de lleno a los preparativos de la independencia de Cuba. 

En el barrio Pocitos una calle lleva su nombre, hay esculturas que le rinden tributo en Montevideo y su humanismo destaca en el Hospital de Ojos “José Martí” que da vida aquí a la Misión Milagro, un ejemplo icónico de la cooperación médica entre ambos países.

Pero esta es una historia que comenzó mucho antes.

El domingo 3 de mayo de 1959 regía en Uruguay un estado excepcional provocado por lluvias e inundaciones intensas que afectaron a miles de personas. Tal era el clima imperante cuando llegó el primer ministro de Cuba, Fidel Castro, procedente de Buenos Aires. 

La Revolución Cubana apenas cumplía sus primeros cuatro meses.

Rumores interesados ponían en duda la presencia del líder; la posibilidad de que fuera objeto de un atentado se divulgaba en la prensa.

Pero cuando sobre las 15 horas de aquella jornada el Britannia de Cubana de Aviación aterrizó en Montevideo, el público había colmado el aeropuerto y desbordado el protocolo previsto. 

Acompañado por funcionarios, público y periodistas, el visitante respondió preguntas desde el salón principal de la terminal aérea. Habló “cuarenta y cinco minutos seguidos y si alguien no sugiere que ‘lo dejaran ir a descansar’ todavía estaba en el Aeropuerto de Carrasco explicando la revolución cubana a quien quisiera oírlo” dijo la crónica del diario El País.

Fueron varios los temas tratados por el visitante en su primer encuentro público: Primero que todo conocer la situación de los damnificados por las inundaciones para poder estimar “la ayuda que se necesita”.

Fidel insistió en que los problemas de la región eran “comunes” y por ende debían ser atendidos en conjunto.

Uno de esos problemas era el de la salud, un derecho que para millones de latinoamericanos estaba vedado en aquella época, en particular los afectados por cataratas, una enfermedad que conduce a la pérdida de la visión.

Bien lo sabe la anciana uruguaya Ida Gigiotty, de esas mujeres que le ponen vida a sus años. Hace pocas semanas se operó uno de sus ojos, invalidados por la catarata. Luego el otro, para ver el mundo con otra mirada.

Pudiera ser la historia repetida de tantas personas que se operan en el Hospital de Ojos José Martí, en las afueras de Montevideo, desde donde presta servicios una brigada oftalmológica cubana, continuadora de una cooperación que suma 18 años en Uruguay.

Pero la de Ida sobresale, porque ella tiene 101 años y con ganas de vivir muchos más. Los destinos de la cirujana cubana Marisol Durán e Ida Gigiotty se cruzaron aquí en una de tantas pesquisas que realizan los galenos de la isla antillana en distintos puntos de la geografía uruguaya.

Nosotros buscamos los pacientes, muchas veces a través de la Organización de Asociaciones Nacionales de Jubilados y Pensionistas (Onajpu) dice Durán en entrevista con Prensa Latina.

Con Ida pasa lo que nos sucede con muchos otros pacientes de la tercera edad. Debieron haber sido detectados y tratados con 20 años de antelación para tener una calidad de vida superior,  afirmó la galena.

La doctora cubana es especialista en primer grado de oftalmología y de Medicina General Integral, lo que habla del nivel de los expertos de la nación caribeña destacados aquí.

Es fruto de un convenio entre ambos países que data de 2007, en los albores de la Misión Milagro que, concebida por Fidel Castro y Hugo Chávez, dejó pasar luz a millones de ojos ensombrecidos por catarata, pterigio y otras afecciones de la visión en diversas latitudes.

Desde entonces el balance impresiona con más de 119 mil cirugías oftalmológicas, más de 900 mil consultas y una cifra superior a los 200 mil pacientes pesquisados., con cierre estadístico en octubre. 

También destacan las afecciones atendidas en el servicio de oculoplastia, una especialidad que cubre problemas de visión y de cirugía estética. Ese hospital, de referencia nacional, tiene una sola cirujana en la materia, y es cubana.

Las intervenciones oftalmológicas suelen ser caras y fuera del alcance de muchos bolsillos, en particular para la mayoría de los pacientes del referido hospital. 

Ello añade valor adicional a la labor de uruguayos y cubanos unidos en una cooperación de devuelve vistas, mejora las condiciones de vida de miles de personas y convierte en realidad un milagro que une a nuestros dos pueblos.

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