El trabajo infantil tiene serias consecuencias en la salud física y mental de los niños. A menudo, los niños que trabajan son expuestos a condiciones peligrosas, largas jornadas y trabajos pesados, lo que puede generar enfermedades crónicas, desnutrición, accidentes y abuso. También afecta su desarrollo emocional, causando estrés, baja autoestima o dificultades para completar sus estudios.
A nivel mundial, aproximadamente 160 millones de niños, o casi uno de cada 10, están en situación de trabajo infantil, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF. Uruguay no escapa de esta realidad y, en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, Diario La R entrevistó al psicólogo Fernando Olivera, director de la asociación civil CIPPUS, que tiene la misión de prevenir y erradicar el trabajo infantil.
Olivera trabaja en la ONG desde el 2007 y tiene alrededor de 12 años como director y asegura que CIPPUS cuenta con el programa del Cardal enfocado en la prevención y erradicación del trabajo infantil, siendo el “único” de Uruguay que trata este tema. Él menciona que es una realidad que se percibe todos los días en diferentes ámbitos. “El trabajo infantil se da en la informalidad: en las ferias, puestos callejeros, construcción informal, lavado de autos, talleres, cosechas, entre muchas otras y en diferentes puntos del país”, detalló.
En esa misma línea, fue enfático en que han observado “un notorio crecimiento en economías ilegales, con gurises que forman parte de las cadenas de micro y narcotráfico”. Es por ello que aprovechan este Día Mundial para reivindicar la lucha y la sensibilización en el tema. Olivera apunta que una de las problemáticas que tienen a la hora de planificar pasa por la falta de datos actualizados sobre las estadísticas del trabajo infantil en Uruguay.
“Las cifras oficiales sobre el trabajo infantil son muy viejas y datan del año 2010. Ahí se habla de entre 68.000 y 92.000 niños que están en esta situación. Es decir, que en la realidad se manejan que son 92 mil niños si incluimos el trabajo infantil doméstico y de cuidado. Pero esas cifras no han sido actualizadas en 15 años y pensamos que post pandemia esos números crecieron aún más”, explicó.
Otro problema es el aumento de “ausentismo y deserción escolar que presenta el país”. “Uruguay no cuenta con un Plan Nacional para erradicar y prevenir el trabajo infantil, es decir, no tiene estrategia clara”, apuntó el psicólogo que además tiene gran experiencia profesional en el aspecto territorial, gestión social y compromiso con los derechos de la infancia.
En cuanto al mayor obstáculo que enfrentan los niños para salir de situaciones de trabajo, asegura que es la pobreza y la vulnerabilidad en las que se desarrollan las familias en determinados territorios. “Viviendas precarias, trabajos informales, poca capacitación para el empleo, hogares monoparentales, sobre todo de madres, y hasta cierta visión positiva de que el niño ayuda o colabora con la familia y no se miran las dificultades o consecuencias físicas, psicológicas y de educación que tiene a futuro sobre el infante”, mencionó.
En esa misma linea, menciona que CIPPUS llevan adelante proyectos para reducir el trabajo infantil, que se enfoca en la prevención: “Tenemos un espacio para los jóvenes; ahí reciben diferentes actividades lúdicas, recreativas, deportivas, educativas, con apoyo pedagógico». «Contamos con un equipo de intervención familiar que va desde una abogada y una psicóloga encargada del área laboral para la recuperación de empleo de los adultos. Entonces trabajamos en la reconstrucción de nuevas herramientas para esas familias”.

Efectos psicológicos sobre los niños
El trabajo infantil tiene muchas consecuencias sobre el infante; puntualmente, el especialista mencionó la “configuración de roles”, haciendo referencia a que el niño pasa a ser parte del ingreso familiar o se encarga del cuidado de sus hermanos menores o del mismo adulto en situación de discapacidad.
“En esos casos la tarea o responsabilidad recae en el niño, niña o adolescente y eso genera una serie de consecuencias muy graves a largo plazo, sobre todo porque se aleja de los espacios donde sí debería estar, como por ejemplo el sistema educativo”. La educación y la salud mental juegan un rol fundamental, por un lado, mientras más tenga acceso a la educación, menos se van a ver involucrados en situaciones de trabajo infantil”, dijo.
“Estoy hablando a un nivel mucho más amplio. Por ejemplo, las infancias en las ruralidades tienen muchas dificultades para acceder a centros educativos. Es por eso que garantizar una educación pública accesible y de buena calidad es una de las herramientas que tenemos”, aseguró.
Por otro lado, la salud en general “juega un papel fundamental”. “Debemos crear protocolos de detección de situaciones de trabajo infantil, tanto en la salud como en la educación. Porque tanto los médicos como los profesores son los que pueden detectar de forma temprana esta situación”. “En la salud mental consideramos que la desigualdad, la pobreza y muchos de los aspectos, como la violencia en las que están expuestas esas familias, generan mucho sufrimiento, miedo, bronca, entre otras cosas que agravan la salud psicológica”.
Por otro lado, como defensor de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, Fernando Olivera informa que ya ha estado en conversaciones con las nuevas autoridades del Estado, aunque el proceso de transición ha ralentizado el contacto. “Seguimos avanzando, tenemos diagnósticos en común con ellos y la creación de un Plan Nacional es prioridad desde muchos aspectos. Pero lo primero es saber si tienen una definición de política para atacar el tema”, puntualizó.
“Además, estamos contemplando otro tipo de situaciones de trabajo infantil vinculadas a las plataformas web, como los niños influencers, youtubers, artistas, entre otros, donde Uruguay no tiene una reglamentación”.
Finalmente, aportó que en cuanto a la concientización “tenemos una deuda histórica como sociedad”. “No podemos tolerar que el lugar donde nacen determinados niños sea el condicionante para toda su vida y eso limite sus posibilidades de desarrollo físico, emocional y personal. Se necesitan recursos humanos capacitados y discutir el tema desde la academia, sociedades civiles, desde la política y encontrar nuevas estrategias que van desde la contracultura”.