En el mundo el 90% de las personas que necesitan analgésicos mueren de dolor al no tener acceso

Mientras que las muertes por sobredosis de opioides aumentaron un 92% en tres años solo en EE.UU.

La falta de fármacos contra el dolor “equivale a tortura, a un trato o castigo cruel, inhumano o degradante”, según las Naciones Unidas. A pesar de esto, los medicamentos narcóticos no están disponibles para buena parte del planeta. Un informe publicado el año 2023 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el acceso a la morfina alertaba de que se estaba “dejando atrás en el dolor” a los países de ingresos medios y bajos.

Según la revista británica “The Lancet”, afirma que el 90% de los opioides se distribuyen entre los países más ricos es “una de las inequidades más atroces y ocultas en la salud global” detalla la revista. Esta postura contrasta con la visión negativa que se tiene de los opiáceos, temidos porque pueden causar dependencia hasta el punto de convertirse en una crisis de salud pública.

Mientras tanto, fármacos como el fentanilo han causado una cantidad de nuevos adictos y muertes por sobredosis sin precedentes en las naciones más ricas del planeta, pero en los países con menos recursos los calmantes no llegan a las personas que lo necesitan: pacientes terminales y niños fallecen sin poder paliar su sufrimiento físico. Según las OMS el 90% de las personas que necesitan analgésicos mueren de dolor al no tener acceso a ellos.

Por una parte, las personas mueren de dolor en todo el mundo por falta de analgésicos, en la otra cara de la moneda, muchas personas también están muriendo, pero por sobredosis de fármacos como el fentanilo y otros opioides.

En Estados Unidos la llamada “epidemia de opioides” ha provocado más de 500.000 muertes en lo que llevamos de siglo y ha dado lugar a documentales, libros, series de televisión e incontables artículos de prensa.

Los fármacos narcóticos (también los psicotrópicos, utilizados para tratar enfermedades mentales y neurológicas como la epilepsia) están sujetos a regulaciones muy estrictas dentro de convenios internacionales. El motivo es que estos medicamentos son derivados del opio, la cocaína y la marihuana, pero a pesar del necesario control, ha tenido efectos secundarios; incluyendo la adición.

Un ejemplo claro es el ocurrido en nuestra región, un reciente estudio realizado en zonas rurales de Brasil, mostró que el 80% de los medicamentos fiscalizados utilizados eran obtenidos por vías ilegales, esto se debe al poco acceso a los medicamentos esenciales en las zonas más desprotegidas y en ciertos casos a la adicción que generan.

En el caso del Fentanilo, es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina, y se pudo conocer que su mal uso mató de sobredosis a 70.600 personas solamente en el año 2021.

Muchos criticaron el propio sistema de salud, que según permitió las condiciones para que muchas personas se volvieran adictas a los opioides y carteles de la droga agravan la situación con la introducción de fentanilo ilegal en el mercado negro.

Los llamados a revertir esta problemática pasan por más regulación al sistema, poner límites al lobby farmacéutico y dejar atrás el prohibicionismo a cambio de abordar el consumo como una realidad y fomentar el respeto de los derechos humanos de las personas adictas. Las formas de luchar contra esta problemática pasan por una mayor regulación del acceso a medicamentos adictivos y de cómo la industria farmacéutica influye en el sistema de salud.

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