Dentro de la gran cantidad de dinastías que existieron en la civilización china, poco se ha oído hablar de la dinastía Xia, la cual se remonta al 2070 a.C hasta el 1600 a.C cuando fue derrocada por el fundador de la dinastía Shang.
Diario La R junto al Centro Internacional de Comunicación de Prensa China y colegas de CGTN (China Global Television Network) se adentraron a los vestigios del Museo de Sitio Erlitou para comprender de mejor manera el inicio del grande asiático.
A orillas del antiguo río Luo, en el corazón de la provincia de Henan, se levanta el Museo de Sitio Erlitou, un lugar que resguarda los vestigios de una civilización que, hace más de 4.000 años, sentó las bases de lo que más tarde sería la cultura china. Allí, entre campos fértiles y tierras altas seguras de inundaciones, surgió una de las ciudades más antiguas de Asia Oriental, considerada la cuna de la primera dinastía de China, la dinastía Xia.
En 1959, el historiador Xu Xusheng, guiado por relatos históricos y estudios de geografía antigua, lideró una expedición que cambió para siempre la comprensión sobre los orígenes de China. Desde entonces, generaciones de arqueólogos han trabajado sin descanso en este sitio, revelando palacios, templos, talleres y tumbas que muestran una sorprendente complejidad urbana y social.
Dentro de los primeros descubrimientos, se pudo saber que el fundador de la dinastía Xia fue Yu el Grande, considerado un héroe cultural que, según la leyenda, controló las inundaciones del río amarillo con un sistema de diques y canales. Por otra parte, creó un sistema de sucesión hereditaria en vez de elegir a sus líderes por mérito.
El área del Sitio de Erlitou es de aproximadamente 3 millones de metros cuadrados, después de 60 años de arduo trabajo por parte de arqueólogos, historiadores y especialistas, se han excavado 60.000 metros cuadrados, lo cual se considera, solo la punta del iceberg. Por lo tanto, se espera contar con más y mayores descubrimientos que puedan seguir aportando datos a la historia de China y la poco conocida dinastía Xia.
Un centro de poder
Erlitou floreció como un centro de poder ritual y militar donde los sacrificios, en los cuales el vino jugaba un papel crucial, legitimaban la autoridad del rey bajo el Mandato del Cielo. Al mismo tiempo, la guerra consolidaba su dominio territorial.
La arqueología ha sacado a la luz magníficos recipientes de bronce y cerámica usados para vino, símbolos inequívocos del ritual y el poder. El sistema ritual del vino, iniciado en las culturas anteriores de Longshan, encontró en Erlitou su máxima expresión, como lo demuestran objetos como el “jue” y el “zun”, usados para beber y almacenar el preciado líquido.
Entre los objetos descubiertos, los implementos de jade se destacan no solo por su belleza, sino también por su significado, ya que representaban a la autoridad sagrada del monarca. Hachas, cuchillos y campanillas ceremoniales revelan un orden social jerarquizado, donde el uso de determinados materiales, como el jade y el bronce, marcaba diferencias de estatus.
El dragón, totem ancestral y símbolo del poder real, también tiene un lugar central en el arte de Erlitou. Entre las piezas más notables se encuentra un objeto funerario de turquesa en forma de dragón, posiblemente una de las representaciones más antiguas de este emblema nacional.

Planeación urbana, división social y agricultura
Erlitou no fue un asentamiento imprevisto, la ciudad estaba cuidadosamente planificada. En el centro, protegidos por murallas, se alzaban los palacios reales, zonas de sacrificio y residencias nobles. Alrededor, los talleres de artesanos y más allá, los barrios de la gente común. Esta separación espacial, según dicen los especialistas, reflejaba una sociedad altamente estratificada.
La estructura funeraria también ofrece evidencia de esa jerarquía, ya que las tumbas (más de 400 halladas hasta ahora) varían en tamaño y riqueza de acuerdo con el rango social de los difuntos, mientras que el número de objetos de bronce encontrados en cada sepultura es un claro indicativo del estatus del enterrado.
La agricultura fue el motor de esta civilización, el mijo glutinoso, el arroz, el trigo y los frijoles formaban la base alimentaria de Erlitou, garantizando un suministro estable de comida para sostener a su creciente población y, por ende, el poder del estado.
Aparte de sus logros materiales, Erlitou representa una revolución cultural. La ciudad absorbió influencias de diversas culturas circundantes como Dawenkou, Longshan, Shijiahe y Taosi, consolidándose como el primer centro cultural y político unificado de la Llanura Central. Así, marcó el inicio de la transición de un mosaico de sociedades tribales a un sistema de dinastías centralizado.
Ubicada estratégicamente en la fértil cuenca de Luoyang, considerada “el centro bajo el cielo”, Erlitou fue mucho más que una ciudad, fue el escenario donde se forjó la identidad cultural china. Desde aquí, el concepto de un “estado centralizado” se expandió hacia todo el territorio, influyendo en las posteriores dinastías Shang y Zhou.
Hoy, el Museo de Sitio Erlitou conserva fragmentos de jades, bronces y cerámicas; al igual que custodia los primeros pasos de una civilización que perdura hasta nuestros días. Caminar por sus salas es emprender un viaje a los albores de China, donde la música ritual, el vino ceremonial, los dragones ancestrales y los grandes reyes dieron vida a la gran Huaxia.