Las investigadoras Bettina Tassino y Ana Silva de la Facultad de Ciencias (FCIEN) de la Universidad de la República (Udelar) son las encargadas de coordinar los estudios del reloj biológico.
Se trata de un grupo interdisciplinario formado por hombres y mujeres especializados en Neurociencias, Etología, Fisiología, Psicología Clínica, y Biología, que investiga tanto la modulación de los relojes biológicos en los peces autóctonos como las preferencias circadianas y los hábitos de sueño en jóvenes, para de esa manera entender el ajuste del reloj biológico a demandas sociales y desafíos ambientales.
Según su página web, dedicada a la comunicación académica y a la divulgación científica, el conocimiento generado por el equipo no sólo puede ayudar a identificar los mecanismos del cuerpo humano y las respuestas a los cambios ambientales, sino también brindar información sobre la exposición a la luz artificial y tener en cuenta los aspectos “cronobiológicos” individuales y colectivos en la toma de decisión de diversas políticas públicas.
En un folleto de difusión titulado, “La Luz y el tiempo”, el equipo de Facultad de Ciencias señala que en nuestro cerebro, más precisamente en el hipotálamo, reside “el director de orquesta de nuestro organismo, el reloj biológico” que “se ajusta con los cambios de luz en el día y la noche”.
En el trabajo se señala la importancia que la luz del día tiene para el rendimiento corporal, la circulación de la sangre, el movimiento intestinal, y como esta es relevante para el máximo nivel de respuestas; también se hace hincapié en la manera en que la oscuridad de la noche disminuye la temperatura corporal, desciende la presión sanguínea, a la vez que promueve un mejor descanso en los seres vivos.
En uno de los apartados del trabajo de divulgación realizado por el equipo “La vida moderna le hace trampas al reloj biológico”, se señala que en la actualidad la vida contemporánea en ciudades puede afectar negativamente al reloj biológico; en concreto, la exposición a luces, pantallas de celulares, computadoras, le hace creer que todavía es de día, confundiéndolo y creando efectos negativos contra la salud y el bienestar. Como práctica saludable se recomienda tener el hábito regular de buscar la luz natural durante el día, y a medida que llega la noche, no exponerse a pantallas, además de procurar descansar en un lugar lo más oscuro posible.
La profesora Bettina Tassino, en un audiovisual elaborado por Facultad de Ciencias señala las formas en que el equipo suele recabar la información para su análisis “los estudios cronobiológicos modernos incorporan medidas objetivas además de los reportes de las personas que participan en las investigaciones. Un elemento fundamental de estos registros son los actímetros, dispositivos portátiles que se colocan en la muñeca y que registran por períodos prolongados los ciclos de actividad y reposo, los períodos de sueño, la exposición a la luz y también la temperatura corporal”.
Otra de las metodologías que se señalan en el material audiovisual, suelen ser los estudios de muestras de saliva de donantes que participaron de manera voluntaria. Los voluntarios de estos análisis suelen permanecer un día entre las 18 horas y la medianoche en condiciones de reposo y bajo luz tenue y tomarse una muestra de saliva una vez por hora. De esta manera se consigue información sobre el comportamiento de la melatonina, una sustancia segregada por la glándula pineal. El mismo trabajo se realiza para estudiar otras hormonas como el cortisol que son indicadores del estado de estrés y el estado de alerta de los individuos.
Según se declara en la grabación de video, que figura en la página web de Facultad de Ciencias, las investigaciones del grupo de Cronobiología cuentan con el aval del Comité de Ética de la Facultad lo que garantiza que los protocolos que se aplican son evaluados y aprobados por expertos.