Con un tuit y una orden ejecutiva, Donald Trump liquidó la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), fundada en 1961 por John F. Kennedy para promover democracia y desarrollo. Lo que parecía otro recorte presupuestal se reveló como el fin de una era: el adiós definitivo a la diplomacia que usó la ayuda humanitaria como herramienta de influencia durante seis décadas.
En su lugar, se consolida un modelo basado en intereses comerciales, alianzas con regímenes autoritarios y narrativas virales en redes sociales. La democracia ya no es un valor a exportar, sino un obstáculo a sortear.
- El ocaso de un ícono de la Guerra Fría
Kennedy vs. Trump: dos visiones de poder
USAID nació para competir con la URSS en el «Tercer Mundo»: construyó hospitales, escuelas y granjas como antídotos contra el comunismo. Trump la llamó «un fraude ideológico» y ordenó su absorción por el Departamento de Estado.
El desmantelamiento exprés
El proceso, supervisado por Elon Musk desde el flamante Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), fue brutal y se pasó de 13.000 empleados a 294 en tres semanas; a congelar 40.000 millones de dólares en ayuda, incluyendo programas de VIH y seguridad alimentaria y a abandonar trabajadores en zonas de conflicto, como el Congo, sin protocolos de evacuación.
La despedida cínica
En un acto virtual, exmandatarios como Obama y Bush celebraron logros como el programa PEPFAR (25 millones de vidas salvadas del sida). Horas después, el senador Marco Rubio anunció «America First»: la nueva estrategia que reemplaza ayuda humanitaria por acuerdos comerciales y recorta fondos para prevención de VIH.
- ¿Por qué USAID molestaba al nuevo orden?
- La ONU como campo de batalla
Rubio criticó que países beneficiados por USAID (como Egipto o Pakistán) votaran contra EE.UU. en la ONU o se aliaran con China. «No financiaremos gobiernos fracasados», declaró, pese a que la ayuda exterior era menos del 1% del presupuesto federal. - La democracia ya no vende
La diplomacia del siglo XXI privilegia transacciones sobre valores. Ello queda en evidencia en las reiteradas alianzas con autócratas (desde Arabia Saudita hasta Hungría), en la influencia vía redes sociales, mediante bots y campañas virales que reemplazan proyectos de desarrollo y en un drástico cambio de prioridades pues ya no importa construir legitimidad, sino asegurar recursos geopolíticos.
III. Impactos regionales
El cierre de USAID tiene impacto regional. El congelamiento de fondos para seguridad alimentaria y para programas de cambio climático tiene sin lugar a dudas impacto en América Latina y el Caribe.
El vacío que deja EE.UU. abre las puertas para que China y Rusia aumenten su influencia con ayuda.
El otro cambio evidente es el final de la retórica de «promover la libertad», el cual queda enterrado junto a USAID.
El tuit de Trump no solo borró una agencia sino que marcó el triunfo de una visión donde la fuerza económica, militar y digital reemplaza a la persuasión.