La tragedia universitaria: La ausencia de prácticas y pasantías pre profesionales

Los sistemas de enseñanza han tenido desde hace muchos años la tensión entre una enseñanza  academicista y teórica, orientada a las demandas de élites y que correspondía a un perfil generalista y cultural, frente a otra enseñanza de tipo práctica y técnica, con escasos componentes teóricos, centrada en resolver problemas específicos del mercado de trabajo y desarrollada mediantes estudios cortos y terminales.  Este enfoque tradicional separo los procesos de enseñanza, las pedagogías, los tipos de instituciones y los perfiles de los estudiantes y docentes. En Uruguay, la separación se expresó desde su inicio entre las escuelas de oficios y posteriormente la UTU frente a una enseñanza generalista de secundaria sin ninguna competencia concreta. En ese enfoque, también se separó la formación terciaria de nivel técnico y una enseñanza universitaria de perfil profesional y teórica. Ello se correlacionó en un tiempo con un tipo de tecnología, perfiles laborales y también formas de división del trabajo y tareas donde los “cuellos azules” ejecutaban tareas prácticas y trabajadores de “cuello blanco” profesionales supervisaban y planificaban los trabajos. Ello fue expresión de un tiempo tecnológico y productivo que desapareció, hemos pasado a una dinámica donde el técnico «aprieta tornillos» requierió conocimientos teóricos para “saber actuar”, y a la vez quienes estudiaban solo teorías, pasaron a requerir aprendizajes prácticos y “saber hacer”.

A partir de allí se expandieron ampliamente los modelos de educación dual, el aprendizaje basado en problemas y proyectos, y la obligación de realización de pasantías y prácticas educativas para “saber hacer”. Fue la irrupción de un nuevo enfoque curricular centrado en la formación por competencias y que buscaba superar un tipo de enseñanza centrada en conocimientos meramente. La informática fue uno de los componentes de esta confluencia, que también expresaba cambios en las tareas de técnicos o profesionales, ya que todos hemos comenzado a trabajar mediados con amplios y diversos equipos informáticas. No solo irrumpieron los tecnólogos universitarios como avance y transformación de los técnicos de nivel secundario, sino que todas las formaciones y profesiones de nivel secundario, terciarias y universitarias, comenzaron a articularse y converger en la incorporación tanto de los tradicionales componentes teóricos como de  componentes prácticos en el aprendizaje. Incluso ahora ello se comienza a realizar con simuladores y sistemas informáticos. La realidad es que han cambiado todas las profesiones y ámbitos laborales, y también su enseñanza.

Algunas profesiones ya tenían incorporado este paradigma como la medicina que desde hace siglos el 50% se apoya en  prácticas, pero en general, la enseñanza es teórica centrada en aprender conocimientos. Desde entonces estamos insertos en un enorme cambio radical en la educación a escala global, por el cual se están estableciendo mecanismos obligatorios de realización de las prácticas y pasantías preprofesionales, como requisitos para graduarse y ejercer. Entre otros, en México o Colombia, se establecieron servicios sociales de prácticas obligatorias a nivel de la enseñanza media y en Brasil, Ecuador o Venezuela, fue en el nivel universitario donde se establecieron amplios sistemas nacionales de pasantías y prácticas con participación de los ámbitos empresariales, del Estado, de la academia y de los trabajadores, sobre la base de una actividad curricularizada, creditizada, articulada, académica y segura. Son sistemas para facilitar la articulación educación – trabajo, y que facilitan el empleo juvenil y el ingreso más fluido a las empresas y con ello reducir el desempleo juvenil, y además  especialmente permitir la adquisición de competencias, que apoyadas en conocimientos, habilidades y destrezas, son la base de mejores trayectorias de vida de las personas. El Uruguay tenemos la carencia de un sistema integral de prácticas de carácter legal que facilite la articulación entre el mudo académico y el mundo laboral y dote de competencias a los estudiantes. Es básico para reducir la alta  deserción y abandono estudiantil. Es un marco que debe preservar la propiedad intelectual de las empresas, tener seguros, no ser considerado parte del trabajo sino del aprendizaje como en todo el mundo, tener co-evaluación y ser obligatorio.

 Sin ello seguiremos teniendo altas tasas de deserción, desempleo juvenil y una formación teórica con pocas competencias a nuestros estudiantes. Hay que mirar lo que pasa el mundo, o aquí cerca en Brasil con el enorme impulso que desde los ámbitos empresariales y gubernamentales se ha realizado a las prácticas con un enorme impacto positivo en el mundo educativo y en el laboral. Es tiempo de  poner en la agenda del próximo gobierno un marco legal de prácticas y pasantías que permita pasar del “saber” al “saber hacer” en el sistema educativo. Lo merecen y necesitan los estudiantes.

Eco. Claudio Rama

Dr. ED; Dr. DER; Post. Dr

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