Entre la laguna y los ríos Yaguarón y Tacuari

Lago Merín, un balneario pintoresco del noreste

Lago Merín es uno de los balnearios más pintorescos e importantes de Cerro Largo que se encuentra ubicado cercano a la orilla de la laguna que le da nombre. En él se desarrollan actividades turísticas durante todo el año, situándose la mayor parte de ellas entre la primavera y el otoño.

El balneario Lago Merín se ubica a orillas de una de las reservas de agua dulce más importante del mundo, la Laguna Merín. Ésta fue declarada reserva mundial de agua dulce por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA), más conocida por su sigla en inglés, FAO.

Las hermosas cabañas situadas entre sus bosques lo plasman como una de las mejores opciones turísticas del departamento. A su vez, el viento y el oleaje permanente le dan movimiento al mar de aguas verdes, lo que provoca la sensación de estar en una zona rumorosa del océano Atlántico. Su playa tiene dos características que la hacen única: es muy llana y el agua carece de salinidad.

Quien ve por primera vez la laguna se maravilla de su extensión; son 3.750 km2 que se reparten entre Uruguay -los departamentos de Cerro Largo y Rocha- y Brasil y la canaliza como la segunda reserva de agua dulce de Latinoamérica.

Dado que su alojamiento es de un alto nivel y sus características climáticas, las actividades turísticas se desarrollan durante todo el año, sobre todo de la primavera al otoño. Las opciones para hospedarse en el lugar son vastas ya que en la zona hay un lujoso hotel -con todas las comodidades-, casas para alquilar, bungalows y dos extensas áreas de camping. En referencia a los costos, estos son igual de módicos como en cualquier balneario del este.

Al salir de la zona poblada y turística, comienzan los bañados con su rica fauna criolla entre las que se encuentran garzas, patos masaricos, chajás y ñandúes. Estas especies habitan las verdes praderas que se ubican detrás de los médanos de la costa. Adentro de ellos, en los montes, las especies que abundan son el carpincho, las nutrias y algunos yacarés.

En la desembocadura del río Tacuarí, a unos siete kilómetros de la zona más poblada del balneario, se puede vivir uno de los más maravillosos y mágicos que se pueden registrar en todo el territorio nacional.

En ella, bandadas de pájaros de distintas especies expresan sus característicos graznidos, la luz reverbera en el agua y un espeso monte criollo le da lugar a la única sombra que existe en dicho paraje.

Si bien es desconocido por muchos uruguayos dado su poca difusión, y por encontrarse a 420 kilómetros de la capital, lo que no lo convierte en un destino cercano para los montevideanos, es uno de los balnearios más pintorescos del país.

Por su parte, para los brasileños de Río Grande y quienes habitan los departamentos norteños del Uruguay, Lago Merín es una de las mejores posibilidades para disfrutar de unas apacibles vacaciones marítimas de agua dulce yodada.

Para acceder al balneario desde Melo se hace por la ruta 26. En el caso de querer ingresar por el departamento de Treinta y Tres se debe tomar la ruta 18 hasta llegar a la ciudad de Río Branco (Cerro Largo) y ahí si ingresar a la ruta 26.

También se puede llegar en ómnibus. En este caso se debe arribar a la terminal de la ciudad de Río Branco y allí tomar un servicio regular de ómnibus que hace el recorrido hacia el Lago Merín ida y vuelta.

Sus comienzos

Originalmente, los padrones que componen el balneario pertenecían a don Saturnino Arismendi, quien los había heredado de su señora, doña Nieves Rojas. En 1937, Arismendi construyó un Parador -actual Club de Pesca- que fue gestionado por don Pedro “Perico” Lemos.

En la década del 40, durante el gobierno del general arquitecto Alfredo Baldomir, el lugar fue declarado como zona balnearia. Ahí es cuando el agrimensor López Benítez fracciona los terrenos cuya demanda era escasa pese a su bajo costo.

Esto era así dado que las personas veían inviable la idea de construir un balneario en la zona dada las pésimas vías de acceso.

 Esa visión cambió a mediados de esa década cuando se construyó la primera carretera sobre balastro que no llegaba al balneario y fue elaborada para retirar la producción arrocera que se producía en la zona.

Los primeros turistas empezaron a llegar en la siguiente década y debían dejar sus vehículos a varias cuadras de sus casas dado que aún no existían las calles.

Durante la segunda mitad de los 50, el intendente Rufino Pérez determinó la construcción de primera Rambla Costanera, que fue destruida con las históricas inundaciones de 1959.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.