Kamala Harris en las elecciones en Estados Unidos desenmascaró un escenario incierto dentro del Partido Demócrata. En medio del desconcierto, distintas voces se alzaron en busca de responsables de la histórica paliza electoral del republicano Donald Trump, quien rompió con la hegemonía demócrata al ser el candidato más votado y se encamina a dominar el Congreso .
“El resultado de la elección no es el que esperábamos ni por el que peleamos”, dijo Kamala Harris.
Números históricos reflejan la debacle del partido gobernante que se presentó para defender las banderas del aborto y la democracia liberal. Si bien la derrota no sorprendió, sí lo hicieron los números. Con 67 millones de votos –quince millones menos que Trump y catorce menos que Biden en 2020–, la candidata que remontó la imagen demócrata perdió el voto popular frente a su rival republicano, algo que no ocurría desde 2004 con la elección de George W. Bush.
Joe Biden, el principal apuntado. Pero el frenesí político post triunfo de Trump, con el pase de facturas entre referentes demócratas y donantes de campaña, no es un fenómeno aislado. Tampoco apuntan a Harris como la responsable de la debacle. Sino que fue el punto culminante de un proceso que se disparó en los últimos meses, luego de que el partido quedara acéfalo ante la incapacidad del presidente Joe Biden de sostener o declinar su candidatura.
El presidente demócrata, en tanto, es apuntado como el principal responsable. Especialmente después de su desempeño durante el primer debate con Trump, donde se mostró visiblemente desorientado sellando su suerte. Biden intentó aferrarse a la idea de competir por la reelección a pesar de las presiones internas para que se bajara, incluidos gobernadores demócratas que se jugaban la carrera o Nancy Pelosi, ex titular de la Cámara de Representantes y una de las primeras que alzaron la voz contra su candidatura cuando nadie se animaba.
“El partido necesita un reinicio completo”, publicó en X el administrador Bill Ackman, un donante demócrata de larga data que apoyó a Trump este 2024. “El partido mintió al pueblo estadounidense sobre la salud cognitiva y la aptitud física del presidente”, agregó, reflejando una de las claves de la eventual victoria de Trump.
Biden terminó cediendo ante la presión pensando en “el bien de su país y del Partido Demócrata”, eligiendo a su vicepresidenta, Kamala Harris, como su sucesora. La demora en declinar su candidatura fue otro de los puntos que incidieron en el resultado final porque, estando a tres meses de la elección, no dio tiempo a una interna partidaria que permitiera elegir un candidato más fuerte.
Harris, desde entonces, se erigió como líder del partido, pero cargó con varios obstáculos en su intento por torcer la victoria de Trump que parecía sellada tras su segundo intento de asesinato. La vicepresidenta tuvo 107 días para cambiar la imagen que dejó el gobierno de Biden golpeado por la pandemia y la percepción sobre el rumbo económico.
Es la economía. “La elección estaba estructuralmente dada para que ganaran los republicanos. Las encuestas marcaban que el 75% del país quería un cambio. Sumado a la caída de imagen de Biden y los asuntos sobre la inmigración y la economía. El único aspecto (que tenía Harris) era la figura de Trump y las resistencias que generaba”, explicó un analista con llegada al Partido Demócrata consultado por Diario la R.
El factor económico, de la mano de los coletazos de la pandemia de coronavirus y la alta inflación de 2022, fue la clave de la elección. Esto influyó además en la pérdida de apoyo de la población negra, especialmente los hombres, y de los hispanos, una base tradicionalmente demócrata que optó por Trump en un porcentaje mayor que en 2020.
Otro factor que alimentó la división dentro de la base demócrata fue la postura de Harris sobre el conflicto israelí-palestino. Su negativa a romper con la política de Biden respecto al envío de asistencia militar y económica a Israel fue criticada por sectores progresistas y mermó el apoyo de votantes de origen árabe, que optaron por abstenerse o votar por candidatos alternativos por fuera de la lógica bipartidista.