Uruguay y no solo Uruguay, está movilizado por el fallecimiento del exmandatario José Mujica, quien hasta hace poco y utilizando sus pequeños soplos de aliento utilizaba las palabras para transmitir mensajes de esperanza y de llamado a la realidad. Es un buen contexto, para memorar cuando tenía fuerzas y se paró frente a los presentes en la Asamblea General de la ONU, el 24 de septiembre de 2013, siendo entonces presidente de nuestro país y enunció el que sería uno de sus discursos más recordados.
“Durante casi 50 años el mundo nos vio como una especie de Suiza. En realidad, en lo económico fuimos bastardos del imperio británico y cuando este sucumbió vivimos las amargas mieles de términos de intercambio funestos, y quedamos estancados añorando el pasado. Casi 50 años recordando el Maracaná, nuestra hazaña deportiva. Hoy hemos resurgido en este mundo globalizado tal vez aprendiendo de nuestro dolor. Mi historia personal, la de un muchacho que como otros quiso cambiar su época, su mundo, el sueño de una sociedad libertaria y sin clases. Mis errores son en parte hijos de mi tiempo. Obviamente los asumo, pero hay veces que medito con nostalgia: ¡Quién tuviera la fuerza de cuando éramos capaces de albergar tanta utopía!”, inició, dando paso así, a varios temas, en los que se detuvo con firmeza.
Con la mente y la postura en el presente, pero sin olvidar el pasado, expresó que “no miro hacia atrás porque el hoy real nació en las cenizas fértiles del ayer”, sino por el contrario “no vivo para cobrar cuentas o reverberar recuerdos, me angustia, y de qué manera, el porvenir que no veré, y por el que me comprometo. Sí, es posible un mundo con una humanidad mejor, pero tal vez hoy la primera tarea sea cuidar la vida”.
Recordando de dónde viene y siendo la voz de quienes también son de la “América Latina patria común que se está haciendo” y resaltamos las palabras que pronunció al respecto: “Cargo con las culturas originales aplastadas, con los restos del colonialismo en Malvinas, con bloqueos inútiles a ese caimán bajo el sol del Caribe que se llama Cuba. Cargo con una gigantesca deuda social, con la necesidad de defender la Amazonía, los mares, nuestros grandes ríos de América. Cargo con el deber de luchar por patria para todos. Para que Colombia pueda encontrar el camino de la paz, y cargo con el deber de luchar por tolerancia, la tolerancia se precisa para con aquellos que son distintos, y con los que tenemos diferencias y discrepamos”. Aclarando así, que “no se precisa la tolerancia para los que estamos de acuerdo”. En esa línea, reflexionó sobre la tolerancia como “el fundamento de poder convivir en paz, y entendiendo que en el mundo somos diferentes”.
Mujica disparó contra el consumismo y el despilfarro. “Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales y les ocupamos el templo con el dios mercado, que nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas y tarjetas, la apariencia de felicidad”.
Continuó analizando que, “parecería que hemos nacido solo para consumir y consumir, y cuando no podemos, cargamos con la frustración, la pobreza, y hasta la autoexclusión. (…) si aspiramos en esta humanidad a consumir como un americano medio promedio, sería imprescindible tres planetas para poder vivir. Prometemos una vida de derroche y despilfarro, y en el fondo constituye una cuenta regresiva contra la naturaleza, contra la humanidad como futuro”.
“Civilización” contra la vida y la naturaleza
Mujica señaló que nos encontramos en una época donde la civilización está “contra la libertad que supone tener tiempo para vivir las relaciones humanas, lo único trascendente. Contra el tiempo libre que no se compra”. Agregó que, “arrasamos las selvas verdaderas e implantamos selvas anónimas de cemento. Enfrentamos al sedentarismo con caminadores, al insomnio con pastillas, la soledad con electrónicos, porque somos felices alejados del entorno humano”.
Siguiendo ese hilo, lamentó que “la política, la eterna madre del acontecer humano, quedó limitada a la economía y al mercado (…)”. Continuando, sus palabras fueron como un llamado de atención a lo que se ha vuelto nuestro día a día: “El hombrecito promedio de nuestras grandes ciudades, deambula entre las financieras y el tedio rutinario de las oficinas, a veces atemperadas con aire acondicionado. Siempre sueña con las vacaciones y la libertad, siempre sueña con concluir las cuentas, hasta que un día, el corazón se para, y adiós. Habrá otro soldado cubriendo las fauces del mercado, asegurando la acumulación. La crisis se hace impotencia, la impotencia de la política, incapaz de entender que la humanidad no se escapa, ni se escapará del sentimiento de nación. Sentimiento que casi está incrustado en nuestro código genético”.
Fronteras, solidaridad y ciencia
En su discurso, además, anunció que “es tiempo de empezar a tallar para preparar un mundo sin fronteras. La economía globalizada no tiene más conducción que el interés privado, de muy pocos, y cada estado nacional mira su estabilidad continuista, y hoy la gran tarea para nuestros pueblos, en mi humilde manera de ver, es el todo”.
Utilizando el debate que inició a generarse sobre el calentamiento global, expresó que “sería imperioso lograr consenso planetario para desatar solidaridad hacia los más oprimidos, castigar impositivamente el despilfarro y la especulación. Movilizar las grandes economías, no para crear descartables, con obsolescencia calculada, sino bienes útiles, sin fidelidad, para ayudar a levantar a los pobres del mundo. Bienes útiles contra la pobreza mundial. Mil veces más redituable que hacer guerras”.
En ese contexto, se atrevió a decir con firmeza que “tal vez nuestro mundo necesita menos organismos mundiales” y “necesitamos sí mascar mucho lo viejo y eterno de la vida humana junto a la ciencia”. pero haciendo referencia a la que “se empeña por la humanidad no para hacerse rico”. “Sí la alta política entrelazada con la sabiduría científica, allí está la fuente. Esa ciencia que no apetece el lucro pero que mira el porvenir y nos dice cosas que no atendemos; años hace que nos dijeron determinadas cosas que no nos dimos por enterados”, reflexionó. Continuando afirmó que lo que “algunos llaman la crisis ecológica del planeta, es consecuencia del triunfo avasallante de la ambición humana”.
Mujica destacó que “nuestra época es portentosamente revolucionaria como no ha conocido la historia de la humanidad”, sin embargo señaló que “la codicia individual ha triunfado largamente sobre la codicia superior de la especie”. Por otra parte, señaló que “no fueron las repúblicas creadas para vegetar, sino por el contrario, son un grito en la historia para hacer funcionales a la vida de los propios pueblos y, por lo tanto, las repúblicas se deben a las mayorías y a luchar por la promoción de las mayorías”.
“Hoy es imposible renunciar a la guerra cuando la política fracasa. Así se estrangula la economía, derrochamos recursos”, en ese contexto, recordó que “en cada minuto del mundo se gastan dos millones de dólares en presupuestos militares en esta tierra” y enunció que “en investigación médica apenas cubre la quinta parte de la investigación militar”.
Sin embargo, admitió que “sería una inocencia en este mundo plantear que allí existen recursos para ahorrar y gastarlos en otras cosas útiles. Eso sería posible, otra vez, si fuéramos capaces de ejercitar acuerdos mundiales y prevenciones mundiales de políticas planetarias que nos garanticen la paz y que nos den a los más débiles, garantía que no tenemos. Ahí habría enormes recursos para recortar y atender las mayores vergüenzas arriba de la Tierra. Pero basta una pregunta: en esta humanidad, hoy, ¿adonde se iría sin la existencia de esas garantías planetarias?”.
La posición de la ONU
“La ONU, nuestra ONU languidece, se burocratiza por falta de poder y de autonomía, de reconocimiento y sobre todo de democracia hacia el mundo más débil que constituye la mayoría aplastante del planeta”. Como ejemplo, mencionó que Uruguay “tiene en términos absolutos, la mayor cantidad de soldados en misiones de paz”. Entonces, expresó “donde se reparten los recursos y se toman las decisiones, no entramos ni para servir el café. En lo más profundo de nuestro corazón, existe un enorme anhelo de ayudar para que el hombre salga de la prehistoria. Yo defino que el hombre mientras viva con clima de guerra, está en la prehistoria, a pesar de los muchos artefactos que pueda construir”, apuntó.
Finalizando, el exmandatario razonó que “los recursos necesarios existen, están en ese depredador despilfarro de nuestra civilización” y señaló que “esta globalización de mirar por todo el planeta y por toda la vida significa un cambio cultural brutal”. En ese sentido reiteró, que para que todo eso sea posible, “necesitamos gobernarnos a nosotros mismos o sucumbiremos porque no somos capaces de estar a la altura de la civilización que en los hechos fuimos desarrollando. Este es nuestro dilema. No nos entretengamos solos remendando consecuencias. Pensemos en las causas de fondo, en la civilización del despilfarro, en la civilización del use-tire que lo que está tirando es tiempo de vida humana malgastado, derrochando cuestiones inútiles”.
LEAN, RE LEAN, ESCUCHEN,,RE ESCUCHEN Y SAQUEN, CADA UNO ,CONCLUSIONES SINCERAS, NO AQUELLAS DE PROPICIAR INTERESES PROPIOS, O INTERESES DE OTROS MAS INTERESADOS EN OTRAS COSAS. no solo lo dice en su discurso , lo sabemos todos, quienes » hacen la guerra» fabrican armas y las distribuyen (a veces ni siquiera las venden) a los bandos en conflicto. Por MINUTO dos millones de dolares EN PRESUPUESTO EN ARMAS!!!!!saquen cuenta x 60 por hora, x 24 por día, x 365 por año…PAAAAA ,se me rompió la calculadora no tiene tantos ceros es modesta
Conseguí una científica, (calculadora) no me aclaro nada. Me respondió al final algo así como» 1.059 e 12. Cómo no tengo cerebro científico ni conocimientos elevados de matemáticas, quedé frito. Disculpen mi opinión sin respaldo técnico y cuentifico