No me digas Princesa: Alfonsina Storni

“¿Qué mundos tengo dentro del alma que hace tiempo vengo pidiendo medios para volar?”

Poetisa argentina de origen suizo; nace en Capriasca, Suiza, un 29 de mayo de 1892. Alfonsina junto a sus padres emigran a la Argentina cuando ella tenía solo 4 años de edad; radicándose en un principio en San Juan, también residió en Santa Fe, Rosario y Buenos Aires. 

Padeciendo una niñez con escaseces económicas, debió trabajar como lavaplatos, camarera, costurera y obrera; pero ello no impidió que estudiara y buscara destacarse.

En 1907 ingresó como actriz en la compañía de teatro dirigida por Manuel Cordero recorriendo Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán. Participó como la ejecución de obras de Henrik Ibsen, Benito Pérez Galdós, Florencio Sánchez. Esta experiencia la introdujo en las principales obras del teatro clásico y contemporáneo.

Se recibió como maestra en 1909, ejerció en la ciudad de Rosario y allí publicó poemas en las revistas Mundo Rosarino y Monos y Monadas. Se trasladó luego a Buenos Aires y fue docente en el Teatro Infantil Lavardén y en la Escuela Normal de Lenguas Vivas.

Su actividad poética se vio plasma y publicada por primera vez, el 8 de enero de 1912 con su poema titulado “Anhelos”.

En 1911, a pesar de una serie de dificultades económicas, decidió trasladarse a Buenos Aires, lugar donde Alfonsina decide tener un hijo y convertirse en madre soltera, hecho que para la época era mu fuera de lo común. Su hijo Alejandro Alfonso Storni, nace un 21 de abril de 1912.

La condición de madre soltera, el deseo de proteger la intimidad de los seres queridos, la necesidad de afrontar sola los problemas de la vida, la llevaron a una actitud de desafío y oposición a los prejuicios sociales muy arraigados en aquella época.

En 1913 comienza a colaborar en la revista “Caras y Caretas” es ahí donde conoce y se relaciona con José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Baldomero Ugarte; tiempo después en 1917 fue nombrada maestra directora del internado de Marcos Paz. 

Storni, dictó conferencias en Buenos Aires y Montevideo; colaboró en las publicaciones de Nosotros, Atlántida, La Nota y en el periódico La Nación. Compartió además la vida artística y cultural del grupo Anaconda con Horacio Quiroga y Enrique Amorín y obtuvo varios premios literarios. Así como también entablo una amistad con la escritora uruguaya Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral, la gran poetisa chilena, el poeta Francisco López Merino, entre muchos más.

Su primer poemario en volumen “La inquietud de Rosal” apareció en 1916. Su segundo volumen “El dulce daño” en 1918. A partir de 1920 con el volumen “Languidece” obtuvo sus primeros grandes premios nacionales los cuales eran Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura.

En 1934 también publicó, después de ocho años, un nuevo libro llamado “Mundo de siete pozos”, una recopilación de poemas que dedicó a su hijo Alejandro.

Un año después, manifestó síntomas de un tumor mamario que la obligó a someterse a una difícil cirugía. Tras una aparente mejoría reapareció el mal con toda su agresividad y la decisión de Alfonsina fue planificar un suicidio digno de una obra teatral que ejecutaría años mas tarde en Mar del Plata.

Instalada en un hotel escribe “Me voy a dormir”, poema que fue enviado al diario La Nación. La madrugada del 25 de octubre de 1938, Alfonsina cerró por última vez la puerta de su habitación, en ella deja una nota dirigido a Manuel Gálvez: “Sr. Gálvez. Estoy muy mal. Por favor, mi hijo tiene un puesto municipal, yo otro. Ruéguele al intendente a mi nombre que lo ascienda acumulándole mi sueldo. Gracias. Adiós. No me olviden. No puedo escribir más. Alfonsina”. 

Caminó hacia la calle y en la escollera de la Playa “la Perla” se arrojó al mar.

Ahí murió Alfonsina Storni y en ese mismo instante nació el mito eterno de Alfonsina y el mar.

Toda su obra refleja dramatismo, lucha y una audacia inusual para la época. Su temática es, sobre todo, amorosa, feminista y profunda, en donde se refleja un carácter singular, marcado muchas veces por la neurosis. Una poetisa que fue ejemplo de vida, superación y rebeldía, autenticidad y amor; que sin duda vale la pena destacar y recordar.

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