No me digas princesa: “Hedy Lamarr”

Hedwig Eva Maria Kiesler, nació un 9 de noviembre de 1915 en Viena; hija de un banquero de origen ucraniano y de una pianista de ascendencia húngara, su infancia transcurrió en reputados internados de Austria y Suiza, donde adquirió una sólida educación que completó con las clases particulares que recibía de institutrices y profesores personales. 

A pesar de que en la escuela los profesores comunicaron a su familia que era una niña superdotada, y que cuando tuvo edad para ello empezó a estudiar ingeniería, al final la joven decidió aparcar sus estudios para dedicarse al arte dramático; así logró ser matriculada en la prestigiosa escuela del director de escena Max Reinhardt.

Bautizada con los nombres artísticos de Hedwig Kiesler y Hedy Kiesler, consiguió su primer papel en la película Geld auf der Straße en 1930. Viajó a Praga en 1932 para protagonizar Éxtasis, film dirigido por Gustav Machaty en el que protagonizó uno de los primeros y más famosos desnudos de la historia del cine. El film fue tachado de escándalo sexual y recibió toda clase de censuras y condenas, incluidas las del Vaticano.

Poco después del estreno de la película; aparece un magnate de la industria armamentística, Fritz Mandl el cual solicitó al padre de Hedwig permiso para poder cortejarla, pidiéndole la mano un tiempo después. 

Fritz Mandl, era una persona posesiva que sufría de celos enfermizos; al punto que quiso hacerse con todas las copias de Éxtasis, también la obligaba a acompañarlo a todos los actos sociales y cenas de negocios a los que estaba invitado para no perderla de vista. Aburrida de la vida que su marido la obligaba a llevar, retomó la carrera de ingeniería que años atrás había dejado de lado. Por su parte, Mandl mantenía estrechos lazos sociales y comerciales con el gobierno de Mussolini, al que vendía armas. Hedwig, aprovechó las reuniones a las que su marido la obligaba a asistir para recopilar todo tipo de información acerca de la tecnología armamentística nazi. 

Durante un viaje de negocios, decidió huir de su asfixiante matrimonio consiguiendo llegar a Londres donde pudo embarcar con destino a Estados Unidos. Durante la travesía conoció al productor cinematográfico Louis B. Mayer, el cual antes de que llegasen a puerto ya le había ofrecido trabajo. El único requisito que le pidió fue que se cambiase el nombre para que nunca se la pudiera asociar con la película Éxtasis. Así, se convirtió, en memoria de la actriz de cine mudo Bárbara La Marr, en Hedy Lamarr; con la Metro Goldwyn Mayer protagonizó muchos títulos sin alcanzar grandes éxitos.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, ofreció sus servicios al Gobierno de Estados Unidos ya que disponía de información privilegiada acerca del armamento del ejército alemán. Ubicada en el departamento de tecnología militar, se dio cuenta de que las señales de radio que guiaban a los torpedos de la armada norteamericana eran muy fáciles de interceptar. Fue entonces cuando elaboró junto al compositor George Antheil un sistema de detección de torpedos teledirigidos. Inspirado en un principio musical, este funcionaba con 88 frecuencias, las equivalentes a las teclas del piano, y era capaz de hacer saltar señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético.

Los militares no supieron apreciar en ese momento la utilidad del invento que les estaba ofreciendo Lamarr hasta que años después, en 1962, se produjo la crisis de los misiles cubanos. Entonces la tecnología de Lamarr se utilizó para interceptar las comunicaciones y el control de los torpedos. A día de hoy este método se emplea para los sistemas de posicionamiento por satélite, como el GPS, y fue el precursor del wifi.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, fundó su propia compañía cinematográfica con la que produjo y protagonizó algunas películas. Durante los descansos de los rodajes aprovechaba para seguir explorando su faceta de inventora.

En el declive de su carrera cinematográfica cayó en el consumo masivo de pastillas y desarrolló una obsesión enfermiza por la cirugía estética., se volvió cleptómana y fue detenida en varias ocasiones. Tras estos escándalos, Lammarr se recluyó en su mansión de Miami para pasar los últimos años de su vida aislada de un mundo que había marginado su lado intelectual y no la había reconocido como inventora de las aplicaciones que se estaban usando.

El 19 de enero del año 2000, esta actriz histórica, y con un coeficiente intelectual superior a la media, moría en Caselberry, Estados Unidos, a los 85 años de edad como consecuencia de una complicación cardíaca. 

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