Peñarol Básquetbol: un nuevo cambio de timón para un proyecto que se desmoronó

Una seguidilla de fracasos sacudió la interna mirasol que buscará empezar de cero nuevamente

Luego del resonante fracaso que significó la derrota en cuartos de final ante Defensor Sporting tras ir ganando la serie 2-0 y quedarse sin la oportunidad de definir en semifinales ante su tradicional rival, Gastón Diz renunció a su cargo como presidente de la disciplina y Santiago Sánchez (su vice) fue quien asumió como el nuevo líder del baloncesto aurinegro.

Una enorme división en la directiva, dónde oficialistas abogaban por seguir la línea jerárquica dirigencial y oponerse a la vuelta de Evaristo González (opositor) al mando, quien declaró en sus redes sociales: «No voy a mentirles, queria volver al basket para lograr el objetivo de todos y que tan cerca estuvimos: ganar la liga (…).

Dejando en claro también en el mensaje, que las mayorías deben ser respetadas y deseándole éxitos al nuevo responsable.

En el medio de esta lucha de intereses, el club, en un momento delicado tanto dentro de la pista como fuera, donde los disturbios han sido repetitivos y el manya deberá encarar una reincidente quita de dos puntos, cierres de cancha y multas económicas (sanción que sacó muy barata).

El cúmulo de todos estos conflictos, significó la salida del ex mandatario Diz, al que la situación lo sobrepasó por completo y decidió dar un paso al costado.

¿Pero, como llegó Peñarol a esta situación?

Luego de obtener el ascenso a la Liga Uruguaya de Básquetbol en 2019, y tras la primera liga corta, la comisión directiva decidió darle las llaves del proyecto a un experimentado en la materia como Pablo López, un técnico destinado a marcar el rumbo del equipo en los próximos años.

Con un presupuesto no tan elevado y acertando en las contrataciones de nacionales y extranjeros, el carbonero se coló en la final del torneo donde cayó con Biguá, ilusionando a sus hinchas con ser el comienzo de un camino, que por ese entonces, parecía inminente que daría sus frutos deseados en un corto plazo.

Pero la caída de una petaca a la cancha en el último partido de esa temporada, disputado en Antel Arena, le significó una quita de 5 unidades al carbonero para el próximo campeonato, situación que hipotecó muchas de sus chances de pelearlo con normalidad y hasta llegando a estar a un partido del descenso.

Aún así, el equipo se salvó, logró una respetable actuación en la Basketball Champions League,, jugándole de igual a igual al campeón Franca y logró barrer a Aguada en el PlayIn.

Aunque cayó ante Hebraica Macabi en cuartos de final, todo indicaba que la siguiente temporada se daría el salto definitivo.

Y así fue, el club apostó fuerte con la llegada de Jayson Granger y otras figuras del calibre de Shaquille Johnson, Ignacio Xavier, Emiliano Serres y Joaquín Osimani, armando un plantel que se posicionaba como favorito para obtener tanto la LUB, como la Liga Sudamericana, que se disputaría en su propia cancha.

Pero tras fracasar en el torneo continental y no llegar ni al Final Four, la dirigencia decidió cortar con el ciclo López, dando paso a la llegada de Marcelo Signorelli, donde comenzaba a exponerse que algo no estaba funcionando.

Y si bien el rendimiento levantó, ganando los clásicos y obteniendo 14 victorias al hilo, la salida de Malik Dime fue el puntapié para toda la debacle que se generó hasta el día de hoy.

Malas elecciones de reemplazo para el senegalés como fueron Prince Ibeh y Eloy Vargas, debilitaron a un Peñarol que aun así, llegó a las finales pero la realidad lo golpeó en la cara, sufriendo un 4-1 ante Aguada, que fue totalmente superior.

Granger se fue, el entrenador también, y el malestar seguía creciendo en filas aurinegras, ya que se había desperdiciado un presupuesto histórico, que sumado a otros líos institucionales más ligados al fútbol, instaló un debate acerca de la inversión y de si está valía la pena.

De este modo, llegamos al punto más alto del declive, la LUB 2024/25.

Ya con Gastón Diz (oficialista) desde el inicio, el manya no escatimó en gastos y volvió a armar un plantel con figuras de renombre, dónde destacaban la llegada de Luciano Parodi, Brandon Robinson, Luis Santos y más tarde Víctor Rudd. Sumado a la  incorporación de Leonardo Zylbersztein como entrenador en jefe.

Si bien las expectativas eran altas en lo previo, el equipo nunca logró colmarlas, sufriendo duros reveses desde el inicio, perdiendo clásicos y mostrando un bajísimo funcionamiento.

Peñarol nunca logró estar a la altura de Nacional (no le pudo ganar) ni de Aguada, sus dos competidores directos, y consumó el fracaso siendo eliminado ante un rival con mucho menos presupuesto, y quedando sin chances de obtener un cupo para disputar torneos internacionales el próximo año. Malas elecciones de extranjeros, planteles que destacaron por sus falencias en tiro exterior y en libres, figuras que se pusieron la camiseta rayada y no rindieron como se esperaba, técnicos de élite para el medio que se fueron por la puerta de atrás, sanciones por doquier y un fierro caliente que deberán sostener durante un tiempo más, que se puede agravar si en unos días su rival de todas las horas se corona. Deberá existir una fuerte autocrítica de parte de las autoridades peñarolenses, que por lo que pudimos saber, ya se encuentran en la búsqueda de nuevos jugadores que tengan una mezcla de talento y carácter para dar vuelta la página.

Barajar y dar de nuevo parece ser la fórmula en la búsqueda de conseguir el anhelo máximo de ser campeón de liga, que le ha sido esquivo hasta ahora.

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