El sorteo de los octavos de final realizado el pasado 2 de junio, dictó que el aurinegro deberá medirse ante el vigente campeón de la Copa Sudamericana. En una serie que se disputará primero en Montevideo, el martes 12 de agosto y exactamente una semana después en Buenos Aires.
Si bien existirán dos meses de preparación, un mercado de pases en el medio y contextos que pueden cambiar; a continuación, un análisis de cuáles son las expectativas del único club uruguayo que sigue en carrera en la edición 2025 del certamen más importante del continente.
La realidad indica que lógicamente, el carbonero no parte como favorito. Tiene por delante a un equipo argentino con mayor presupuesto, que ha logrado éxitos recientes en el plano internacional y se ha posicionado como uno de los mayores favoritos a obtener el título.
Pero como el fútbol a veces no es un deporte tan lineal –y el propio Peñarol se encargó de demostrarlo en 2024-, el elenco dirigido por Diego Aguirre tiene determinadas cuestiones a las cuales aferrarse para lograr la clasificación. Comenzando por el propio análisis de su rival, que si bien por momentos se mostró contundente en la fase de grupos, tuvo un gran revolcón, cayendo ante Atlético Bucaramanga de Colombia por 1-2 en el Cilindro de Avellaneda, y en el torneo argentino, quedó eliminado de local ante Platense, tras ser derrotado en cifras de 0-1.
Situaciones que dejan en exposición que a la academia le cuesta definir aquellos partidos, en donde su rival se cierra y debe proponer pacientemente hasta encontrar la apertura del marcador.
Algo que a los aurinegros y sobre todo a su entrenador le viene como anillo al dedo, ya que empleando esa estrategia en la edición pasada, lograron dejar en el camino a Flamengo y vencer a otro poderoso con la misma fórmula, como Atlético Mineiro. Otra situación que puede beneficiar a Peñarol es la mentalidad.
El equipo ha demostrado que los partidos internacionales los puede afrontar con otra cabeza y actitud con respecto a los del Campeonato Uruguayo.
Con un director técnico que parece haberle encontrado la vuelta a los planteos coperos en el último tiempo, les ha devuelto a los futbolistas y al propio club, la confianza a la hora de encarar este tipo de instancias, algo que venía fallando hace más de una década. Y lo más importante, algo que puede generar un cambio en el panorama de cara a la Copa Libertadores, será el período de pases que comenzará en el mes de julio.
Será un enorme desafío para el carbonero saber incorporar en puestos claves que han flaqueado este primer semestre, como en el arco, la zaga y la delantera
Mejorar en algunas posiciones, sumando jerarquía y nuevas características de calidad, puede resultar fundamental y aumentar las probabilidades mirasoles.
Tampoco es en vano, mencionar que el cuadro de la competición puede resultar accesible en caso de avanzar, donde esperará el ganador de Vélez Sarsfield (quien fue rival de los aurinegros en grupos) y Fortaleza. Evadiendo de este modo a los poderosos del certamen como River Plate, Flamengo, Botafogo o Palmeiras, y abriéndose una posibilidad de soñar con repetir un avance a semifinales al igual que el año pasado, algo que puede servir como una motivación extra para los uruguayos a la hora de encarar el duelo de octavos. El único antecedente de estos dos equipos en una serie mano a mano en esta competencia, data de 1997, donde, en cuartos de final, los argentinos avanzaron por penales tras caer por la mínima en Montevideo y ganar de la misma manera en Buenos Aires.
La conclusión, es que todo indica que Peñarol y Racing, brindarán una llave muy pareja, típicamente copera.
Si bien la academia parece tener una leve ventaja en lo previo, el manya puede apelar a la receta del éxito del 2024, aprovechándose de la irregularidad que ha mostrado su contrincante y hacer fuerte la localía, como en los últimos tiempos.
Mucha agua correrá bajo el puente de aquí a agosto, pero la realidad muestra que puede resultar difícil, pero para nada imposible que un equipo uruguayo sea protagonista en América.
El hincha carbonero se ilusionará un año más con esa obsesión: la Copa Libertadores.