Pepe Soriano, el arte rioplatense de duelo

Falleció el reconocido actor Pepe Soriano. El artista argentino tenía 93 años al momento de su muerte, provocada por un cuado de insuficiencia renal que poco a poco fue agravando su salud.

La noticia fue confirmada por Carlos Rottemberg desde su cuenta de Twitter: «Se fue un grande. La muerte de Pepe Soriano cala hondo en nuestros sentimientos. Con él se va un amigo. Luego el gran actor, uno de los mejores de este país. Beso enorme para Diana, Victoria y familia», escribió el productor teatral.

El actor se encontraba internado en la Clínica Zabala de Belgrano, a donde se acercaron a despedirlo sus seres queridos. Entre los presentes para su despedida estuvo también Pablo Echarri, gran amigo de Soriano y junto a quien conformó SAGAI, la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes, organización de la que Soriano fue presidente.

José Carlos Soriano se desempeñó ampliamente como actor tanto en Argentina como España, llegando a participar de más de 75 películas, además de producciones teatrales y series televisivas. Entre sus representaciones más recordadas se encuentran el alemán Schultz en «La Patagonia Rebelde» (1974), el abuelo en «No toquen a la nena» (1976) y Lisandro de la Torre en «Asesinato en el Senado de la Nación» (1984).

Soriano fue un niño que siempre quiso ser actor y vaya si cumplió ese sueño. Así lo recordó en su última entrevista con enl portal Teleshow, cuando estrenó su filme Nocturna, cuando se subía a los tranvías para viajar al centro y todo por un sueño: ver teatro. Era tanta la pasión que los boleteros ya lo conocían y le daban una buena ubicación. Después de dos horas, Pepe volvía al barrio, junto a su casa vivía el poeta Raúl Gonzalez Tuñón y caminaba Zully Moreno. Anduvo por esas calles hasta que cumplió 18 años y se mudó. El niño se hizo hombre y en 1947 debutó como actor amateur en el club Alarcón.

La vida fluía pero en 1976 vino la gran noche de los argentinos. Un general conocido le advirtió: “No es capucha y zanjón pero no vuelva a trabajar”. La mayoría de sus amigos y colegas partieron para el exilio, pero él -como su alemán de La Patagonia Rebelde- decidió quedarse, pero no quería convertirse en mártir. Comenzó a recorrer la Argentina con El loro calabrés, una obra donde le contaba a la gente quién era, qué quería. La llamó así porque su abuelo zapatero solía hablar con su loro que aprendió a cantar canciones calabresas.

En plena dictadura eligió quedarse y en democracia decidió irse. En 1987 le surgió una posibilidad de trabajo en España y para allá marchó, hasta que volvió en el 92. Y al respecto reflexionaba en dicha entrevista de 2021, entre tantas historias de gente que sentía que la única salida es Ezeiza: “No hay que irse. Vayas donde vayas, salvo que seas gerente de una multinacional, sos el extranjero y vas a pagar el precio”.

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