En las veredas agrietadas de Ciudad Vieja, entre cartones húmedos y bolsas saturadas de grasa, como migajas de Hansel y Gretel desparramados al azar, asoman pequeños restos plásticos. Son encendedores vacíos, deformados, descartados. No son basura accidental, sino huellas de un ciclo feroz que consume objetos y personas a la misma velocidad. La presencia masiva de encendedores desechados en zonas de consumo de pasta base, “paco», responde a una combinación de factores prácticos y sociales vinculados a las características de esta droga y el contexto de su consumo.
- Necesidades técnicas
La pasta base se vaporiza a altas temperaturas, superiores a los 190°C. Los encendedores de butano, más potentes que los fósforos, son esenciales para calentar la pipa artesanal («latita» o «maraca») durante la aspiración.
El consumo demanda de gestos repetitivos. Cada «tiro» requiere aplicar la llama entre 5 a10 segundos sobre la pipa. Un consumidor activo puede dar entre 20 a 50 «tiros» diarios, agotando varios encendedores rápidamente.
- El patrón de consumo adictivo
La adicción genera urgencia por consumir la dosis. El efecto dura solo entre 2 a 5 minutos, seguido de ansiedad inmediata por repetir. No hay tiempo para guardar objetos, entonces se tira el encendedor usado y se busca otro.
Este proceso va acompañado de un progresivo deterioro cognitivo y la adicción severa reduce la capacidad de organización. Por ello es que objetos como los encendedores se vuelven prescindibles tras usarse.
- La Economía de supervivencia
Los consumidores crónicos, especialmente los que se encuentran en situación de calle, priorizan comprar droga sobre cualquier otro tipo de bienes básicos. Los encendedores son baratos, entre $15 a $20 pesos y se adquieren en cualquier kiosco.
Prefieren los encendedores plásticos de un solo uso, pues son más accesibles que los metálicos recargables.
- Dinámica territorial
Las «bocas», es decir, los puntos de venta y las zonas de consumo, acumulan desechos. Los encendedores son las «huellas» del flujo constante de usuarios.
En barrios como la Ciudad Vieja o el Cordón Norte en Montevideo, los cuales tienen limpieza insuficiente, un estudio de la IMM encontró hasta 200 encendedores/km² en dichas áreas.
- Simbolismo conductual
Hay un ritual de consumo, donde encender la pipa se convierte en un acto repetitivo que genera dependencia física del objeto. Cuando falla, se descarta con frustración, generando el «efecto sidral», mediante el cual se sacude el encendedor vacío antes de tirarlo. Y ello es así, porque en contextos de adicción severa, nada tiene valor excepto la droga.
¿Por qué no usan fósforos?
La llama de un fósforo eleva la temperatura a 800°C y no es suficiente para vaporizar la pasta base de manera eficiente y se apaga rápido. El encendedor de butano alcanza entre 1,400 a 1,500°C y permite dirigir el fuego con precisión hacia la pipa.
Imaginemos un ejemplo práctico: un «puntero*» (consumidor) en la calle:
- Compra 1 encendedor + 1 dosis ($60 en total).
- Usa el encendedor para 4-5 «tiros» consecutivos en 15 minutos.
- El encendedor se agota o se calienta demasiado.
- Lo tira y busca otro para la siguiente dosis.
- Impacto ambiental:
En asentamientos como Tres Ombúes en Montevideo, organizaciones sociales reportan que encendedores y pipas rotas son el 40% de los residuos no orgánicos, generando riesgos de cortes y contaminación por plástico/butano.
Este fenómeno refleja la desesperación funcional detrás de la adicción, donde los encendedores no son basura, sino el síntoma de un consumo que prioriza el alivio inmediato sobre cualquier otra necesidad. En cada chispa que se extingue, no solo se apaga un encendedor, también se consume, sin testigos, un fragmento más de vida de muchos de nuestros jóvenes .
Cúmpleme recordar que en este caso son todos «voluntarios», nadie está obligado a drogarse, y tampoco son enfermos, sólo son unos malditos drogadictos, que sólo continuarán enviciando a otros mediante la maquiavélica cadena del consumo.
Excelente Explicación y disertación de una gran problemática mundial que es un problema enorme a enfrentar desde el Estado y La Sociedad En Su Conjunto, hay que aplicar Políticas De Estado Firmes y Fuertes , Ayudar a las Familias Y Darles Apoyo De Todo Punto de Vista Requerida a La Situación En Concreto,todos Somos Sociedad y Nadie está libre de Este Flagelo Tremendo, Las Personas Se Sienten Solas y Sin Soluciones, Urgente Es Necesario Un Estado Presente, Saludos Cordiales Alejandro CAMBLOR