Sanguinetti: «Cuando todo es prioridad nada es prioridad”

Sanguinetti se expresó como es habitual en el Correo de los viernes y sostuvo que “proponer rebajas de impuestos y subas salariales es iniciar el camino del retroceso"

El dos veces presidente de la República, Julio María Sanguinetti, se expresó en la publicación partidaria del Partido Colorado, el Correo de los Viernes. Allí el exmandatario, llevó adelante un análisis de la realidad nacional, los avatares a nivel internacional, además de mencionar aspectos importantes que están aconteciendo en la economía nacional.

Sanguinetti sostuvo que “tan importante como el nivel del salario nominal es el guarismo de inflación». Porque es la relación que «define el salario real, que nadie puede decretar. De buena fe y con un impulso generoso, se puede hacer mucho daño». Remarcó que ya nuestro país «conoció, en otros tiempos, lo que era la carrera entre precios y salarios en la que éstos terminan siempre perdiendo».

Pero enfatizó que «aunque en ocasiones se viva la ilusión efímera del aumento, diluida luego en la elevación del costo de vida”.

“No faltan quienes dicen que dado estos avances, hay que lanzarse ya a aumentos mayores que los ya adelantados para este semestre». Sobre un «3% y 2%, respectivamente, a jubilados y funcionarios. Si hoy se ha podido anticipar ese aumento, a cuenta del de enero, es porque se han manejado las finanzas con cuidado, en un cuadro general de recuperación económica. De haber seguido las propuestas imaginativas que reclamaban una aceleración fuerte del gasto público, hoy no estaríamos pudiendo manejar este margen”.

«Lo lógico» sostuvo Sanguinetti

Para Sanguinetti, “el gobierno ha definido como prioridades la educación, la seguridad y la ciencia. Es lo lógico, porque cuando todo es prioridad nada es prioridad”.

A colación, manifestó que “proponer rebajas de impuestos y subas salariales es iniciar el camino del retroceso». «Más allá de algunos pequeños retoques que siempre puede haber, imaginar grandes cambios en esa dirección es convocar al déficit, el preludio de nuevos impuestos, más deuda externa y al mismo tiempo más atraso cambiario”.

«No siendo economistas, la experiencia de años en la administración nos lleva a esas conclusiones tan elementales como realistas. Razón de más para cuidar de los equilibrios. No se trata de ortodoxia fiscal, que no la hay cuando llevamos a cuestas un déficit que el año pasado fue más del 4% del PBI y en el que corre confiemos en que no vaya más allá del 3%».

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