Slaughter: el espejo de una sociedad deshumanizada e impune

Un elenco atrapante: Sebastián Silvera Perdomo, Franco Rilla, y Leonor Chavarría.

El pasado 6 de agosto fue un día de varios estrenos. Siempre hay uno que escoger, y nuestra elección encaminó sus pasos hacia el Teatro Stella. María Dodera estrenaba otro de sus espectáculos y la expectativa crecía en cada información que brindaba y en un cierto magnetismo a la hora de hacerle la nota en Teatro Al Día.

Un elenco atrapante: Sebastián Silvera Perdomo, Franco Rilla, y Leonor Chavarría nos presagiaban una noche intensa y de alto nivel- Sumado a eso el texto de uno de nuestros máximos dramaturgos como Sergio Blanco y la mano directriz de María Dodera, daba todo esto pie para sentarse en la butaca con altas expectativas. Aquí contaremos como podamos lo que nos dejó y lo que entendimos y logramos digerir de ese terremoto teatral del cual formamos parte por el simple hecho de asistir y aceptar el reto de la revelación escénica.

La (in)humanidad según Blanco/Dodera

Una de las primeras obras de Sergio Blanco donde estaba lejos de tratar la autoficción, pero donde se resume todo el horror y el despojo al que es sometido el ser humano en esa maraña de encuentros, muertes, siniestros, actos terroristas y sobre todo, masacres, todo ejecutado sin mancharse las manos. Tres seres, tres historias tan interiormente ligadas que cuesta saber si componen un trío o estamos frente a un monstruo con tres cabezas, que intenta crear en las nuestras el gran caos , ese al que en ocasiones asiste el mundo con una resignada pasividad porque todo ya está arrasado y no hay forma de reconstruir nada: vidas, edificios, conciencias…

Luego de pensarlo mucho esta es una de las conclusiones a las que pude arribar, a sabiendas que no es la única.

Las sensaciones legítimas y legitimadas

En esta ocasión experimentamos un manojo de sensaciones que se hace difícil expresar, ya que expresarla les quitaría esa autenticidad sólo legitimada desde el dolor que provoca ver que de años al hoy nada ha cambiado. El hombre sigue siendo el lobo del hombre y más. Algo sí, que la carnicería, masacre o más sutilmente limpieza étnica se realiza de una manera donde el gesto irónico es la presencia que permanece en pie. La crueldad en sus límites extremos donde exige que tres actores se pongan en la monstruosa piel de esos seres no sólo torturados, sino despiadados y donde víctimas y victimarios conviven casi en armonía. Me quedo con mis sensaciones hacia ese monstruo de tres cabezas al que hice más arriba referencia.

Puesta en escena y dirección

Harto difícil debió ser unir las piezas de estos seres desterrados para trabajar las composiciones actorales. En la puesta Dodera aprieta a fondo el acelerador sin piedad pasando por sobre todo para dar como resultado un trabajo no sólo de alta calidad si no de alta toma de conciencia. En la crudeza del texto muestra y demuestra su temple, ese que la mantiene en un total equilibrio desde su dirección, construida ésta sin excesos, con realidad descarnada, si. Manejó el dolor y la frustración en cada personaje para ir virando el sentimiento que cada uno experimentaba en nosotros. Supo crear el caos escénico para darnos la suficiente libertad de la interpretación personal. Esto es un logro que no todos los directores pueden crear.

Actuaciones

Un trío actoral está al frente de este espectáculo: Sebastián Silvera, Franco Rilla y Leonor Chavarría. En una definición poco académica definimos como un trío actoral bestial cuyas interpretaciones quedan marcadas a fuego. El crecimiento de cada uno, los pequeños movimientos, los gestos que denotan más que las palabras y esa mezcla de asco, sangre, corrupción, violencia y abusos que cada uno genera desde su lugar los convierten en santos y demonios. Sin dudas destacó a Sebastián Silvera en una antológica composición, sacado de su zona de confort, haciéndolo pasar por todos los matices. Franco Rilla en otra composición que raya la perfección y una Leonor Chavarría que nos demuestra como defenderse y sentir dolor, muchas veces se paga con la vida. Como dije al principio el trabajo de dirección de actores es supremo y los tres dejan todo en esta obra.

Rubros técnicos

El vestuario de Florencia Rivas denota cierta complicidad en el uso de los colores de Sebastián Silvera y Leonor Chavarría. Un composé muy adecuado. Las luces de Nicolás Amorín colocan a los personajes en los lugares adecuados. Le escenografía que trasmite frialdad y distanciamiento, en una pose minimalista que nos introduce en el contradictorio mundo donde prima lo blanco como símbolo contrario a lo que se desarrollará. Ésta a cargo de Mateo Ponte y Sebastián Silvera. La banda sonora eriza la piel, a cargo de Franco Rilla. Y por último pero no menos importante , el diseño de audiovisuales de Lucía Martínez, de gran utilidad en esta puesta.

Conclusión

Una gran texto donde se juega al todo o nada, que impacta de principio a fin , la dirección y puesta de Dodera brillantes , un trío actoral incomparable y los rubros técnicos que acompañan todo el proceso con gran solvencia. De todo lo escrito se desprende que Slaughter es un espectáculo que no pueden, no deben dejar de ver, sentir, conmoverse y renegarlo Altamente recomendable!!..

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