Tripofobia: ¿Cuál es el origen del miedo a los patrones de agujeros?

En la actualidad el 16% de la población sufre esta fobia y no hay un tratamiento puntual para tratarla.

En el mundo existen muchos miedos y, dependiendo de los graves temores, se pueden definir como fobias. Las fobias pueden provocar fuertes respuestas físicas, mentales y emocionales. Además, pueden afectar tu forma de actuar en el trabajo o la escuela, o en situaciones sociales.

Algunas fobias pueden parecer irracionales a ojos de aquel que no las sufre, principalmente porque el objeto del miedo no parece suponer una amenaza directa para la vida del afectado. Sin embargo, eso no las hace menos reales. Entre todas ellas, existe la tripofobia, que es el miedo irracional a los patrones de agujeros o protuberancias, o a estar cerca de ellos.

Bajo esta condición, el solo hecho de mirar un objeto que contenga algún tipo de patrón geométrico repetitivo, sobre todo los pequeños agujeros, puede provocar un malestar profundo con fuertes respuestas tanto físicas como emocionales. En la actualidad se calcula que la puede sufrir aproximadamente un 16% de la población mundial.

Los agujeros causados por la erosión del mar en la roca marina, el centro del girasol donde encontramos las semillas, la estructura de los panales dentro de una colmena de abejas, o la textura del coral son ejemplos comunes de ello.

Se tiene un conocimiento muy limitado y por tanto la comunidad científica no la considera una fobia diagnosticable. No obstante, se sabe que afecta a personas de todas las edades y sexos, aunque la mayoría de fobias específicas suelen afectar más a las mujeres.

Sus principales síntomas también son variables, así como su intensidad, aunque por norma general suelen parecerse a los de un trastorno de ansiedad o a los de la mayoría de las fobias. De no tratarse adecuadamente, los síntomas podrían permanecer con el tiempo. Pueden incluir algunos de los siguientes: aumento del ritmo cardíaco, taquicardia, piel erizada, sudoración, náuseas, temblores, desmayos, entre otros.

Hasta la fecha, no se han llevado a cabo suficientes estudios como para determinar una sola causa completamente relacionada con la tripofobia. Sin embargo, y teniendo en cuenta que la mayoría de fobias tiene su origen en la creencia de que una situación u objeto puede causar la muerte o la enfermedad, algunos expertos han considerado que podría provenir de la asociación de estos patrones con animales venenosos y potencialmente mortales, como algunos tipos de serpientes, arañas o incluso ranas, así como de gusanos o insectos, animales que pueden producir repulsión.

Aunque algunas personas experimentan estos síntomas de forma leve, otras pueden sentir una angustia significativa que afecta a su vida diaria. Al no estar reconocido como un trastorno mental, tampoco hay un tratamiento estándar para la tripofobia, pero pueden ayudar a reducir el malestar técnicas como la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a identificar los pensamientos negativos asociados a esos patrones para cuestionar esas creencias y cambiarlas por otras más realistas, o la exposición gradual a los desencadenantes hasta que te puedas exponer a ellos sin que te causen miedo o aversión.

Esta terapia de exposición busca reducir los síntomas de ansiedad con el tiempo. Inicialmente, los pacientes pueden comenzar imaginando el objeto que les produce incomodidad, como un panal de abejas o una vaina de semillas, para luego pasar a observar imágenes de estos objetos. Esta estrategia gradual pretende disminuir la respuesta de ansiedad, permitiendo que, eventualmente, la persona se acerque o incluso toque el objeto temido sin experimentar síntomas intensos.

Además, practicar técnicas de relajación, como el mindfulness, o visualizar imágenes que resulten relajantes puede ser de ayuda para prevenir esta y otras fobias. En cualquier caso, si esta aversión interfiere en las tareas cotidianas o provoca síntomas como ansiedad, ataques de pánico o dificultades para dormir, es necesario consultar a un médico.

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